EL RASTRO DE MIGUEL HESAYNE EN LA DIPPBA El obispo que enfrentó la dictadura
A los 96 años, murió ayer Miguel Hesayne, obispo emérito de Viedma y miembro emérito de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM). En pleno terrorismo de Estado, Hesayne se enfrentó a la dictadura militar, denunció las violaciones a los derechos humanos, el crimen de monseñor Angelelli, y acompañó el reclamo de verdad y justica de las familias de las víctimas. En democracia, siguió denunciando las violaciones a los derechos humanos producto de un modelo económico que producía hambre, miseria y opresión. Durante años, el obispo también fue vigilado por la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires; su legajo es una muestra de su vocación al servicio de los más necesitados.
ANDAR en Viedma
(Agencia Andar) “Acaso usted no conoce como nosotros que las Fuerzas Armadas han violado sistemáticamente los elementales derechos del hombre”, le escribió el obispo Miguel Heseyne al dictador Jorge Rafael Videla en 1983. Desde antes y hasta el fin de su gobierno pastoral, Hesayne mantuvo su compromiso con las víctimas y las luchas por memoria, verdad y justicia. E hizo del diálogo epistolar una herramienta de denuncia.
La información está contenida en el legajo 854 de la mesa Factor Religioso de la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires (DIPPBA). El legajo se inició en mayo de 1983 para recopilar las reacciones a las leyes de amnistía que preparaban las Fuerzas Armadas para su retirada.
Para el obispo, ese documento de la jerarquía militar en relación a la lucha antisubversiva que sólo pretendía la impunidad de los perpetradores del terrorismo de Estado era “falso, inmoral e hipócrita”. Para ese entonces, Hesayne llevaba años recibiendo denuncias de familiares de desaparecidos que se acercaban a su iglesia o a la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, organismo que integraba en ese tiempo.
Miguel Hesayne fue nombrado obispo de Viedma en 1975. Cuando se produjo el golpe de Estado, tenía 53 años y era uno de los obispos más jóvenes pero nunca dudó en ponerse al servicio de las víctimas y denunciar las violaciones a los derechos humanos. En esa lucha no estuvo solo: junto a Jorge Novak y Jaime De Nevares y otros pocos casos más conformaron una voz disonante dentro de la jerarquía eclesiástica.
Ya en abril de 1977, Hesayne quiso acercarle esas denuncias que recibía en el obispado de Viedma al entonces ministro del interior de la dictadura, Albano Harguindeguy. Después de ese encuentro, el obispo declaró: “Desde la alta oficialidad se reniega prácticamente del Evangelio al ordenar o admitir la tortura como medio indispensable”.
En la misma carta que le envió a Videla en 1983, Hesayne subraya que “estoy en condiciones de afirmar con mi testimonio la verdad de lo que digo”. Esa oportunidad llegará recién con su declaración en el Juicio a las Juntas. Y más tarde con su testimonio en el juicio por el asesinato de monseñor Enrique Angelelli en la Rioja, crimen que nunca dudó había sido ejecutado por la dictadura militar.
En el archivo de la DIPPBA hay dos fichas personales de Hesayne y la mayor parte de la información producida por la inteligencia bonaerense se encuentra en la mesa “factor religioso”. La primera mención aparece en un legajo de 1968, donde ya es conceptualizado como cura tercermundista. Un año antes, en agosto de 1967, había adherido al manifiesto de los 18 obispos del Tercer Mundo.
A partir de 1979, hay un seguimiento minucioso de sus manifestaciones públicas recogidas en medios de prensa, que continúa hasta su renuncia a la conducción de la diócesis en 1995. Sobre sus intervenciones, hay un particular interés en la homilía del tercer domingo de cuaresma de 1984, que coincidía con los 100 días desde el retorno a la democracia: “continúa la sed de verdad porque todos deseamos conocer lo que realmente sucedió en el país”, reclamaba desde su discurso dominical.
En esa misma homilía de los 100 días, el obispo volvía a encontrarse del lado de los sectores más vulnerables, denunciando la desigualdad del sistema capitalista: “Mientras unos pocos tiene mucho, otros no tienen ni lo necesario para su subsistencia”. La denuncia de la pobreza, la miseria y la opresión fueron parte de su formación en la doctrina social de la iglesia y lo acompañaron durante todo su gobierno pastoral.
Otra nota de prensa recogida por la DIPPBA es una prueba de ello, de la valentía del obispo para enfrentar a la dictadura y también de su capacidad para comprender en toda su magnitud el régimen impuesto por el terrorismo de Estado: en 1977, el entonces ministro de economía José Martínez de Hoz visitó la conferencia episcopal, Hesayne le dijo que “nos íbamos a convertir más y más en un país tal vez rico, pero con muchísimos y los más de los argentinos pobrísimos”.
Su último registro en la DIPPBA es de 1995, cuando medios de prensa se hacen eco de su decisión de renunciar a la diócesis a los 72 años. Desde su retiro se dedicó a la formación de laicos en el Instituto secular de los cristíferos, lugar desde el cual siguió defendiendo la doctrina social de la iglesia y la necesidad de una iglesia al servicio de los hombres y mujeres.
Miguel Hesayne murió ayer a los 96 años. Deja como legado una vocación pastoral al servicio de los sectores más vulnerados.