PRÁCTICAS UNIVERSITARIAS EN LA CPM De lo contado a lo vivido
Estudiantes de la carrera de Trabajo Social de la Universidad Nacional de La Plata realizan sus prácticas en la sede de la Comisión Provincial por la Memoria, lugar donde se guarda y gestiona el archivo de la ex Direccion de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires (DIPPBA).
Andar en el archivo
(Agencia) “Donde ahora está la facultad, antes era el distrito militar. Empezá la nota así”, pide Romina Montenegro, una de las cuatro estudiantes de la carrera de Trabajo Social que hacen prácticas universitarias en la sede de la Comisión por la Memoria de la provincia de Buenos Aires (CPM), donde está el archivo de la Dirección de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires.
“Es una experiencia de intercambio que surgió hace ya casi cuatro años con la cátedra de Trabajo Social IV” explica la directora del programa de Justicia por Delitos de Lesa Humanidad, Claudia Bellingeri. El equipo del archivo no sólo custodia los documentos sino que también recibe investigadores y responde a la justicia en los casos en que se hayan cometido delitos de lesa humanidad. En este marco se realizan informes para las fiscalías, los juzgados y los tribunales orales.
[pullquote]las estudiantes quedaron impresionadas con todo lo que contiene el archivo y la incidencia que tiene[/pullquote]
“Nosotros respondemos pedidos de información al interior de la provincia de Buenos Aires y a nivel nacional. Cada una de las instancias implica un mayor grado de responsabilidad, trabajo y profundidad. Por ejemplo para el informe realizado en el marco del juicio Circuito Camps estuvimos trabajando cinco personas durante un tiempo sostenido”, explica Juliana Bagnato, una de las coordinadoras de la intervención de las estudiantes, al tiempo que indica que “las chicas realizan informes que no contienen una carga analítica. Los juzgados de La Plata, que son los que les fueron asignados a las practicantes, les requieren información sobre víctimas o represores y ellas deben contestar con lo que haya en nuestro archivo o informarles la ausencia de esos datos”.
“A través de una coordinación que se lleva adelante desde la Comisión, integramos a las chicas a un trabajo que no sólo sea burocrático y formal sino que les permita comprender qué es lo que hacemos nosotros acá en el programa para la justicia”, señala Claudia Bellingeri.
Dice chicas porque el equipo de este año está conformado por cuatro mujeres. Además de Romina, lo integran María Florencia Pisano, María José Ortega y Leticia Argemi. Todas ellas conocían a la institución “de nombre” y tenían “idea” del compromiso que la Comisión tiene con los derechos humanos. Aunque todas también admiten que se quedaron “impresionadas con todo lo que contiene el archivo y la incidencia que esto tiene en la justicia y también en la vida cotidiana”.
Durante la búsqueda de la información, las jóvenes aprenden a usar los programas informáticos que recopilan todos los legajos -que se encuentran digitalizados- y también reciben capacitación acerca del modo de trabajo de la institución así como también de análisis y reflexión sobre la historia reciente.
“Tengo familiares desaparecidos y como que nunca tomé dimensión hasta que entré acá. Cuando vi todo organizado, tan guardadito, el fichaje, eso me golpeó un poco porque pensar que ahí adentro está mi tía, mi tío”, cuenta Romina mientras mueve las manos en círculos, dando cuenta de algo grande, inmenso. “Me chocó estar tan cerca de algo del pasado, histórico, de algo que me había contado mi abuela”.
“Este lugar les proporciona un desafío extra, distinto a las prácticas que puedan hacer en otras instituciones”, sigue Juliana Bagnato y explica que “esto se debe a que no está el sujeto con el que nosotros trabajamos. Hay sobrevivientes, por supuesto, y la familia de los sobrevivientes, pero están los desaparecidos y en realidad nosotros no estamos trabajando con esos actores”.
Ante este complejo trabajo, María Florencia cuenta que “uno tiene que poder separar la intervención profesional con toda esa carga subjetiva o emocional que nos genera este trabajo. Aunque, sin dudas, no es fácil evitarlo”.
El trabajo en el archivo
El archivo custodiado por la CPM reúne toda la información producida por la DIPBA y también legajos de Prefectura Naval de Bahía Blanca.
El Archivo de la DIPBA es el primer archivo de inteligencia policial recuperado y desclasificado de la República Argentina. Es un extenso y pormenorizado registro de persecución político ideológico sobre hombres y mujeres a lo largo de medio siglo. Los documentos del archivo han sido y son aportes para las causas judiciales, la averiguación de datos referentes a las personas y la investigación histórica y periodística.
[pullquote]El Archivo de la DIPBA es el primer archivo de inteligencia policial recuperado y desclasificado de la República Argentina[/pullquote]
“Además, a los familiares y a los sobrevivientes les permite seguir armando su historia”, reflexiona Juliana y aclara que “eso que pareciera estar en el pasado, está completamente vigente. Los juicios actualizan permanentemente la historia. Lo que aportamos como institución es el hecho de desarmar el ‘algo habrán hecho’ que es el puente que se establece con el presente, porque en el presente también están esas afirmaciones”.
Una mirada desde la intervención
A lo largo de los años recorridos por la CPM, la reflexión en torno a la memoria siempre ha sido un eje de trabajo. La memoria no se agota en el pasado, es un proceso presente que señala vigencias y puentes entre la historia y la actualidad. De allí, que las prácticas institucionales se inscriben en la intervención y la incidencia en la coyuntura, para poner en tensión cuestiones naturalizadas en el presente.
[pullquote]en el archivo evalúan la experiencia como una buena instancia para hablar, preguntarnos y conceptualizar el trabajo que hacemos[/pullquote]
“Nosotras como trabajadoras sociales podemos aportar en señalar cuáles son esos significados o esos imaginarios sobre los cuales se fue construyendo esta historia y poder analizarlos, problematizarlos, conceptualizarlos, para aportar un informe o una práctica para restituir a esos sujetos desde los derechos que le fueron vulnerados”, dice María Florencia con el acuerdo de sus compañeras que asienten en silencio. “Pensamos en trabajar desde una intervención que restituya la memoria, que le dé difusión a esta historia es parte de nosotros, porque nos constituye”, prosigue.
Por último, Juliana expresa que “evaluamos la práctica de los estudiantes en el programa como altamente positiva. Es como un encuentro en donde ambas partes aportan cosas distintas y donde más allá de la formación que nosotros le podemos aportar, ellos también nos aportan a nosotros una buena instancia para hablar, preguntarnos y conceptualizar el trabajo que hacemos”.