MEGAJUICIO POZOS DE BANFIELD Y QUILMES Y BRIGADA DE LANÚS «Emprender un viaje al corazón mismo del dolor»
En la jornada 89 realizada el 29 de noviembre declararon Néstor Bolomo, Florencia Bernales y Malena D´Alessio, todos en relación al secuestro de la familia D´Alessio y la desaparición de José Luis “Bebe” D´Alessio.
ANDAR en los juicios
(Por diario del juicio) Néstor Bolomo inició su amistad con José Luis D´Alessio en 1971 en la Facultad de Filosofía y Letras. Este último militaba en un grupo de izquierda independiente llamado “El Obrero”, a partir de un periódico que publicaban. Con el regreso de Perón, el grupo se fractura y “el Bebe” pasa a integrarse a la organización Montoneros. La relación entre ellos era esporádica porque “el Bebe” era un “militante a tiempo completo”. Se ligó al astillero Astarza en la zona Norte de la provincia de Buenos Aires, que fué un espacio de fuerte combatividad.
Bolomo se recibe de médico en el 75 y se reencuentra con D´Alessio a fines del 76. “Bebe” le cuenta que dormía en los subtes, que estaba en una situación de absoluta precariedad por lo que lo invita a descansar en su casa. Durante diciembre del 76 y enero del 77 lo hizo regularmente y ocasionalmente iba con Malena, su hijita de 2 años. Cuando no iba, llamaba por teléfono. Una noche no llamó. Eso les generó gran estado de inquietud.
Néstor trabajaba de médico en un pequeño emprendimiento que tenía Omar Gleser, socio de Alfredo D´ Alessio, haciendo visitas. Al día siguiente, al acercarse al lugar, ve la puerta derribada y un policía de custodia. Eso hizo que con su mujer se fueran de su casa con lo puesto, recorrieran diversos campings, asumidos como seguros, y terminaran en un campo de su suegro.
Regresaron al tiempo. Se encontró con Alfredo D´Alessio, su mujer María Braun y Omar Gleser que partían a Brasil y quienes le informaron los detalles del secuestro familiar, de la decisión de “Bebe” de quedarse en el país con sus compañeros a pesar del peligro. Le relataron también que, ya secuestrado, él había pasado por la casa de su madre y logró despedirse de Malena, su pequeña hija.
Bolomo narra que José Luis estuvo detenido con su hermano Alfredo, le robaron el auto y extorsionaron con una llamada telefónica para que con un depósito de dinero les permitieran salir del lugar de secuestro. “De tu hermano olvidate”, dijeron al liberar a Alfredo, quien pudo despedirse de “Bebe”, que estaba en una celda próxima.
“Enero del 77 era un infierno de gente que caía casi diariamente”, torturas feroces, recuerda. Bebe le transmitía que “les estaban midiendo los talones”. Así finaliza Néstor su testimonio agradeciendo la oportunidad de hacer público lo que fuera ese momento político.
“Pregunté qué pasaba y me dijeron que estaban jugando al gallito ciego”
Florencia Bernales inicia su testimonio indicando que tanto ella como su grupo familiar fueron víctimas del terrorismo de estado. Su padre era peruano y su madre argentina; visitaban periódicamente Buenos Aires. En esas ocasiones residían en la casa de su tía abuela Berta Yussem, donde el 28 de enero del 77, fue el secuestro de miembros de la familia D´Alessio.
La testigo, de poco menos de 3 años, compartía juegos con Malena D´Alessio, hija de “Bebe” y estaban descansando al momento del operativo. Su mamá Marta, al llegar al departamento, reconoce movimientos. Conocedora del momento de persecución que estaba viviendo José Luis y temiendo por su propia situación dado que vivía en Perú, no ingresa y se desencuentra con su hermano Jorge Campana, con quien había ido a buscar a las dos niñas para llevarlas a una plaza. Él subió a pesar de todo.
