ENTREVISTA AL PERIODISTA PLATENSE PABLO MOROSI “El caso Bru le dio lugar a la voz de las víctimas en el relato policial”
El autor habló de su trabajo en el libro “¿Dónde está Miguel. Caso Bru: un desaparecido en democracia”, que presentó junto a Cristian Alarcón y Rosa Bru el martes 13 de agosto en el rectorado de la UNLP, calle 7 entre 47 y 48.
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(Agencia) Pablo Morosi tenía 24 años cuando desapareció Miguel Bru y estaba haciendo sus primeras incursiones en el periodismo profesional. Junto a su amigo Cristian Alarcón colaboraba con el suplemento de La Plata del innovador Página/12, y el 19 de septiembre de 1993 dieron un salto a la edición nacional publicando la primera nota que hablaba de la desaparición de un estudiante de periodismo, en la que podría estar involucrado personal policial de la comisaría Novena de La Plata. La investigación del caso y la búsqueda de Miguel lo acompañan desde entonces.
Veinte años después publica el libro ¿Dónde está Miguel? El caso Bru: un desaparecido en democracia, donde repasa su desaparición, los personajes que intervinieron y la figura de Rosa Schoenfeld, la mamá de Miguel, que se convirtió en referente de la lucha contra la impunidad.
– ¿Qué cosas puso al descubierto la desaparición de Miguel y la investigación posterior?
– Yo creo que es un caso que desnudó esta connivencia, esta complicidad, entre la policía, la justicia y la política. En donde unos se cubren a otros, en donde el tema central que supuestamente le interesa a la gente -el tema de la inseguridad- no se resuelve. Ninguna de esas tres patas queda afuera de esa complicidad con el otro que se equivoca, que comete un error o que tiene una forma de actuar que termina siendo funcional a la política, o a un tipo de política que se va perpetuando, que va generando recursos y que va creciendo en torno a ese funcionamiento.
– Si tuvieras que ponerle nombre a esas tres patas…
El caso del juez es paradigmático. El juez Amílcar Vara -que fue el primero que tuvo el caso- terminó destituido porque en 27 causas, la de Miguel y 26 más, había alguna participación policial y se daba algún tipo de encubrimiento o protección o paraguas para la policía que se había mandado alguna cagada….
En términos políticos claramente es la época del gobernador Duhalde, que había llevado a la policía a Klodzyck, que antes de ser jefe de policía era jefe de narcotráfico. Ahí se empieza a tejer toda una historia -que no se sabe cuánto tiene de leyenda y cuánto no- de la relación de Duhalde con la droga. Klodczyck tenía esta idea muy corporativa de proteger a su gente y había negociado con Duhalde esto de lo que tanto se habla aún hoy: el autogobierno policial, donde la política queda al margen en tanto y en cuanto no generara problemas. Lo cierto es que eso no funcionó porque le generó más problemas.
[pullquote]Este caso desnudó esta connivencia, esta complicidad, entre la policía, la justicia y la política[/pullquote]
Y también este caso se dio en un momento especial de despliegue de todo lo que es el sistema de medios: a fines de los ‘80, principio de los ‘90 empieza esta cosa de las radios comunitarias, los nuevos espacios y la aparición de nuevos temas. En La Plata hasta entonces teníamos Radio Universidad, Radio Provincia y diario El Día, hasta el 93. En diciembre del 93 aparece el diario Hoy, después del caso Bru. Era muy cerrado el circuito, muy acotada la cantidad de profesionales que trabajaban, estaba también esta política de Duhalde vinculada con cooptar periodistas en la sala de periodistas. Entonces en ese esquema es comprensible que el discurso de la mejor policía del mundo funcionara hasta ese momento. Y entonces sucede lo de Miguel en donde aparecen otras voces y otros espacios que dejaban circular esas voces, que dicen ‘no, mirá, esto no es así’. Me parece que ahí hay un quiebre muy interesante desde el punto de vista de la comunicación. Y desde el punto de vista –creo que ese es un gran aporte del caso Bru- de cómo al penetrar en los medios masivos con una novedad que es que en los casos policiales se empezó a tener en cuenta a las víctimas. Antes las fuentes eran los policías, los jueces y los políticos, que eran justo los que estaban tratando de encubrir las cosas.
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– ¿Y qué factores te parece que se dieron para que esto fuera de esta manera?
