MILITANCIA, HISTORIA Y RESISTENCIA Casa Jorge Nono Lisazo: la unidad básica que hoy es sitio de memoria
La historia de recuperación de este espacio de «memoria y resistencia» llevó 25 años. Del abandono al reconocimiento este sitio, a diferencia de la mayoría que están vinculados al despliegue del terrorismo de estado, conserva la memoria de la organización gremial y barrial. Esta semana firmaron un convenio de cooperación con la Comisión Provincial por la Memoria, el organismo que ya lleva años de trabajo de memoria en la Provincia.
ANDAR en Vicente López
(Agencia Andar) La Casa de memoria y resistencia Jorge «Nono» Lisazo supo ser en los años ‘70 la unidad básica Combatientes Peronistas y hoy lleva el nombre de ese referente peronista de la zona, luego desaparecido. Es un sitio de memoria con la particularidad de que lo que guarda es una porción de la historia de organización y militancia, de una apuesta que vincula es pasado a la vida y no al terror y la muerte.
“Yo soy parte de esa historia porque me incorporo en esa época y actualmente hay dos o tres compañeros más también. En esa casa se cubrían dos aspectos: la parte de trabajo barrial y la militancia gremial; la zona donde está ubicada en esa época había una gran cantidad de fabricas textiles, metalúrgicas, laboratorios que formaban parte del núcleo importante de Vicente López”, cuenta Justo Pereira, integrante del Centro de Investigación Histórica de la Memoria (CIHME), el espacio que hoy nuclea a los vecinos y militantes que gestionan la Casa.
Pereira fue uno de los que le puso la firma a un convenio de cooperación entre su espacio y la Comisión Provincial por la Memoria, el organismo que ya tiene experiencia en la recuperación de sitios como el Ex CCD Pozo de Quilmes o la Comisaría 1° de Pergamino, entre otros, y con quien esperan profundizar líneas de trabajo para acercarse más a la comunidad del lugar.
“Nuestro sitio es distinto a muchos a de los demás porque éste es un lugar de vida, hacemos actividades como presentaciones de libros, películas obras de teatro y visitas guiadas con las escuelas. Este convenio nos acerca más a los temas que nos involucran con una agenda amplia en derechos humanos; es muy interesante esta llegada porque nos da un espacio más de participación”, asegura Pereira.
La unidad básica Combatientes Peronistas funcionó entre 1972 y 1974, cuando debió cerrarse por la persecución política a sus integrantes. “En la casa se aglutinaban compañeros que buscaban la forma de mejorar sus condiciones laborales a través de agrupaciones dentro de las fábricas y convergían en este local. Teníamos una agenda de reclamos sobre todo gremiales: de seguridad, de salubridad, a veces se organizaban las tomas de las fábricas, y se propiciaban desde el local acuerdos para sostener las asambleas, o garantizar las ollas populares”, recuerda Pereira y rescata un contexto donde la cantidad de trabajadores que nucleaba la zona era equivalente a la cantidad de habitantes del distrito.
Con el avance de la Triple A y la persecución política la UB debió cerrar sus puertas tras una serie de allanamientos. “Por esa época Montoneros estaba pasando a la clandestinidad y eso complicó el trabajo en las fábricas: no podíamos ser clandestinos los que teníamos que volver al trabajo. Cuando cerró el espacio nos reuníamos en las cercanías del lugar, en algún café o lugares de la zona. Pero con el golpe se agudiza la persecución que ya había comenzado con la Triple A. En ese periodo cae el Nono, que era nuestro responsable, junto con tres compañeros más, entre ellos su compañera. Fue durante un operativo que produjo la caída de muchos compañeros cercanos a la agrupación; fueron 26 los secuestrados entre el 19 y el 28 de abril, de los cuales 19 están desaparecidos. Eso es parte de la causa ESMA”, cuenta Pereira.
Con el regreso de la democracia la casa permaneció cerrada hasta 1998, cuando un cartel de venta activó al barrio. “Nos intrigaba mucho qué sería del lugar y el cartel de venta fue el detonante para que un grupo de compañeros y compañeras preparáramos el ingreso. Un 6 de diciembre rompimos un candado. La sorpresa mayor fue que estaba todo tal como lo habíamos dejado en el ‘74: los afiches, los grafitis, todo tal cual, era una impresión ver eso después de 24 años”.
La disputa por el lugar se extendió durante años, y en principio se logró una medida judicial de no innovar; la pelea para que el espacio sea declarado monumento histórico sujeto a expropiación llevó casi una década, pero alrededor de 2008 salió la ley y pudieron acceder a un subsidio para refaccionar el edificio y conservarlo. “En 2012 inauguramos y en el 2015 se consiguió que seamos declarados como sitio de memoria”, agrega Pereira.
En esta etapa el objetivo es apuntalar el trabajo y comenzaron a vincularse con otras instituciones, como la CPM, para fortalecerse.