Florencia recuerda varios hombres entrando en la vivienda y que ellas fueron puestas en un cuarto indicándoles que durmieran, lo que no hicieron. Rememora el caos y la confusión. Precisa que lo más fuerte fue, llegada la noche, el momento en que los llevaron en un auto y ella ve cómo los vendan a todos. “Como yo hablaba, pregunté qué pasaba y me dijeron que estaban jugando al gallito ciego”.
Sabe que llegaron a una comisaría sobre la calle Huergo, de la que salieron al día siguiente Sofía Yussem, Malena, Alfredo padre y así se reencontró con su mamá. Estuvieron durmiendo varios días en distintas casas y Marta se ocupó de buscar a su hermano, quien fue liberado finalmente. Después retornan a Lima.
La situación atravesada se manifestó diversa a lo largo del tiempo. Aun niña, en un tartamudeo muy intenso, fue la expresión del miedo ligado a “los hombres malos” y su experiencia en la Argentina. Ya veinteañera, viviendo en Londres, escuchó una llamada de un supuesto militar destinada al periodista en cuya casa se alojaba y sufrió un ataque de pánico, sin poder hablar y respirar, presa del terror. Vivió además variados episodios de miedo irracional, que la testigo asocia como manifestación recurrente de la angustia vivida.
En conversaciones posteriores con su tío Jorge, Florencia pudo saber que él había compartido cautiverio con Alfredo y “Bebe” D´Alessio. “No era un tema fácil de hablar” para él. Tampoco lo es para ella en la actualidad. “Quisiera que se haga justicia lo antes posible”, expresó como deseo final.
“Lo tortuoso es el no saber e imaginar lo que hicieron a mi papá”
Malena D´Alessio, se presenta como hija de José Luis y de Elena Subirats; nieta de Sofía Yussem y Alfredo D´Alessio. A los poco más de 2 años fue víctima de un secuestro familiar con 6 integrantes de su familia y su papá permanece desaparecido.
Inicia su relato manifestando las dificultades vividas en torno a lo que fue no poder hablar de su papá, que logró después de los 16 años. Pudo llevar adelante la lucha interna para superar el trauma a través de la música, la escritura y la militancia. Éste testimonio supone “emprender un viaje al corazón mismo del dolor, al núcleo del trauma”, expresa. Eso es lo que más le cuesta y pide paciencia a quienes la escuchan.
Sus primeros recuerdos son en Brasil. Alrededor de los 3 ó 4 años, al preguntar por su papá, la madre le respondió: “a tu papá lo mataron los militares; cuando seas más grande te voy a explicar mejor”. Tuvo trastornos de incontinencia urinaria hasta ya grande por lo que la mamá la llevó a un tratamiento psicológico. También remarca tener un trauma especial con las separaciones, aun en el marco del juego con una amiga. Su infancia fue atravesada por tensiones familiares que le dificultaron mucho abordar ser “una hija de desaparecido”. El tema se le convirtió en tabú, impidiéndole hablarlo.
En democracia, ya en Argentina, a través del relato fundamental de sus abuelos, pudo conocer “el aspecto humano” de su papá y así, amarlo. El relato social y de los medios sobre los desaparecidos como delincuentes, le causaba mucho dolor.
Malena recuerda el enorme impacto en su cuerpo de la entrevista de Verbitsky con Scilingo, por los vuelos de la muerte. Se mareaba. Ella imaginaba que el asesinato de su padre había sido por un tiro; nunca pensaba la tortura en relación a él.
Las leyes de impunidad y el indulto fueron “un antes y después” en su vida. Al dolor se le sumaba una rabia desbordante y entonces su catarsis fue a través del rap, en que sus letras y la música le permitían expresarse. Escribió un tema llamado “Hijo de desaparecido” que le permitió tramitar ese padecimiento frente a la negación política de los hechos.
Con su banda “Actitud María Marta”, siempre se incorporó en las luchas por los derechos humanos. No le resultaba suficiente de todos modos y fue integrar HIJOS lo que la alivió, por compartir la mirada y la necesidad de hacer. Participó en los escraches a los genocidas.
