DETENCIÓN Y FEROZ GOLPIZA POR CONTRAVENCIÓN DE EBRIEDAD “En la Provincia subsisten las violencias estatales de 30 años atrás”
ANDAR en Lincoln
(Agencia) Nadie les ha pedido explicaciones. Pero si tuvieran que darlas, la secuencia resultaría difícil de explicar para los policías de Lincoln que protagonizaron la golpiza de un joven de 19 años. Sin embargo, para la madre de Franco Neiman, Carina Caminoz, lo ocurrido durante la madrugada del 2 de junio a la salida de un boliche se inscribe en una matriz operativa que hunde sus raíces en el sistema represivo de la última dictadura: “En la Provincia hacé de cuenta que vivimos como hace 30 años atrás. Es intolerable que a mi hijo lo hayan destrozado a golpes. Esas violencias ya ocurrieron y no es posible que hoy se reproduzcan”.
Franco Neiman junto a su grupo de amigos salieron de un boliche de Lincoln a las seis de la mañana del 2 de junio. En la cuadra hay cámaras de seguridad del municipio y de una estación de servicio. A pocos metros del boliche siempre hay un patrullero estacionado con tres policías. Aquella madrugada, uno de ellos ordenó a Franco que se detuviera para ser identificado. El motivo: contravención por estado de ebriedad, tal como denunció luego la policía de Lincoln ante la fiscalía.
“Mi hijo se asustó, salió corriendo hacia una calle poco iluminada y los policías lo siguieron hasta que lo alcanzaron cincuenta metros más adelante. Allí lo golpearon con palos entre los tres y lo hostigaron verbalmente diciéndole que lo seguirían golpeando cuando estuviera en la comisaría”, relata la madre.
Antes de ser ingresado a la comisaría local, Franco Neiman fue llevado al hospital para la revisación médica. Los golpes con palos fueron advertidos en esa primera instancia y constatados como “lesiones leves”. Amanecía en Lincoln cuando el joven finalmente fue alojado en un calabozo de la comisaría.
A partir de allí, la policía local se abocó a construir su relato de los hechos y la madre de Franco, a intentar desmontarlo.
-¿Cómo fue su primer contacto con la policía? ¿Qué le informaron? -preguntó ANDAR a Carina Caminoz
-Yo estaba trabajando cuando me avisaron de la detención de Franco. Trabajo en un tambo que queda a 10 kilómetros del pueblo, por lo que llamé a mi hermana para que se acercara a la comisaría. Cuando ella llega, a Franco ya lo habían revisado en el hospital y, en ese momento, lo ingresaban a un calabozo. Pero ocurrió que, pocos minutos después, mi hermana y un suboficial que iniciaba su turno escucharon fuertes gritos. Era mi hijo. Con las manos esposadas y sin poder cubrirse, lo estaban golpeando los mismos policías. Todo esto lo supe por mi hermana que oyó esa segunda golpiza.
-¿Usted llegó a la comisaría justo cuando lo golpeaban por segunda vez?
-No, llegué un rato después, cuando a Franco ya lo habían sacado nuevamente hacia el hospital para constatar las nuevas agresiones ocurridas en la comisaría. Estaba todo lastimado, con lesiones graves: un hombro dislocado, las muñecas con heridas visibles, fuertes dolores en un pulmón y, en general, marcas de golpes en todo el cuerpo.
-¿Y qué dijeron los médicos en esa segunda revisación?
-Que efectivamente se habían detectado nuevas lesiones, pero no especificaron la gravedad de las mismas. Incluso días después de aquel domingo recibo un llamado telefónico del médico que lo atendió por segunda vez y me dijo que las nuevas lesiones eran muy graves comparadas con las del primer ingreso al hospital. Sin embargo, cuando el mismo médico fue citado a declarar por parte del fiscal, cambió sus dichos y no especificó lo que me había informado a mí. Después me enteré del motivo de ese cambio: sería amigo del comisario de Lincoln.
“Los policías sostienen su versión de la pelea entre dos grupos de jóvenes y nosotros tratamos de probar que las heridas de Franco fueron producto del accionar policial”, enfatiza Carina Caminoz. En este sentido, la investigación penal que lleva adelante la Fiscalía 5 de Junín a cargo de Sergio Terrón carece de testigos, a pesar de que la detención del joven se produjo en un espacio concurrido y la primera golpiza, a escasos 50 metros del boliche.
En el expediente sólo consta la declaración de un remisero que asegura haber visto a Franco Neiman salir del boliche y discutir con los policías, pero no a sus amigos. “El testimonio del remisero fue claramente arreglado: dice exactamente lo mismo que los policías, es decir, repite la versión de la pelea entre jóvenes a los que, sin embargo, no puede señalar”, afirma la madre de Franco.