– Yo creo que hay una combinación de tres cosas: una es el carácter de Miguel y la especificidad de lo que estudiaba. Si hubiera estudiado medicina no sé si hubiese sido exactamente igual. Lo otro es la capacidad, la perseverancia y la fortaleza de la figura de la madre, y su figura en sí misma, fisonómicamente. Porque también se sumaba a permitir entrar en los medios masivos de comunicación que fuera rubia, que fuera una señora y no que fuera una persona con otras características fisonómicas que no suelen ser personajes de los medios. Y hay un tercer elemento que para mí también es importante y es que en ese momento, en esos nuevos espacios chicos de comunicación que había en la ciudad estaban siendo ocupados por periodistas formados en democracia. Que se comprometieron con ese caso. Que generaron un compromiso de mostrar ese caso que estaba vinculado con esta cuestión en la que se habían formado de repudiar las desapariciones en la dictadura, de ver un montón de cosas a partir de su formación en democracia.
[pullquote]Otro gran aporte del caso Bru fue que en los medios masivos se empezó a tener en cuenta a las víctimas en los casos policiales [/pullquote]
– ¿En el libro cuáles son los aspectos que vos tomas particularmente?
– Primero hago un repaso tratando de ver quién era Miguel. De dónde venía, cómo era su familia. Su secundaria en La Plata, el ingreso a periodismo, su inclinación por la música, más de juego que de otra cosa porque no tenía ninguna formación musical. Él había armado un grupo de pibes que la pasaban bien, que buscaron un espacio en una casa que habían encontrado abandonada. Se instalaron con una idea que no era solamente tomar la casa, porque Miguel hizo un trámite con el curador (el dueño estaba internado en un neuropsiquiátrico) y fue a verlo varias veces e inició un trámite formal para tener un permiso provisorio de la ocupación, que no lo pudo terminar porque desapareció. Ellos se comprometieron a reponer los servicios y lo hicieron. Entonces lo que hace es mostrarnos un poco cómo era Miguel. Su situación en la facultad, su actividad como músico y cómo empiezan a tener problemas en esa casa, primero con los vecinos y después los vecinos lo llevan a la policía. Si bien las denuncias nunca aparecieron es natural pensar que sí existieron porque los chicos ensayaban ahí. Al principio podría entenderse que la policía lo hacía para calmar a los vecinos pero después hubo otras situaciones en donde ya el objetivo de la policía parecía ser otro. Está todo ese conflicto. Después yo centralizo un poco esta cuestión de mostrar quiénes son los personajes en la figura de Vara, quién era Vara, cómo llega a ser juez…después voy a la figura de lo que se llama la patota, el servicio de calle de la comisaría novena: quiénes eran, de dónde venían, recorro un poco los legajos de cada uno, dónde estuvieron juntos, dónde no. Y finalmente me detengo en la figura de Rosa como quien lleva la bandera de la lucha durante todos estos años para que no se olvide.
– ¿Qué te acordás de esa época?
– Era mucho estar con Rosa, llamarla, hablar, mucha estrategia improvisada con los colegas de los otros medios. Recuerdo eso, ir a las marchas, a las asambleas de periodismo, donde había mucha puja porque obviamente los sectores más de izquierda querían ir a prenderle fuego a la policía, querían ir de frente a señalar a la policía, y había una actitud más de prudencia o de no ir tan de frente de parte de la comisión de amigos y familiares porque entre otras cosas en la familia de Miguel había un policía que estaba schokeado por la situación o le costaba interpretar o tomar la hipótesis esta de que sus propios camaradas le había matado un hijo.
– Recordás qué les pasaba en ese momento con el tema de que fuera un “desaparecido”, uno de los primeros en democracia. ¿Era pensable esto?
– Sí, era una cosa fuerte, que nos pegó a ese grupo de periodistas. Había mucha discusión de la época de la dictadura y los desaparecidos…yo creo que nosotros reaccionamos en parte también porque claramente rechazábamos esa figura, ¿no? Y queríamos denunciar que esto podía seguir ocurriendo en democracia. Cuando sabemos que los mecanismos que generó la impunidad con la que trabajaban en dictadura no era fácil desmontarlos culturalmente, de hecho hasta el día de hoy persisten. Eso está en otra parte del libro: enfoco en la patota, primero voy más atrás y digo La Plata como lugar emblemático de la represión, la provincia de Buenos Aires en donde la institucionalización de la policía en la represión fue tal que sus edificios orgánicos funcionaron como centros clandestinos de detención. Entonces era una cuestión que nosotros teníamos muy presente y frente a la cual reaccionamos en general por esa concepción de tener muy fuerte la defensa de la democracia, como un valor que el periodismo debía tener.
– ¿Qué cosas fuiste redescubriendo o te sorprendieron a medida que avanzaste en la investigación, 20 años después?