El camino personal aún estaba pendiente. Pero lo asumió a través de la elaboración de un documental sobre su papá y un homenaje con la colocación de una baldosa. Asimismo, inició una investigación sobre su secuestro y el de su familia, avanzando como querellante.
Florencia relata que “Bebe” fue alumno en el Nacional Buenos Aires e ingresó en Ciencias Exactas, luego en Filosofía y Letras, pero hizo de la militancia su tarea principal. Ayudar en el secundario, con su escuela, en las inundaciones en Quilmes, lo transformó. Estuvo en una agrupación marxista que editaba el periódico “El Obrero” pero luego se vuelca a la Juventud Peronista, a Montoneros. La participación en la zona Norte, se dio en el astillero Astarza, reclamando por los derechos laborales de sus trabajadores.
José Luis y Marta se separan a partir de la diferencia en cuanto a los riesgos a asumir por la militancia. Su papá pasa a la clandestinidad y no quiere emigrar para “no dejar en banda” a sus compañeros. Ante la persecución, la madre, junto a su pareja, emigra a Uruguay y Malena queda con sus abuelos paternos, maternos y su papá, quien no quiso autorizar su salida.
“Era un tipo muy valiente, de estar en la primera línea”; “tenía un liderazgo muy singular”; “era un tipo que se imponía al poder: estaba dispuesto a desacatar”; “era absolutamente solidario”, son algunas de las frases que Malena lee de amigos sobre su papá.
Malena reconstruye conmovida el operativo de secuestro, en el que van recogiendo a diversos miembros de la familia, en dos autos. Al “Bebe” lo llevan a casa de sus padres y allí se despidió de ella con un beso. Estuvieron un día con su prima y abuelos en un centro de detención y luego fueron liberados. Jorge Campana, José Luis, Alfredo y la secretaria Mary fueron trasladados al Pozo de Quilmes donde José Luis fue muy castigado, sin recibir alimentos.
Estando secuestrados son extorsionados y Alfredo padre depositó el dinero que le exigían. Finalmente, liberan a Jorge y a la secretaria juntos y, más adelante a su tío, a quien le dicen que no pregunte más por su hermano, que se olviden de él. Alfredo pudo por una mirilla despedirse y “Bebe” mandó cariños a Malena.
Emocionada, Malena afirma: “me siento muy orgullosa de una generación que no acatamos ese mandato de la época.” Ese mandato caló en su familia, pero no en su abuela paterna que participó con las Madres, presentó numerosos habeas corpus. Su familia materna logró sacarla del país y finalmente Brasil fue el destino de todos hasta la democracia.
Malena evoca a su abuela Sofía Yussem, quien a los 105 años se acercó a un juez para pedir justicia y ella retoma ese pedido. Señala que la mayor consecuencia de lo vivido es el trauma, el desastre que hicieron con la vida de su familia, pero destaca que estar juntos como querellas en este juicio, le resulta reparador. “Lo tortuoso es el no saber e imaginar lo que hicieron a mi papá”, sintetiza.
Como cierre, lee unas palabras en las que plasma su deseo de que la justicia haga que los responsables del genocidio vayan a cárcel común, perpetua y efectiva. Expresa que el amor que arde en ella es el que llevó a su viejo y su generación, con una fuerza transformadora, y siempre con sus convicciones presentes, a la lucha por un mundo mejor.
Finaliza Malena con la entonación de su rap “Hijo de desaparecido”, escrito en la adolescencia. Su voz fue creciendo, intensa, y dejó a una audiencia estremecida.
El juez Basílico anuncia la próxima audiencia para el 6 de diciembre a las 8.30 horas.
*Cobertura a cargo de Adriana Redondo
Cómo citar este texto: Diario el Juicio. 29 de noviembre de 2022. “EMPRENDER UN VIAJE AL CORAZÓN MISMO DEL DOLOR”. Recuperado de https: https://diariodeljuicioar.wordpress.com/?p=1450