PREOCUPACIÓN POR EL AUMENTO DE ESTOS PROCEDIMIENTOS EN EL ESPACIO PÚBLICO Detención ilegal de un joven en San Nicolás
Malcolm tiene 16 años y el miércoles fue detenido sin ningún motivo y trasladado a la comisaría 1ª de San Nicolás. Cuando el fiscal de turno llegó a la departamental y exigió que el joven fuera liberado, los agentes policiales no pudieron explicar por qué había sido detenido. El caso de Malcolm no es un hecho aislado; bajo una supuesta política preventiva, las fuerzas de seguridad vienen cometiendo todo tipo de procedimientos ilegales y arbitrarios sobre los jóvenes en el espacio público: averiguación de identidad, cacheos, requisas de vehículos y pertenencias.
ANDAR en San Nicolás
(Agencia) “Qué sabés vos si tenés 16 años”, respondió uno de los oficiales de la Policía Bonaerense. Malcolm y otros amigos estaban contra la pared mientras los requisaban, todos los jóvenes se habían identificado. No había orden judicial y ni prueba alguna de delito o contravención. El operativo, como tantos otros, era un operativo al voleo: “tenemos orden de tomar identificación en la calle por decisión del jefe de Comisarías de San Nicolás”, intentaron justificarse después frente al fiscal.
“Hay ignorancia y hay órdenes”, dice Marcelo Echaniz, padre de Malcolm, y explica: “mi sensación es que había muchos policías que, efectivamente, no sabían que lo que hacían era ilegal y, al mismo tiempo, me parece que ellos tienen la orden política de realizar estos operativos para mostrar números en las actas”. En el último tiempo, según la información que se desprende de las acciones informadas por los comandos de patrulla, San Nicolás es una de las dos ciudades con más procedimientos de requisas en la vía pública; la otra Mar del Plata.
El miércoles a las 23 horas, Marcelo recibió un llamado de su hija Mai pidiéndole que vaya urgente porque se querían llevar detenido a Malcolm. Malcolm estaba con sus amigos en la plazoleta frente al Centro Municipal de Atención Ciudadana (CEMAC), Mai estaba saliendo de su clase de ensayo musical cuando vio dos patrulleros detenidos en la esquina de Garibaldi y Almafuerte y a los agentes policiales rodeando a los jóvenes.
“Primero les piden los documentos, todos se identifican; después los ponen de espalda contra la pared y los requisan; en ese momento, mi hijo, que sabía que la policía no puede hacer lo que estaban haciendo, les dice que está mal lo que hacen, entonces se empecinan con él, lo verdugean”, relata Marcelo. Y aclara: “casi como si fuese una revancha”.
Después de ese intento por hacer valer sus derechos, los policías se ensañan con él, empiezan a ´verduguearlo´ y quieren ponerle las esposas; forcejean, una mujer policía desde atrás le pega dos trompadas. Un vecino ve esta escena y también se acerca a pedir explicaciones. Los agentes no responden, no se identifican. Todo queda grabado por el celular de Mai, la hermana de Malcolm. Durante la pericia forense que se realizarán después, se constatarán varias lesiones: rasguños y moretones en Malcolm y también en Mai, que fue agredida porque querían impedirle que filmara.
Cuando Marcelo llega al CEMAC, su hijo ya estaba esposado adentro del patrullero. Casi al mismo tiempo, llegan otros dos móviles, bajan agentes con armas largas. Más desmesura para un procedimiento arbitrario e ilegal, para llevar adelante una detención que no tuviese que haber ocurrido. Marcelo les dice que es el padre, que su hijo es menor, que si no había ningún delito se lo tienen que restituir. La única respuesta que recibe es: “el operativo está en marcha, lo llevamos a la Comisaría 1ª. Salen los patrulleros, Marcelo va detrás de ellos.
En la comisaría, a Malcolm lo trasladaron directamente al pasillo que comunica la parte de adelante del edificio con los calabozos, lo sentaron solo frente a la puerta del primer calabozo. Recién ahí le sacaron las esposas. Marcelo, en el hall de entrada, reclama que le digan por qué está detenido, les vuelve a decir que no tienen razón para dejarlo detenido. Ante la negativa de los oficiales, reclama que llamen al fiscal de turno.
Unos veinte minutos después, el fiscal Alejandro López entra en la comisaría, llega por el llamado de un testigo alertándolo de la situación. Nunca lo llamaron desde la departamental; peor aún, fue él quien llamó antes de presentarse personalmente, pero no lo quisieron pasar con el comisario. El fiscal entra al pasillo que va hacia los calabozos, agarra a Malcolm y lo saca al hall de entrada. Allí, se pone a explicarles a los policías porque era un procedimiento ilegal.
Marcelo presentó una denuncia por privación ilegítima de la libertad, la causa recayó en la UFI N 3, especializada en violencia institucional. Más allá de la justicia, Marcelo dice que es importante que estos casos se visibilicen para que no sigan naturalizándose: “hay muchos pibes que creen que la policía tiene derecho a esto, a pararte, requisarte. Es como nos han ido metiendo la concepción del estado policial”, cierra.