El compromiso de las nuevas generaciones con los derechos humanos
La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) viene realizando, desde hace unas semanas, los primeros encuentros regionales del programa Jóvenes y Memoria. Hasta el 15 de agosto, serán 21 en distintos puntos de la provincia con la participación de más de 15 mil jóvenes. En cada proyecto de investigación están los intereses, los miedos y los deseos de las nuevas generaciones. Qué quieren ser y qué reclaman del Estado. El inicio de este recorrido fue General Lavalle, ahí nomás del cementerio local señalizado recientemente como sitio de memoria por impulso de los jóvenes de la EEM 1 en el marco del programa de la CPM. Los desaparecidos, las víctimas de la violencia institucional, la situación en los barrios populares y el rol de la escuela, esas son las historias de la agenda actual de derechos humanos.
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(CPM) El viernes 15 de junio a las 22 horas, en el cruce de San Mauro Castelverde y J. V. González de Quilmes Oeste, una teniente primera de la Comisaría 9ª de Quilmes que estaba de franco sacó su arma reglamentaria y disparó contra dos jóvenes que quisieron robarle la cartera. Yoni quedó tendido en el suelo con una herida de bala en la cabeza y murió antes de llegar al hospital zonal. Llevaba en su cintura un arma de juguete. Para el fiscal Martín Conde la agente de la Policía Bonaerense actuó en legítima defensa. Yoni tenía 16 años, había dejado la escuela el año pasado.
La EES 68 está en el kilómetro 28 de la ruta nacional 3, en Villa Scasso, un barrio atravesado por la avenida Calderón de la Barca, el límite entre Laferrère y González Catán. A esa escuela iba Yoni; muchos de sus amigos siguen yendo y este año participan del programa Jóvenes y Memoria. “Es un barrio humilde, tenemos mucha gente desocupada y eso repercute en la escuela, perdemos matrícula porque para los jóvenes es cada vez es más difícil continuar el secundario”, dice Elena, la coordinadora del proyecto. “La escuela siempre apaga incendios, vive tratando de emparchar, a veces no alcanza. Un fin de semana hacemos un bingo para reforzar la merienda, otro juntamos ropa para las familias de los chicos que asisten a la escuela”.
El proyecto de investigación es sobre violencia institucional: el caso de Fernando Padula, un joven atropellado el 25 de septiembre pasado por un móvil policial que circulaba prácticamente sin luces y conducido por un agente que no tenía el carnet con la habilitación especial que corresponde. En el medio pasó lo de Yoni. Los chicos y chicas de los barrios humildes conviven con estas escenas, conocen a las víctimas, saben que puede pasar en cualquier momento; es parte del miedo y la violencia que se fue naturalizando.
“La policía los acorrala, los hostiga, a veces hasta les saca plata. Se enfrentan todos los días con esta realidad y necesitan herramientas para defenderse de estos atropellos, reconocer sus derechos y garantías. Es sorprendente ver como ellos mismos fueron naturalizando estas violencia”, agrega la docente.
Los jóvenes estuvieron en el regional que se realizó en La Matanza, junto a otros 500 chicos y chicas. Ese espacio es la posibilidad de seguir pensando el proyecto propio, de mirar qué están haciendo otros equipos, también de proyectar la sociedad que quieren. “Muchos ya participaron del programa y me pidieron volver. Tienen un antes y un después de Chapadmalal, es un momento de encuentro y de expresión tan movilizante que hace que quieran seguir participando”, resume Elena.
El regional en La Matanza fue el tercero de un recorrido que se inició en General Lavalle, en un polideportivo municipal emplazado cerca del cementerio local. El cementerio de General Lavalle fue, como otros, el destino último que encontraron muchas víctimas del terrorismo de Estado durante la última dictadura militar. Los cuerpos arrojados al mar en los vuelos de la muerte aparecieron, un tiempo después, en las orillas de la costa atlántica y luego fueron enterrados como NN.
En el cementerio de Gral. Lavalle se encontraron, hasta el momento, 33 cadáveres de los cuales 19 ya han sido identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense. Entre ellos están Azucena Villaflor y Leonnie Duquet. En el marco del programa Jóvenes y Memoria, estudiantes y docentes de la Escuela Secundaria 1 comenzaron a investigar este tema en 2011, y el año pasado presentaron un proyecto de ordenanza para que se declare sitio de memoria que fue aprobado por unanimidad. “Por la democracia, construyamos este sitio de memoria”, dijeron haciendo uso de la banca libre del Concejo Deliberante. En diciembre, el cementerio fue señalizado.