[pullquote]La capacidad, la perseverancia y la fortaleza de la figura de Rosa fueron claves[/pullquote]
– Primero que nada me sorprendí con algo que realmente era algo que había olvidado, y es que me encuentro con un currículum mío del año 96 que decía trabajos de investigación. Entre ellos había uno que decía “la historia de Miguel Bru, inédito”. Y ahí recuerdo que yo había empezado a juntar cosas y a escribir y lo había dejado. Empecé a buscar los archivos de cosas viejas y me encuentro con una caja donde tenía de todo: anotadores de aquella época, las hojas pautadas de Página /12 con los originales de las notas, un casete con una entrevista a Vara, ahí mismo tenía el anotador de la cobertura del juicio y del jury, una cantidad de documentos, panfletos…la primera sorpresa fue ésa: encontrarme con que yo en algún momento había querido hacer esto. Y lo había olvidado. Pese a que a lo largo de mi carrera siempre estuve ligado a ese caso. Primero en Página/12, después como jefe de información general en el diario Hoy cuando se publicó la revelación de las declaraciones de la Negra Celia (N. de R: Celia Jiménez, uno de los testigos claves del caso), en las que le había dicho a Rosa que a Miguel lo había matado la policía. En el 98 yo estaba negociando para entrar al Diario Perfil y ahí metí la cobertura del Jury; y en el 99 cuando se hace el juicio no estaba trabajando en medios, pero quería cubrirlo y lo cubrí para la revista de la Asociación Judicial Bonaerense. Ese compromiso se mantenía.
Después es muy fuerte reencontrarse con los personajes que por ahí uno dejó de ver. Algunos yo no los conocía, como a la Negra Celia. Pero ir ahora a ver a la Negra Celia y saber que a 20 años sigue desarrollando la misma actividad, en el mismo lugar, a la misma hora, es muy fuerte. Y es un personaje súper golpeado por la vida, por las circunstancias, este caso la perjudicó muchísimo, vivió escondida mucho tiempo…
– Hay que recordar que más allá de la prueba del libro de guardia, son los testigos los que permiten desandar ese camino…
– Bueno, el libro comienza con un laburo que yo hago que surge de la lectura de los testimonios tanto en el juicio como en las distintas declaraciones de los testigos a lo largo de la investigación. Lo que hago es tratar de armar un rompecabezas, tratando de posicionarme en donde estaba cada uno en un planito y el relato que hacen de lo que vieron, armarlo como si fuera reconstruir el hecho en base a ese relato. Y es asombroso pero se logra una secuencia lógica y coherente. Y aparte reiteran la cantidad de personas que participaban, los lugares…hay errores menores, pero es asombroso cómo podés en base a los relatos reconstruir el hecho. Incluso los horarios de la secuencia se puede armar. El libro empieza con ese relato.
– Pensando lo que cambia y lo que no cambia…pensar a Rosa en estos 20 años también es fuerte, ¿no?
– Yo creo que lo que es re loco de Rosa es pensar cómo las personas cuando tienen oportunidades y capacidad pueden desarrollarse. A Rosa lamentablemente la oportunidad le vino de una desgracia, pero reveló un costado desconocido e inexplorado que tenía ella: supo hacerse fuerte ahí en medio de ese dolor que la transformó en un referente. Cómo el golpe de lo de Miguel la hace salir de una manera que la transforma en una persona que te dice las cosas que antes callaba y que sabe callar cuando tiene que callarse- es muy inteligente en eso- y que ha logrado transformarse en alguien que se mira como un ejemplo, con admiración. Ha tenido un discurso muy coherente, no ha buscado el protagonismo por el protagonismo. Ella ha buscado el protagonismo con la exclusiva intención de hablar de Miguel y no ha tenido reparos en ir a cualquier lugar que le diera un mínimo espacio para decir qué era lo que había pasado con Miguel. Y también es muy loco en la historia que ella ha utilizado recursos periodísticos…para mí es una gran comunicadora. Ha utilizado recursos periodísticos para revelar la historia. Ella cuando va a hablar con la Negra Celia, lleva un reporter que le pide previamente a los chicos de la comisión, averigua cómo se usa, fue con pánico de que se saltara la tecla y se delatara en el medio de la conversación…entonces estuvo practicando con un morral, a ver cuánto aguantaba, o sea, utilizó las herramientas que su hijo hubiera utilizado como periodista para revelar el crimen.
[pullquote]Rosa es una mujer de una paciencia y una perseverancia difícil de encontrar [/pullquote]
Y también una mujer de una paciencia y una perseverancia difícil de encontrar. Uno puede decir que ella ha tenido logros, sí, pero esos logros le han llevado muchos años. Ella estuvo encadenada frente e la gobernación, frente a Casación, y en el paso de esos días hay que sostenerlo: la templanza, el ánimo, sin saber qué va a pasar, y lidiando con jueces y funcionarios judiciales. La verdad es que es admirable. Es una máquina Rosa.