-¿Qué ocurrió cuando usted llegó a la comisaría? A Franco ya lo habían golpeado por segunda vez…
-Sí. Y cuando les pregunto qué había ocurrido, me llevaron a una habitación donde se hicieron presentes alrededor de siete policías. Me gritaron, me amenazaron y me ‘apretaron’ para que no molestara con mis preguntas, pero yo les dije que más daño que el que le habían producido a mi hijo no me iban a poder hacer ¡Prácticamente querían que les agradeciera que la golpiza no hubiera sido peor!
-¿Habló con el fiscal que investiga las agresiones?
-Ese mismo domingo a la tarde fui a ver al fiscal a Junín. Me dijo que la investigación sería muy difícil porque hay personas que saben lo que ocurrió pero que no quieren hablar por temor a las represalias. En Lincoln la gente le tiene miedo a la policía y no se comprometen con las denuncias de este tipo. Yo entiendo esa actitud, aunque no la comparto. Con respecto a la forense de la fiscalía, ese domingo me informó que las lesiones de Franco no habían sido peores por el estado físico y las actividades deportivas que él realiza. Pero yo estaba preocupada justamente porque la semana anterior, en una práctica de rugby, Franco había recibido un golpe muy fuerte en la cabeza.
– ¿El comisario de Lincoln Intervino en algún momento para conocer los hechos tal como sucedieron?
-El domingo a la madrugada, cuando detienen a Franco, el comisario estaba en su casa. Cuando pude hablar con él horas después, me dijo, increpándome, que él conocía a las personas con las que trabajaba y que confiaba en los modos de intervención de los policías. Sin embargo, o no sabe o se hace. Yo personalmente he visto, muchas veces, a los policías sentados sobre el capot de los patrulleros y con latas de cerveza en las manos. Esto no me lo contó nadie, sino que lo veo frecuentemente cuando madrugo para ir a mi trabajo. Otra forma de eludir mis preguntas por parte del comisario: me dijo que ya no sabe ‘qué hacer con la policía nueva, policías que no tienen formación adecuada, que ingresan a la fuerza con seis meses de formación y que, en general, llegan desde Buenos Aires con prácticas de violencia arraigadas’. Mientras lo escuchaba, yo decía: ¿Y entonces qué? ¿Cómo seguimos? ¿Cómo se resuelve el problema policial? Lo que dijo el comisario Peralta no me sirve.
Caminoz califica a la fuerza policial como “corporación” con protección política y hasta con relativa inmunidad judicial: “Dudo que la fiscalía haga lo necesario para esclarecer este hecho”, afirma, aunque destaca que no se detendrá hasta que se determinen las responsabilidades policiales de la golpiza.
-¿Qué datos le hacen suponer esa protección política y judicial de los policías?
-En el caso de la investigación, no hay testigos ni pruebas que ayuden a aclarar lo ocurrido. No es casualidad que el sistema de cámaras de seguridad municipal no hayan registrado nada justo aquella madrugada de junio, cuando en realidad fueron instaladas para controlar la salida del boliche y alrededores. Por otra parte, la impunidad se expresa con el robo que los policías cometieron con las pertenencias que mi hijo llevaba cuando fue detenido. Aquel domingo me entregaron la billetera de Franco, pero vacía. Allí él tenía todo el sueldo que acababa de cobrar. También se quedaron con el teléfono, uno caro, que cuesta más de 3.000 pesos. Por si fuera poco, todos los días me cruzo con los policías que golpearon a mi hijo y tengo que aguantar que me miren y se rían.
La madre de Franco hubiera querido que el municipio se contactara con ella. No obstante, aclara, “sé que la policía tiene un control político y que el comisario depende del intendente”.
-¿Tuvo algún contacto con las autoridades municipales?
-No. Y todavía no hay imputados ni policías suspendidos de la fuerza. No creo que se dé una respuesta política por lo que ocurrió. Hace pocos días, en una entrevista para una radio local, el comisario Peralta dijo que mis denuncias eran infundadas, que hablo por hablar y sin conocimiento de cómo actúa la fuerza policial. Ojalá todo lo que denuncio fuera inventado y que a mi hijo no lo hubiesen tocado. Sin embargo, mi hijo está desde hace 30 días con un problema grave en el brazo, toma antiinflamatorios por los dolores, no puede regresar al trabajo y no puede mover el brazo. Está muy angustiado… Y con respecto a la Municipalidad, el mismo día que estuvo Peralta en la radio, también estuvo el intendente de Lincoln, quien dijo que hay un problema grave con el alcoholismo en los jóvenes y que están trabajando sobre eso. Yo entiendo que traten el tema, pero en la radio nunca se habló del accionar policial.
A 30 días de ocurridas las golpizas y la detención arbitraria de Franco Neiman, su madre asegura que no retrocederá en sus denuncias sobre el accionar policial hasta que se sancione a los responsables y se reorganice la fuerza en Lincoln.
La moviliza la impotencia y el enojo por la impunidad de los agresores de su hijo: “Yo banderas políticas no tengo; la única bandera que llevo es la del dolor por lo que le hicieron a Franco. Me quedaría tranquila con que, algún día, me dijeran que los chicos van a poder salir a bailar y que, si hacen algo mal, van a ser tratados como prevé la ley”.