EL TESTIMONIO DE VANESA ORIETA Con la voz cada vez más clara
En el juicio al único policía acusado de torturar a Luciano Arruga durante una detención enmarcada en el hostigamiento policial previo a su desaparición, declaró su hermana Vanesa Orieta. Durante 2 horas describió los detalles de ese 22 de septiembre de 2008.
ANDAR en los juicios
(Agencia) _ Su nombre completo y apellido
_ Vanesa Romina Orieta
_ ¿Cuál es su profesión ocupación u oficio?
_ Desde la desaparición de mi hermano trato de enganchar changas para poder subsistir.
Vanesa se saca un saco grueso y lo cuelga en el respaldo de la silla ubicada frente al TOC Nº 3 de San Justo que se juzga al policía Diego Torales, el único imputado por torturas durante una detención ilegal que Luciano padeció cuando tenía 16 años. “Prometo decir la verdad”, asegura y comienza su relato ante la pregunta del fiscal sobre qué pasó ese día. A lo largo de su narración irá adquiriendo firmeza hasta hacerse gigante y retirarse aplaudida de la sala de audiencias.
Ese 22 de septiembre Vanesa fue a la mañana hasta el destacamento de Lomas del Mirador, al enterarse de que habían detenido una vez más a su hermano Luciano. Cuando llegó la recibió una policía con “mala predisposición”, por lo que ella pidió hablar con el responsable a cargo. Así se presentó el teniente primero Diego Torales. Ella apuntó el nombre en su cuaderno “para recordarlo”, él, aunque le confirmó que Luciano estaba detenido, le negó ver a su hermano a pesar de que Vanesa le informó que era menor de edad y quería constatar que estuviera bien. “Torales no estaba de buen humor, no contestaba bien. En un momento me dice algo así como ‘¿vos sabés lo que hizo tu hermano?, tu hermano es un chorro’. Entonces yo le contesto que quién es él para decirme eso y responde que él es un policía”, recuerda Vanesa. Fue entonces cuando Torales le mostró el objeto que supuestamente había sido robado, “algo como un mp3 o mp4”.
«Yo hasta no ver a mi hermano y que me lo diga él no te voy a creer. Porque ustedes se vienen zarpando con mi hermano», respondió Vanesa. Y la situación empeoró. Ella estaba muy nerviosa, entraba y salía del destacamento, “tenía mucho miedo por mi hermano, sentía que lo que yo hacía podía perjudicar a Luciano pero las respuestas de estas personas no tenían sentido porque me estaba hablando desde la violencia, desde la discriminación. Ellos tenían un arma y el poder de tener a mi hermano la cantidad de horas que se les antojara, entonces no me quedaba otra que salir a respirar, bancarme las verdugueadas”.
Pasaban las horas sin novedades y con excusas y demoras por parte de los policías. La situación volvió a empeorar. Vanesa se acercó una vez más a pedir por su hermano: “yo me alteré en un momento y Torales estaba hablando por teléfono y le empecé a decir que no me podían impedir ver a mi hermano, que era mi derecho, que no había ningún juez de menores. Y ahí él tapó el teléfono y me dice ‘¿te podés callar que estoy hablando con el juez de menores?’ Pero ahí pasó algo: se abrió la puerta de la cocina y yo escucho a Luciano que grita ‘Vane sacame de acá que me están pegando’. Entonces aprovechando que me dice que hablaba con el juez de menores empiezo a gritar que le estaban pegando, que tenía que venir”. A Vanesa se le corta la voz: “hay cosas que no puedo explicar, porque ¿cómo explicar las emociones que corrían por el cuerpo?, yo quería romper todo. Me hacían sacar lo peor de mí, pero tenía que mantenerme tranquila para no entorpecer las cosas”. Ella logra transmitir la escena con precisión.
“Cuando una viene de un barrio humilde, como es el caso de mi familia, como es mi caso, está acostumbrada a estas formas. Que te traten mal cuando vas a hacer un trámite, que te traten mal en una comisaría, esta sensación de que todo se puede poner siempre peor y de convivir con esa angustia”. Igual ella sabía “que la situación con Luciano estaba mal”, y aunque los canales de diálogo con la policía se volvían cada vez más difíciles Vanesa intentaba explicarles, señalarles la situación.
Llegaban las 3 de la tarde y Vanesa tenía que irse a trabajar pero seguía con su mamá en el destacamento esperando que las dejen ver a Luciano. Ante la desesperación increparon al policía: “¿Ustedes saben que lo que están haciendo está mal?, Torales yo te voy a denunciar”. Nada funcionó, Vanesa tuvo que irse a trabajar.
Cuando salió de su trabajo fue directo a la casa de su mamá y se encontró a Luciano sentado en la cama “y cuando lo veo le digo: Negro… ¿vos te robaste esa porquería? Y mi hermano levanta la cabeza y me dice ‘vos sos una pelotuda, yo no me robé nada y encima me pegaron’, lloraba”. Vanesa quiso decir basta: “Negro vamos a hacer la denuncia, ya fue, porque no podemos seguir viviendo así, vamos al policlínico y que nos den el papel que constate que a vos te golpearon. Y fuimos, sé con seguridad que volvimos caminando porque no teníamos plata”.
La voz de la joven cambia con la dulzura de un recuerdo distinto, el de las risas compartidas, de la confianza, de las complicidades fraternales. En esa caminata siguieron charlando y terminaron riéndose de la situación “él en un momento me cuenta que había entrado con 20 pesos al destacamento y que no se los devolvieron. Era gracioso a él lo estaban deteniendo por un delito supuestamente y la misma policía le estaba robando los 20 pesos mugrosos que tenía él en el bolsillo”. Pero su tono vuelve a ensombrecerse “si hubiésemos tenido esos 20 pesos nos íbamos en bondi al hospital”.
También describió cómo había cambiado la vida de Luciano y de toda la familia a partir de la persecución policial que venía sufriendo, y sobre todo después de esa violenta detención. “No salía del barrio, teníamos que mandarnos mensajes cuando iba de un lugar a otro. Tenía miedo de volver a enfrentarse con la misma situación. Y al final, en vez de tratar de que ellos no acosen más a Luciano, nosotros le decíamos a Luciano que dejara de hacer su vida porque tenía todo el tiempo un grupo de policías que lo estaba parando y humillando”.
Su relato fue contundente. A la hora de comenzar con las preguntas la defensa de Torales, el policía acusado, buscó contradicciones que fueron desestimadas por el tribunal y se dirigió hacia cuestiones personales de la testigo: quién era su pareja y qué hacía, si militaba en ese momento, si se había asesorado con un abogado…
El jueves están citados a declarar por la defensa de Torales 6 policías que trabajaban en el destacamento en el momento de los hechos. A pesar de que la querella y fiscalía se opusieron a que se desarrollen estos testimonios, ya que podría tratarse de algunos de los involucrados en las torturas a Luciano, el tribunal dio lugar al pedido de los abogados del acusado. El viernes serían los alegatos.
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