EXTENSIÓN UNIVERSITARIA EN OLAVARRÍA Compromiso ambiental: la universidad en diálogo con el saber popular
Un proyecto de extensión con compromiso ambiental busca generar conductas ecológicamente comprometidas en la región. Una responsabilidad que nace en la universidad y se extiende a la comunidad para generar conocimientos y prácticas conjuntas.
ANDAR en Olavarría
(AC/ FACSO) Dejar una huella para seguir en el futuro. Participación, trabajos compartidos, dedicación y enseñanza son los eslabones que unirán a la UNICEN con la región. Las universidades han detectado en muchos casos diversas problemáticas en la comunidad para actuar estratégicamente en las formas de abordarlas. El proyecto de extensión “Compromiso ambiental” asume así la labor de trabajar por un futuro mejor. “La educación ambiental es uno de los principales pilares para el cambio de conductas que se puede dar tanto a través de la educación formal como no formal, a niños, jóvenes, adultos y mayores. Todos somos parte del estado en el cual vamos a dejar el mundo a las generaciones futuras”, señala Fabián Grosman, ingeniero agrónomo y docente en la Facultad de Agronomía de Azul.
El medioambiente y las prácticas responsables para su cuidado será uno de los ejes más importantes de esta labor. “La universidad es consciente de la necesidad de incorporar la ética ambiental en sus distintas funciones, para promover la adopción de conductas sociales y ambientalmente responsables, como el tratamiento crítico de los temas prioritarios de la agenda pública que tuviesen relación con el derecho a gozar de un ambiente sano y una salud acorde” ratifica Daniel Herrero, Secretario de Extensión de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNCPBA).
Algunas de las acciones a desarrollar en el inicio en las cuatro sedes de la UNICEN serán aquellas vinculadas a la concientización para la visibilización y desarrollo de buenas prácticas ambientales universitarias como también las de intervención territorial, posibilitando espacios de diálogo interactorales y multidisciplinarios. El ahorro de agua y energía, el reciclado de residuos, el respeto y buen uso de los espacios verdes son algunos de los tópicos que forman parte del proyecto.
Las responsabilidades de la ética ambiental
Se suele definir al medioambiente como la relación entre la sociedad y la naturaleza. Todas nuestras acciones están ligadas a dicho medio y a la realidad cotidiana. El contexto suele ser cambiante y complejo, por lo que se requiere de la labor de distintas personas como de un abordaje interdisciplinario desde el cual actuar. Lo que hacemos y cómo lo llevamos adelante se hereda, se transmite y también se enseña. De allí la importancia de contar con una conducta responsable. “Hoy en día se equipara calidad de vida con mayor consumo y es un error. Es la gente la que debe tomar la decisión de querer cambiar el sistema en el cual estamos inmersos. Muchas veces la razón es el desconocimiento y allí es donde debemos apuntalar todas las acciones”, enfatiza Grosman, para quien también es importante el acompañamiento de políticas públicas que fomenten este proceso de cambio de actitudes.
[pullquote]La educación ambiental es uno de los principales pilares para el cambio de conductas [/pullquote]
Este compromiso, que apunta permanentemente a la ética ambiental, se presenta como multidimensional y comienza en lo institucional para interactuar con la comunidad en propuestas de políticas ambientales, participación en debates y la búsqueda de acciones conjuntas. La ciencia y la tecnología son así adoptadas como instrumentos de transformación y desarrollo intelectual, bajo principios de solidaridad con el resto de la sociedad y criterios de sustentabilidad para extenderlo hacia las generaciones futuras. “La popularización y el cruce de saberes son es uno de los desafíos de la ciencia actual, que lamentablemente se haya mercantilizada. No siempre se tiende al bien común. La divulgación de la ciencia en el día a día es un tema pendiente que nos debemos como universitarios”, analiza Grosman en relación al rol del profesional académico y su vínculo con la sociedad. En este sentido es primordial que se generen instancias y prácticas de participación, compromiso y trabajo en conjunto, hechos para los cuales el proyecto tiene pensado una gran parte de su labor. “El conocimiento que la universidad produzca en diálogo con el saber popular puede generar nuevas instancias de reflexión que permitan abordar las temáticas ambientales de importancia en el territorio, y articular distintos actores generará nuevas instancias informativas y formativas” ratifica Herrero para quien la reciprocidad y la participación entre universidad y comunidad es esencial.
En el diseño e implementación del proyecto participaron decenas de investigadores, docentes, alumnos, graduados, no docentes y miembros de la comunidad, todos ellos con formaciones muy heterogéneas de Azul, Quequén, Olavarría y Tandil. “La enorme ventaja que posee la universidad es que entre su gente es posible que pueda cubrir el amplio espectro de temas a desarrollar: especialistas de temáticas, otros con miradas más amplias, algunos de acción más concreta, otros con una visión de análisis epistemológico. Esto genera un saber colectivo e integrado” sintetiza Grosman acerca de unas de las cualidades que destacan al proyecto. Una vinculación con el ambiente en su totalidad buscará generar prácticas de participación, libertad de expresión y pensamiento, para construir conjuntamente conocimientos según las demandas y problemáticas de la región y la comunidad. Una apuesta desde el presente que piensa en un futuro más responsable y saludable.