JAVIER SOUZA CASADINHO “En los últimos 25 años la tendencia al uso de plaguicidas es creciente”
Javier Souza Casadinho, ingeniero agrónomo y docente de la Universidad de Buenos Aires, habló sobre el uso y las regulaciones de agroquímicos en base a sus características y consecuencias.
ANDAR en Olavarría
(AC-FACSO /No todo está perdido – Radio Universidad FM 90.1) En Estados Unidos un fallo judicial obliga a la empresa Monsanto a pagarle U$S 290 millones a un jardinero que asegura que le diagnosticaron un cáncer terminal por la contaminación del glifosato del herbicida Roundup. En Argentina el uso del herbicida glifosato ha sido rechazado en varias ciudades como Rosario, Concordia, Paraná, Gualeguaychú y Santa Fe. La provincia de Santa Fe aprobó una ordenanza que prohíbe la comercialización y el uso de este producto que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera cancerígena. Javier Souza Casadinho, ingeniero agrónomo, docente de la Universidad de Buenos Aires (UBA) e integrante de la Red de Acción Contra Plaguicida, habló con Radio Universidad sobre el uso de los productos herbicidas y su regulación.
¿Cómo estás viendo hoy el uso de los agroquímicos? ¿Cuál es la discusión que se viene dando a nivel nacional en torno a estos productos?
Lo primero es el concepto, cómo lo llamamos. El nombre es parte de la discusión acerca de estos productos químicos que son muy peligrosos para la salud. La segunda gran discusión que hay que dar en Argentina tiene que ver con el incremento, el uso de plaguicida. La tendencia de los últimos 25 años es creciente. Los insectos y las hierbas a medida que se usan más plaguicidas se hacen resistentes entonces hay que cambiar de plaguicida o usar más plaguicida. Esas creo que son las discusiones más fuertes.
Sin usar plaguicidas, ¿cómo se combatirían las plagas?
Ahí tenemos que pensar antes no solo que le echamos sino que hacemos para que justamente los insectos y las plantas no se conviertan en plagas. El concepto ‘plaga’ lo creamos los seres humanos, no hay plagas en la naturaleza y justamente se incrementan las poblaciones, la cantidad de individuos de estos insectos o las plantas silvestres por la acción humana. Lo primero es repensar los modos de producción. Y salir de, por ejemplo, los monocultivos ya que son insustentables. Hay que volver a las rotaciones, volver a las asociaciones de plantas, tratar de mejorar la nutrición integral de los suelos, repensar el rol de la diversidad biológica, la natural y la cultivada. Comenzar a repensar no en términos de cultivos por un año sino agroecosistemas. Esto es difícil por varias causas. Primero por los estilos que se dan hoy fundamentalmente en la región pampeana de arrendamientos por un año donde no hay casi planificación del uso del espacio. También porque ha permeado entre productores familiares y los productores empresariales la idea de máxima rentabilidad, el máximo beneficio a corto plazo versus la idea de sustentabilidad de su agroecosistema.
Ahí entra también en el debate el tema de la toxicidad de la salud humana de los trabajadores que están manipulando el producto.
Ese es un debate que se viene dando en los últimos 30 años. En principio la toxicidad de quienes están expuestos directamente, productores trabajadores, sus familias. Esto lo quiero recalcar porque lo charlamos en la jornada de plaguicidas que se hizo en Olavarría en junio. Los plaguicidas dadas sus características químicas y físicas (desde su volatilidad, su capacidad de ser arrastrados por el agua, la bioacumulación, su capacidad de evaporarse y ser arrastrados por el viento) nos exponen a todas las personas y pueden producir daños en la salud a muy corto plazo las primeras dos horas de la exposición o a muy largo plazo, dentro de una generación o varias.
¿En definitiva se termina poniendo en discusión el uso comercial de algo tan básico como es el trabajo con la tierra y la obtención del alimento que es lo mínimo e indispensable para poder vivir?
Yo estudié agronomía principalmente porque me gusta la biología y después descubrí la sociología y las puedo conjugar en la agronomía. Siempre digo que la agronomía es una actividad ilícita y está bien que los productores ganen dinero, es una actividad noble trabajar con bienes comunes naturales. Lo que tenemos que repensar ahora es cómo esta actividad vuelve a traducirse en productora de alimentos para toda la población y esto nos hace reflexionar sobre la solidaridad alimentaria y pensamos en términos de sustentabilidad. Dos versiones me parecen importantes, una es la equidad intergeneracional, el uso sustentable para que las próximas generaciones puedan usufructuar estos bienes; y la otra es la cuestión de las propiedades privadas.
Dado el actual contexto político, social y particularmente económico, ¿cómo crees que afecta esto a la discusión que se está dando en este tema?
Cuando damos estas discusiones en ámbitos con productores empresariales se da esta idea, de que los plaguicidas, los fertilizantes han contribuido a aumentar el rendimiento y con esto la rentabilidad. Lo que no se analiza en muchos casos cuesta mucho pero los productores también lo están viendo y hacen en algunos casos análisis crítico y es que los costos de producción obviamente están aumentando porque estamos reemplazando sitios naturales por dinero. Estamos reemplazando el sitio de la materia orgánica que se hace de manera natural que lo podríamos hacer durante las rotaciones aplicando fertilizantes. Estamos reemplazando el manejo ecológico que se podría hacer con prácticas de costo cero por plaguicidas. Entonces la discusión que tenemos que dar es sobre los costos que van aumentando, tenemos que reflexionar y mucho acerca de que una gran parte de los ingresos que se obtienen finalmente de la actividad agraria devienen en la compra de insumos. ¿Cómo repensamos estos procesos de intensificación del capital? Cada vez se necesita más capital para producir. Por otro lado hay costos ocultos que tiene la actividad agrícola que termina pagando la sociedad, como el desgaste de los sueldos, la contaminación del agua, la erosión, la pérdida de semillas, son costos que no incorpora el productor y que finalmente pagamos todas las personas.
¿Qué expectativas tenes de cara a futuro con que este tema sea encarado seriamente y con una potencial transformación a nivel nacional?
Eso va a depender mucho de nosotros, el viernes estábamos en General Rodríguez discutiendo sobre seguridad alimentaria. Tratamos de ligar procesos que se están dando en la actualidad como la ley de semillas, la discusión sobre la ley agrotóxicos, la seguridad alimentaria con dos elementos clave que son la lucha de las universidades sumado a la lucha de los compañeros de la secretaria de agricultura nacional. Todo esto se relaciona hacia qué modelo de país queremos, inclusivo o no inclusivo, qué modelo agrario queremos incluyendo a los productores familiares. Creo que tenemos que darnos a discusión en los ámbitos urbanos que muchas veces no tenemos idea de dónde vienen nuestros alimentos, que estamos comiendo, que implica el productor familiar, también a la preservación del paisaje. Es una discusión que nos tenemos que dar.