– Hace poco la Asociación Bru patrocinó el caso de Daniel Migone, un joven asesinado por la policía en la misma comisaría que Miguel. ¿Qué continuidades y qué diferencias ves en ese entramado del que hablabas al principio?
– Yo creo que hay un punto de inflexión en la visibilización que genera ese título tan genial de la revista Noticias que es el de Maldita policía. Se instaló de una manera muy potente y cambió la consideración pública de la fuerza. Contra lo que antes venía de la mejor policía del mundo que también era toda una movida marketinera de llenar la Plaza Moreno de patrulleros, de incorporar tecnología de comunicaciones a la lucha contra el delito, que era el planteo de Klodckzyck y Duhalde. Ahí hay un punto de inflexión. Ese título instala una forma de ver la policía de ahí en adelante. Ahora cuando uno visibiliza el problema lo que se supone que viene después es el cómo lo resuelvo. Estamos hablando del noventa y pico para acá. Y lo cierto es que si vos mirás las políticas de seguridad en todos estos años lo que menos tiene es de continuidad en un proceso de cambio. Entonces, en ese entramado no ha habido demasiados cambios. Lo que sí hay es que esto que yo señalaba como un aporte muy importante del caso Bru -incorporar a las víctimas en el relato periodístico de los casos policiales- ha quedado instalado para siempre. Hay una predisposición en los medios de ir a buscar la palabra de las víctimas, incluso antes que el relato policial o judicial. Y esto lo que hace es mostrar permanentemente la reiteración de casos, dejando al desnudo la falta de cambios.
– ¿Qué significa para vos, a 20 años, que no haya aparecido el cuerpo de Miguel?
-Aun cuando aparezca, o si hubiera aparecido, lo que eso marca es el grado de fortaleza del espíritu de cuerpo y las capas de encubrimiento que permite que eso subsista. El espíritu de cuerpo direccionado a la impunidad: mantener impune lo que para ellos es un error, un exceso.
Hay una anécdota que no la pude confirmar pero sí está en el libro: en la madrugada en que ocurre el crimen había, como todos los martes y jueves, un asado en la departamental La Plata. Estaban presentes Vara, que estaba de turno, el jefe de la departamental, otras autoridades y periodistas policiales. En la sobremesa, Ojeda (titular de la comisaría Novena) recibe un llamado: nadie escucha bien qué le dicen, pero él llega a decir “me tengo que ir porque hay un lío en la comisaría”. Con lo cual, si eso es cierto, desde el comienzo, Vara, el jefe de la departamental y el propio Ojeda, que negó siempre haber sabido, sabían desde el primer momento lo que había pasado.
– Y desde lo personal, cómo fue el proceso de escribir el libro.
Desde lo personal estuvo atravesado por muchas cosas. Por un lado lo profesional: este caso significó para mí en ese momento una cosa muy fuerte en el comienzo de mi carrera. Y después, en lo personal, esta coincidencia de que los 20 años del caso son los 20 años que hace que estoy con Sandra (Sandra Di Luca, también periodista). Esta decisión de llevarlo adelante, en donde Sandra me acompaña en la investigación, también era meterse a mirar cosas del pasado, del caso, de los personajes, de la pareja…situaciones que son muy movilizadoras.
[pullquote]Si vos mirás las políticas de seguridad en todos estos años lo que menos tiene es de continuidad en un proceso de cambio[/pullquote]
Yo doy clases en la Universidad de La Plata y en la de Quilmes. Cada año la llevo a Rosa como una parte curricular de lo que estoy dando pero también con un compromiso que tiene que ver con que Rosa pueda conectarse con los pibes que están estudiando lo mismo que estaba estudiando su hijo cuando lo desparecieron. Y el año pasado en noviembre, cuando fue a Quilmes, yo la escuchaba y ahí caí en la cuenta de que eran los 20 años y le dije “Rosa, hay que escribir un libro”, alguien lo va a escribir?
Me acuerdo que en las fiestas del 93, 94, ella había perdido a Miguel hacía muy poco, y a mí se me ocurrió ir a verla. Mi idea era contar cómo pasaba las fiestas esa mujer, esa familia, y yo creo que en la producción de esa nota ahí se armó un lazo, un vínculo con ella que soporta que a lo mejor durante seis meses no nos veamos, pero siempre estás conectado. Por eso todo es muy movilizador y con mucha satisfacción con el resultado. Creo que pudimos hacer un laburo que sirve para compilar una historia que la opinión pública tiene desdibujada, además en todo ese tiempo en que no pasaba nada, a Rosa y a la familia le fueron pasando un montón de cosas. Se creó la Asociación, que habla del compromiso de Rosa ya no con su caso sino con la problemática y con los familiares de otras víctimas, que eso también habla de cómo ella se ha convertido en esto que es, un referente.
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