YA HUBO AL MENOS CUATRO Denuncian otra muerte por torturas en la comisaría 10ª de Santiago del Estero
Mauro Coronel tenía 22 años falleció el martes en el Hospital Regional Ramón Carrillo de Santiago del Estero donde estaba internado desde el fin de semana después de estar detenido en la comisaría 10ª de la capital provincial. Cuando la madre lo fue a ver a la dependencia policial escuchó los gritos de dolor de Mauro y vio cómo lo torturaban; él mismo llegó a relatárselo durante esos días de internación. La Red de familias y organizaciones contra la violencia institucional recordaron que en esa comisaría ya hubo, por lo menos, otras cuatro muertes con similares características; una de ellas, el asesinato de Ramón Vázquez en 2013, llegó a juicio y el año pasado cuatro policías fueron condenados a perpetua por el delito de torturas seguida de muerte.
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(Agencia) A raíz de una denuncia realizada por un vecino, en la madrugada del viernes 1° de mayo, efectivos de la comisaría 10ª de Santiago del Estero detuvieron a Mauro Coronel en su propio domicilio en el barrio Santa Rosa de Lima de la capital provincial. La madre del joven, que vive a metros de la casa de su hijo, vio cómo lo golpeaban en el trayecto hasta el móvil policial.
Casi detrás de la policía, salió ella; cuando llegó a la dependencia policial, comenzó a escuchar los gritos de dolor de Mauro, se acercó y pudo ver como lo torturaban: el joven tenía una bolsa en la cabeza y estaba rodeado por varios policías que le pegaban en el suelo. Otros efectivos la retiraron del lugar y le avisaron que Mauro iba a quedar detenido en la comisaría, que durante la mañana podía acercarle ropa. Varias horas después cuando volvió a la comisaría, su hijo ya no estaba.
Esa misma madrugada, Mauro ingresó al Hospital Regional Ramón Carrillo. Sin embargo, a su madre en la comisaría le mintieron, le dijeron que lo habían trasladado a la Escuela de Policía (está funcionando como lugar de alojamiento para aquellas personas que son aprehendidas por no respetar la cuarentena), pero allí tampoco estaba. Durante todo el día la madre preguntó y recorrió dependencias policiales sin encontrarlo.
El sábado, una vecina le cuenta que vio a Mauro en el hospital en una sala de internación y con custodia policial. La madre lo encontró visiblemente golpeado, vomitaba sangre y le costaba hablar, pero llegó a contarle lo que ella ya sabía: que en la comisaría lo habían torturado.
El cuadro clínico del joven se agravó y el domingo lo pasaron a terapia intensiva. Este martes 5 de mayo, alrededor de las 6 de la mañana, Mauro falleció. La doctora que lo atendió le había comentado a la madre que presentaba distintas lesiones en las vías respiratorias. La familia espera todavía el resultado del informe preliminar de la autopsia.
Recién cuando se conoció la muerte de Mauro, cuatro días después de su detención, las autoridades policiales comunicaron que el joven se descompensó en el calabozo de la comisaría y lo trasladaron inmediatamente al hospital.
“Sólo la denuncia les bastó para hacer lo que hicieron, lo torturaron con un efecto aleccionador, que es una práctica común de los policías aquí, y de esa comisaría en particular, contra los jóvenes más indefensos”, sostiene Cecilia Melián, integrante de la agrupación HIJOS que forma parte de la Red de familias y organizaciones contra la violencia institucional de Santiago del Estero.
La familia de Mauro recibió hoy su cuerpo, mientras espera los primeros resultados de la autopsia, esperan también que las autoridades ministeriales tomen alguna medida. Hasta el momento, a la familia no le notificaron si los policías que estaban de servicio la noche de la detención del joven fueron apartados o suspendidos.
“A diario, cientos de personas son torturadas, como Mauro, en las comisarías y dependencias policiales de Santiago. Sólo que, de vez en cuando, alguien no soporta las brutales golpizas y muere. Lo matan. Como a Darío Pérez, a Ramón Vázquez, a Julio Ávila, a Lucho Corbalán”, señalaron desde la Red en un comunicado público.
En febrero del año pasado, cuatro policías fueron condenados a perpetua por la privación ilegal de la libertad y torturas seguida de muerte de Ramón Vázquez. “Creíamos que esa condena sería un mensaje, el aviso de que esos crímenes iban a ser juzgados. Pero la muerte de Mauro nos demuestra lo contrario. Que los policías tienen potestad para hacer lo que quieran y en el caso de la comisaría 10ª lo hacen, incluso, con el beneplácito de vecinos y vecinas que habilitan y demandan esa violencia contra los jóvenes que son de los asentamientos y barrios populares que rodean el barrio Autonomía, donde está emplazada la dependencia policial”, cierra Melián.