JORNADA DE RESTAURACIÓN DEL MURAL DE LA CHINA CUELLAR Ni una menos en las cárceles
Este domingo desde las 12 del mediodía, familiares y amigos de Florencia, la China, Cuellar organizan una jornada cultural para restaurar el mural que recuerda a la joven muerta en el penal de Ezeiza en diciembre de 2012. El mural se había realizado hace más de un año, en la previa del 8M, bajo la consigna Ni una menos en las cárceles también. La China fue la última de nueve chicas que, entre 2009 y 2012, murieron en la cárcel de mujeres de Ezeiza. Todas muertes bajo custodia del Estado, poco investigadas y atravesadas por la corrupción y el corporativismo del Servicio Penitenciario Federal. “La dignidad de las personas en el encierro queda supeditada a la arbitrariedad de los carceleros”, dice Alfredo Cuellar. La China vive en la lucha.
ANDAR en CABA
(Agencia/Andar) “Hace más de un año, un día antes de la movilización del 8M, realizamos el mural Ni una menos. En las cárceles también. Queríamos mostrar que la lucha de las mujeres también estaba en el encierro donde siguen sufriendo múltiples violencias y violaciones a los derechos humanos”, cuenta Alfredo Cuellar, papá de la China. En este tiempo, el mural fue vandalizado en varias oportunidades, poco a poco el mensaje se fue ocultado. “Hace poco más de un mes, se había tapado todo y decidimos juntarnos para restaurarlo”.
Bajo la consigna “La China vive en la lucha”, familiares y amigos de la joven convocan a la jornada de restauración que se realizará el próximo domingo 24 a partir del mediodía en avenida Almafuerte al 300, Parque de los Patricios. Además, habrá radio abierta, feria autogestiva, olla popular, fulbito, serigrafía y música en vivo. Los organizadores también recibirán alimentos no perecederos y artículos de higiene personal para acercar a las unidades penitenciarias.
“Los que recorremos las cárceles sabemos lo que sucede adentro. Sabemos de la violencia y la crueldad y también sabemos que es un negocio tremendo, que hay corrupción y que el presupuesto destinado al servicio penitenciario no llega a las cárceles. Todo lo que tienen las personas privadas de su libertad es lo que le llevan sus familias, todo lo tenemos que poner nosotros”, resume Cuellar.
En diciembre se cumplirán 6 años de la muerte de la China; en estos años, la causa avanzó muy poco. Desde el primer momento, Alfredo denunció serias irregularidades en la investigación: no se preservó la escena, el cuerpo fue manipulado y el Servicio Penitenciario Federal encubrió el hecho. “Es muy difícil luchar contra un aparato tan poderoso. La misma justicia está al servicio de la corrupción y la impunidad”.
La China apareció muerta el 23 de diciembre de 2012 en el complejo penitenciario IV de Ezeiza. Ese día Alfredo recibió un llamado no oficial diciendo que debía acercarse a la cárcel. Cuando llega se entera por comentarios de otras detenidas que la China había sido asesinado, quiere ver al Jefe del Penal pero no lo atiende; sólo baja un oficial escoltado por otros guardicárceles pero no le confirma nada, le dice que tiene que ir al juzgado. En ese momento, también ve que trasladan a otra detenida en ambulancia.
Desde el primer momento, Alfredo tuvo la versión de que otra detenida, con la complicidad de los penitenciarios, asesinó a su hija. La versión oficial dice otra cosa. El mismo día de la muerte, en la morgue, le piden a Alfredo que firme el acta de suicidio. Él se negó, había visto el cuerpo, estaba golpeada y no tenía signos visibles de haberse ahorcado. Florencia Cuellar fue la última de nueve mujeres que, entre 2009 y 2012, murieron en el complejo penitenciario IV de Ezeiza en casos de “muertes dudosas”. Casos que se fueron desvaneciendo en una trama de complicidades, corrupción e impunidad.
Lo que queda por fuera de la justicia es la organización y la lucha de los familiares. Alfredo Cuellar es parte de la red de familiares víctimas de violencia institucional de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM). “La Comisión nos brinda la posibilidad de organizarnos, de visibilizar lo que viene pasando en las cárceles y en los barrios, de denunciar la violencia represiva y la impunidad. Necesitamos de organismos independientes para luchar contra la corrupción y crueldad del sistema”, dice Alfredo.
Invisibilizados por los grandes medios de comunicación, desamparados por la justicia y olvidados por el Estado, los familiares víctimas de violencia institucional encuentran en la organización un camino, un espacio desde el cual discutir las políticas públicas de seguridad: “Es un tema de interés político, y nosotros tenemos el compromiso de hablar por los que no tienen voz, por esas personas que todos los días sufren el encierro, allí la dignidad de las personas queda supeditada a la arbitrariedad de los carceleros que, tarde o temprano, terminan matando. Dentro de las cárceles el aparato represivo sigue intacto”, cierra Cuellar.