“Jóvenes y Memoria es un espacio de conquista que trasciende el propio programa. En Lavalle, lograron avanzar en una historia que otros no podían develar, lograron la ordenanza por unanimidad y la señalización. Un proyecto de los jóvenes que terminó convocando a distintos espacios políticos y sociales. Esa fuerza creativa de las nuevas generaciones es la que impone la marca de este programa”, reflexiona Yamila Zavala Rodríguez, integrante de la CPM e hija de desaparecidos-asesinados por el terrorismo de Estado.
Yamila estuvo en el primer encuentro regional: “Que hayamos iniciado el recorrido en Lavalle es un reconocimiento a ese trabajo pero lo más importante es que en este territorio creció mucho la participación del programa con nuevas experiencias y discusiones, este año con trabajos muy interesantes sobre violencia de género, agrotóxicos, medioambiente y salud, espacios públicos, los debates espontáneos por el proyecto de interrupción voluntaria del embarazo”.
En la división territorial diagramada por las Fuerzas Armadas para la represión, Lavalle y las localidades cercanas formaron parte de la Subzona XV. Los delitos de lesa humanidad cometidos en ese territorio se están juzgando actualmente: la causa contempla 273 casos, 32 acusados y más de 500 testigos. “Aunque en menor escala con respecto a Lavalle, el cementerio de General Madariaga también terminó siendo un depósito de esos cuerpos que eran devueltos por el mar”, cuenta Eugenia, docente de la Escuela Secundaria 3.
Destino clandestino II es, como el nombre lo indica, la continuidad de un trabajo de investigación que iniciaron el año pasado en Jóvenes y Memoria. “Todas las actividades de la dictadura militar tuvieron ese sesgo de clandestinidad. También el destino de las víctimas y también los relatos sobre ese pasado que tardaron en emerger en las localidades pequeñas como Madariaga”, agrega la docente.
En el cementerio de Madariaga hay once cuerpos enterrados como NN y dos ya fueron identificados. La investigación de los jóvenes de la ESN 3 este año apunta, en diálogo con el trabajo de Lavalle, a reconstruir esa historia y el rol que ocupó Madariaga en el circuito represivo. “Por lo que sabemos, y aunque no esté señalizada, la Comisaría 1ª también funcionó como un centro clandestino de detención, funcionaba como punto de apoyo de la Base Naval de Mar del Plata”, explica Eugenia.
Como tantas otras comisarías que formaron parte del andamiaje clandestino del terrorismo de Estado, todavía hoy siguen funcionando como lugares de encierro en donde la tortura sigue siendo una práctica sistemática. “Algunas prácticas represivas siguen vigente. No hace tanto, en esa comisaría, apareció muerto un joven”, agrega Eugenia. El domingo 13 de enero de 2013, Damián Sepúlveda fue detenido en la calle luego de una supuesta pelea; ese mismo día apareció ahorcado en un calabozo de la comisaría. Su hermana, miembro de la Policía Bonaerense, denunció desde el primer momento que lo habían asesinado.
“Este proyecto ya es parte de la escuela, como una espacio para sostener el diálogo con la historia y desde las reivindicaciones que hacen los jóvenes en el presente; un proyecto no sólo para construir la memoria local sino también para no naturalizar esas violencias que persisten”, cierra la docente de la ESN 3 de Madariaga.
Después de General Lavalle, vinieron Tres de Febrero, La Matanza, Chacabuco, Tigre, Escobar y Mar del Plata. Siete destinos de 21, unos 4 mil estudiantes ya participaron de estos encuentros y serán muchos miles más en las próximas semanas. “Los jóvenes tienen la posta de esos procesos de memoria, nos interpelan y construyen el pensamiento de toda una generación. Un pensamiento crítico, de lo que sienten, ven y escuchan. Con Jóvenes y Memoria también sienten a la CPM como un lugar de pertenencia y de defensa de los derechos humanos”, concluyó Yamila Zavala Rodríguez.