JUICIO POR EL CASO GOROSITO Declaró el testigo que vio a Fabián en la comisaría la noche de su muerte
“Estoy seguro que era Gorosito”, dijo Juan Nieto en una nueva audiencia del juicio por la muerte de Fabián y las torturas contra otros tres jóvenes. Nieto ya había declarado en el primer juicio y, desde entonces, está bajo el programa de protección de testigos. En esta nueva declaración, frente a los jueces del TOC 5 de Morón, aseguró que vio cómo golpearon a Fabián en el pasillo de los calabozos, antes de sacarlo a la rastra de la comisaría 6ª de Mariano Acosta, en Merlo.
ANDAR en Morón
(Agencia Andar) “Cuando reconocí la cara de Fabián Gorosito, me ofrecí para contar la verdad sin medir el peligro que iba a enfrentar yo o mi familia”, señaló Juan Nieto durante su declaración. La noche del 14 de agosto de 2010, pocas horas antes de que apareciera el cuerpo de Fabián en la zanja de un descampado en Mariano Acosta, Nieto estaba detenido en la comisaría 6ª de esa localidad cuando, según su testimonio, vio cómo torturaban a Gorosito en el pasillo que daba a su celda. “Después de golpearlo lo encierran en el calabozo AA [averiguación de antecedentes y contravenciones], está un rato y después lo sacan; dos policías lo cargan de los hombros, iba arrastrando los pies”.
Cuando ocurrieron los hechos, Juan Nieto llevaba cinco meses detenidos en la comisaría 6ª de Mariano Acosta, Merlo. Esa noche estaba sólo en su celda; salvo por periodos de tiempo muy cortos, durante el tiempo de su detención estuvo solo y separado de los calabozos de población porque era miembro de una fuerza. Nieto era cocinero del Ejército nacional, donde se había alistado de manera voluntaria.
No es la primera vez que declara por la muerte de Fabián, él fue uno de los testigos del primer juicio en 2013. “A mí esto me costó dejar todo, empezar de nuevo desde cero, en otra ciudad”, dice. Desde entonces, Nieto está bajo el sistema de protección de testigos. Luego de dar testimonio en el primer juicio, recibió una copia de su declaración en una bolsa que dejaron en la puerta de su casa.
Cinco años después, dijo que no se arrepentía, que sólo tenía la verdad para contar. Frente a los jueces Marcos Lisa, Julia La Llana y Agustín Gossn, que integran el TOC N 5 de Morón y de espaldas a los policías imputados —que, una vez más, presenciaron las declaraciones desde el fondo de la sala para impedir, como estipulan los instrumentos internacionales del derecho, que el testigo se sienta intimidado o amenazado—, confirmó lo mismo que había declarado anteriormente: Fabián estuvo en la comisaría, lo torturaron y se lo llevaron. “Estoy seguro que era él”.
Tantos años después de la muerte de Fabián Gorosito, Nieto no pudo decir con exactitud cuándo fue la golpiza, sin embargo la situó en esos días de agosto y dio precisiones sobre la vestimenta del chico que había visto cómo golpeaban y que coinciden con las ropas que llevaba Gorosito cuando fue encontrado muerto.
“En cierta hora de la noche, encerrado no tenía mucha noción del tiempo, empiezo a escuchar gritos e insultos. ‘Hijo de puta, esto te lo merecés por violador’, gritan para que puedan escucharlo todos los detenidos. Eran muchas voces insultándolo al mismo tiempo”, declaró. En los códigos tumberos, se sabe que los violadores no cuentan con la simpatía de los demás internos, pero esta mención también hace a referencia a otro punto sustancial del juicio: antes de su muerte, Fabián Gorosito había sido víctima de hostigamientos, amenazas e, incluso, un causa armada por robo y violación. El motivo: cobrarse una venganza policial, porque Fabián mantenía un romance con Aixa Sosa, la mujer del policía Adrián Giménez y única civil imputada en este juicio. Venganza que se cobraron, finalmente, en la madrugada del 15 de agosto.
“Listo, aflojen muchachos, parece que se nos fue la mano”, dijo el comisario Pablo Nievas, según el testimonio de Nieto. “Giménez estaba de civil y le seguía pegando, Oviedo lo agarra y se lo lleva por la fuerza”. Además de esos tres policías, Nieto dijo que, por lo menos, otros cuatro participaban de la golpiza, pero que no pudo identificar. “El chico estaba boca abajo, en cruz; tenía un policía pisándole los talones, otros lo sujetaban de las muñecas, dos le pegaban piñas y patadas en las costillas, uno de ellos era Giménez; Oviedo estaba parado mirando cómo le pegaban. El chico gritaba de dolor. Fue una tremenda paliza”.
Cuando terminan de golpearlo, Nieto reitera que “lo levantaron y lo llevaron a la celda que estaba frente a mí. Nos quedamos mirando, le hablé y no me contestó nada. Está un rato nada más. No lo volví a ver”.
Poco tiempo después de ese hecho, Nieto obtiene una morigeración de su pena y termina la condena con prisión domiciliaria. El tío de Fabián Gorosito, que también era policía, es quien lo acerca como testigo en la fiscalía. “No me arrepiento, me siento libre de contar la verdad. Estuve, doy testimonio de que esas cosas pasaron en esa comisaría”, cerró su declaración.
El testigo que fue compañero de pabellón de los imputados
En la misma audiencia, por iniciativa de la defensa —acompañada también por la fiscalía— declaró Rodolfo Fernández, otro joven que estuvo detenido en la comisaría 6ª en los mismos días que ocurrieron los hechos que se ventilan en este juicio: la muerte de Fabián Gorosito y los tormentos y torturas que sufrieron pocos días antes Maximiliano Silva, Daniel Mancini y José Ismael Mancini.
Antes de empezar su declaración, Fernández negó haber tenido relación con cualquier de los imputados o las víctimas, Luego recordó que en ese tiempo, que coincide con su ingreso a la comisaría, llegó a compartir celda con Nieto durante dos semanas; pero su relato se contradijo en fechas, y no pudo determinar con precisión cuáles fueron los días que compartieron.
“Nos palearon algunas veces, uno ya sabe que eso pasa cuando caemos, pero nunca vi una escena de violencia”, declaró Fernández y, antes de que le pregunten, agregó: “Para mí Fabián Gorosito no estuvo nunca en la comisaría, si no lo hubiese visto”. Luego de compartir celda con Nieto, Fernández fue enviado a los calabozos de población y luego, unos pocos meses después, trasladado a la Unidad Penitenciaria 39 de Ituzaingó donde recorrió varios pabellones hasta ser alojado, por ser hijo de un oficial retirado de la Policía Federal, en un pabellón de policías donde compartió el encierro con Giménez y otros tres imputados.
Por las contradicciones que existieron entre ambos testimonios en referencia al tiempo que compartieron celda y a los hechos que declaró haber visto Nieto y negado Fernández, la defensa oficial y los abogados que representan a los imputados solicitaron un careo que fue aceptado por el Tribunal, a pesar de la oposición sostenida por el Ministerio Público Fiscal y el abogada de la querella. Sin embargo, no pudieron resolver las contradicciones que pueden deberse simplemente al tiempo que ha pasado entre el hecho y el momento del testimonio; el resto de las pruebas en el juicio darán más valor de verdad a uno u otro testimonio.