LA FISCAL IMPUTÓ AL EFECTIVO POR TENTATIVA DE HOMICIDIO AGRAVADO Continúan las amenazas contra el joven de Zárate brutalmente golpeado por un policía
El sábado 18 de julio, Alan, de 17 años, y otro adolescente de 16 fueron hasta la casa de un amigo, situada a dos cuadras de la del primero. Llamaron a la puerta y antes de que los recibieran, se acercó a ellos un miembro de la Policía Local de Zárate, Jorge Carlos Rodríguez, que vive enfrente de donde estaban parados los jóvenes. Comenzó a golpearlos brutalmente con una linga de moto, provocándole a Alan lesiones de extrema gravedad en su cabeza, y efectuó disparos con su arma reglamentaria, todo a la vista de vecinos y hasta de policías que llegaron rápidamente al lugar. El joven estuvo en estado crítico durante más de una semana, fue intervenido quirúrgicamente y recién el miércoles 29 pudo regresar a su casa. Recibió amenazas por una persona que se hizo pasar por médico; otra oficial merodeó su habitación; y patrulleros deambulan por la casa de la familia en actitud provocadora y amenazante desde aquél sábado.
ANDAR en Zárate
(Agencia) “Mi hijo estuvo a dos segundos de la muerte. Es el más chico de los cuatro que tenemos con mi pareja. Quiero que se haga justicia porque este hombre estuvo a punto de arrancarme la vida de mi hijo por nada y tenemos miedo de lo que puedan volver a hacer: no solo siguen pasando en patrullero frente a mi casa en actitud provocadora, sino que también amenazaron a Gladia, la mamá del chico al que mi hijo y otro amigo habían ido a buscar el sábado 18”, relata Sonia Rondan, la madre de Alan, horas después de regresar a su casa el miércoles 29 de julio, tras 10 días en el Hospital Zonal Virgen del Carmen de Zárate donde fue intervenido quirúrgicamente su hijo menor.
Jorge Carlos Rodríguez, integrante de la Unidad de Policía de Prevención Local (UPPL), llegó el sábado 18 por la tarde a su casa ubicada en Sáenz Pena al 2600, en el barrio Villa Nueva, en Zárate. Es un amplio lote con varias casas y la suya está situada detrás de la de Gladia, la madre del joven al que habían ido a buscar Alan y otro amigo.
Rodríguez bajó de su moto, tomó la linga y, sin mediar palabra, se avalanzó contra ellos. La golpiza duró varios minutos, y a Alan lo sostuvo contra el suelo, junto a una zanja, mientras lo golpeaba brutalmente a la vista de todos: la propia familia del policía; los vecinos de la cuadra que se acercaron e intentaron detener la agresión; la madre de Alan, Sonia Rondan, que desde su casa, a dos cuadras de allí, supo lo que pasaba; y un policía que, estando de servicio, pasaba por el lugar y miró pasivamente la escena. “Por algo le pega”, le respondió a las súplicas de la madre.
Más tarde, Sonia intentó realizar la denuncia en la sede de la Policía Local a la que pertenece Rodríguez, pero quienes la atendieron no formularon la diligencia: el propio Rodríguez ya había denunciado un intento de robo por parte de los chicos. Para ese momento, Alan ya estaba en su casa, acostado, dolorido pero consciente.
Al día siguiente, Sonia se dirigió a Prefectura Naval, y allí le informaron que la policía debía tomar su denuncia. Y efectivamente, al volver a la comisaría, pudo señalar al agresor de su hijo: le dijeron que había cambiado el turno del día anterior y que no les importaba si el agresor era compañero suyo: debía denunciarlo.
Mientras tanto, el mismo sábado por la noche el estado de Alan empeoró por lo que sus padres lo llevaron al hospital y quedó en observación por las lesiones en la cabeza. Al día siguiente los médicos llamaron a Sonia y le informaron que el cuadro de su hijo era grave, con derrame cerebral, fracturas de cráneo y coágulos que implicaban un riesgo inminente. Presentaba un hematoma subdural posterior y debían operarlo de urgencia por lo que se trasladaría hasta Zárate un neurocirujano de La Plata.
A partir de allí, el joven entraría a terapia intensiva para la operación y su madre, producto de los protocolos estrictos de prevención y distanciamiento social aplicados en el hospital, no podría permanecer a su lado.
Cuatro días después, el jueves 23, hubo un avance sustancial en la causa: por pedido de la fiscal Andrea Palacios, se realizó el operativo de detención del policía Jorge Carlos Rodríguez, que había sido imputado por el delito de homicidio agravado por tratarse de un efectivo de fuerza de seguridad en grado de tentativa. Y al día siguiente se realizó la primera declaración indagatoria.
Pero los padecimientos de Alan continuarían: el domingo 26, una semana después de su operación, ingresaría a la sala en la que estaba internado una persona que se hizo pasar por personal médico. “Si mi amigo no zafa (por el policía Rodríguez) podés darte por desaparecido”, amenazó el hombre al joven de 17 años, que horas más tarde, aterrado, se escapó del hospital y se fue a la casa de su tío.
Recién a partir de ese episodio, y habiendo reingresado Alan al hospital, Sonia pudo permanecer junto a su hijo las 24 horas en la sala de internación.
Finalmente, la recuperación fue como los médicos esperaban y, luego de algunos días en sala común, el miércoles 29 de julio le darían el alta en el hospital para que continuara en reposo en su propia casa. Sin embargo, una vez más, la complicidad policial actuaría contra el joven: una hora antes de recibir el alta, Sonia pudo observar a la distancia a una oficial de policía que se acercaba sigilosamente a la puerta de la habitación en la que estaba Alan.
“Me di cuenta que lo que ella intentaba hacer era hablar con mi hijo, decirle algo. Entonces me acerqué rápidamente y le pregunté a mi hijo, en voz alta, si pasaba algo. Fue entonces que la mujer cambió de dirección y le hizo alguna pregunta a una enfermera que pasaba”, describe Sonia.
“Con mi familia seguimos con muchísimo miedo. No sabemos quiénes son los policías que pasan por nuestra casa, quién los controla ni qué son capaces de hacer. Han amenazado a los testigos que declararon ante el fiscal sobre la golpiza y a Gladia le siguen llegando mensajes a su teléfono. Pasan por la calle y provocan. Realmente es una situación terrible para nosotros”, agrega.
En su angustia y dolor por la salud de su hijo y el temor a nuevas represalias, Sonia agrega su decepción y bronca por una publicación realizada en el diario local La Voz de Zárate el jueves 23. Titulada “Detienen a un policía por el crimen de un joven de 17 años”, la nota describe los hechos en base a fuentes judiciales y policiales, enfatiza en la causa penal por robo iniciada por el policía Rodríguez contra los dos jóvenes, y cierra con la falsa información de la muerte de Alan.
En efecto, el último párrafo señala que “los médicos lo operaron a raíz de un hematoma subdural posterior y se mantuvo en grave estado hasta el día posterior, en que perdió la vida”.
La nota salió publicada mientras Sonia y su familia aún no podían ingresar a la sala del hospital para acompañar a Alan, por lo que recibió esta noticia a través de vecinos que leyeron la publicación. “Tuvieron que dejarme entrar a verlo. No puedo entender que alguien pueda decir algo así y no tenga ninguna consecuencia”, cierra la madre.