ESPECIAL MONTE PELLONI Carlos Genson: “Que este testimonio sea una reivindicación para quienes murieron”
Durante la sexta jornada de audiencias continuaron las declaraciones de testigos ofrecidos por la fiscalía y la querella. Abrió la jornada Carlos Genson quien estuvo detenido en Monte Pelloni. En su testimonio nombró a los imputados Verdura, Grosse, Leites y Ferreyra.
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(AC-FACSO) La audiencia comenzó cerca de las 9:30 del miércoles y se notificó que las testigos Ofelia Haydeé Márquez y Liliana Mabel Zambano fueron reprogramadas con día y horario a confirmar, mientras que Carlos Fasciolo no pudo ser localizado y Alfredo Pérez no se encontraba en condiciones de prestar declaración testimonial.
El presidente del Tribunal Oral Federal de Mar del Plata, Roberto Falcone, llamó al primer testigo programado para la jornada, Carlos Genson, quien hizo una narración pormenorizada de cómo fue secuestrado, cuáles fueron los lugares en los que estuvo cautivo y qué tormentos sufrió durante su detención.
Genson comenzó su declaración contando que durante la madrugada del 16 de septiembre de 1977 un grupo que se denominó como “gente del Ejército” golpeó la puerta de su domicilio que compartía con su padre. El grupo de tareas estaba compuesto por personas “vestidas de civil, otros uniformados y algunos con capuchas”. Genson le comentó a su padre que lo venían a buscar “producto de mi actividad militante”. Lo golpearon y le consultaron si tenía armas, su respuesta fue negativa. Le ordenaron que se cambiara mientras lo golpeaban. Una vez vestido, lo esposaron, lo amordazaron, le ataron las piernas y le colocaron una bufanda en los ojos. Lo subieron a un unimog y “me tiraron encima de otras personas que había ahí”. En el trayecto pasaron por varios domicilios más, el de Mario Méndez, otro en el que cargaron a una mujer y finalmente por el de Ricardo Cassano. A todos los reconoció por su voz.
Viajaron un par de horas y los bajaron a los golpes en un lugar desconocido al que ingresaron caminando. En el trayecto pudo distinguir que cruzaron un portón, caminaron sobre pedregullo y pasaron por encima de una fosa mediante un “puente” armado con un tablón. “Nos pusieron en un cuarto grande y estábamos parados”. Con el tiempo pudo descubrir que compartía el lugar con Rubén Argentino Villeres, Juan Carlos Ledesma, Araceli Gutiérrez, Graciela Follini, Mario Méndez, Oscar Fernández y Osvaldo Fernández, a quienes conocía por su actividad militante en Olavarría. Estaban todos en la Brigada de Investigaciones de Las Flores, que luego pudo señalar en 1984 cuando con la CONADEP hicieron un reconocimiento del lugar.
Durante su testimonio declaró que allí sufrió torturas mientras lo interrogaban sobre su actividad militante en el Frente de Izquierda Popular y luego en la Juventud Peronista, junto a su hermano Marcos. Durante una nueva sesión de torturas, que incluyó la picana eléctrica, perdió el conocimiento y se mantuvo en ese estado por tres o cuatro días. Cuando recuperó la conciencia escuchó nuevamente las voces de Mario Méndez y Araceli Gutiérrez, al mismo tiempo que un oficial de la guardia (vestidos de azul), les preguntó si tenían hambre y les acercó un plato con comida, el primero luego de varios días de llevar secuestrados. “El guardia nos comentó que muy posiblemente sea la última porque nos iban a llevar de ahí”.
Esa noche los cargaron nuevamente a un unimog, “salvo a Villeres, Follini, Ledesma y Gutiérrez. Viajamos un par de horas, nos recibió un grupo numeroso de personas y nos dieron muchos golpes” uno de los cuales le dejó una importante herida en la nariz, que a 37 años del hecho se puede distinguir la cicatriz.
Automáticamente lo ataron a un árbol y fue sometido a un simulacro de fusilamiento, “me tiran unos tiros y pensé que estaba muerto hasta que vino nuevamente un golpe y dije no, todavía estamos”. Lo ingresaron a una habitación junto a otras personas y recuerda que algunos deliraban, como Carmelo Vinci y Juan José Castelucci. Estaban en el Centro Clandestino de Detención Monte Pelloni.
Nuevamente sufrió sesiones de tortura con picana eléctrica, al mismo tiempo que le preguntaban “si conocía algún militante político de esa época”. Atado a una cama con esposas en los pies y en las manos, fue reconociendo nuevas voces. Escuchó a Tissera, compañero de estudios en la Universidad, y a “Oveja” Maccarini con quien salían junto a Oscar Fernández a hablar de política.
Narró además, que por Monte Pelloni pasaba gente que los torturaban y no quedaban alojados ahí, como si el CCD fuera una especie de lugar de paso. “Unos quince días después hubo un grupo de gente que los sacaron de ahí, hicieron una limpieza del lugar y decidieron comenzar a darnos de comer, ya que por una buena cantidad de días no comimos” indicó.
[pullquote]Con el correr de los días pudieron distinguir distintos tipos de guardias[/pullquote]
Con el correr de los días pudieron distinguir distintos tipos de guardias, algunos muy duros y otros tal vez, un poco más blandos. “En una estaban el “Pájaro”, el “Correntino”, el “Cuaco” y el “Negro”, muy agresivos con nosotros, desde que llegaban hasta que se iban”, al mismo tiempo indicó que los interrogatorios corrían por cuenta de otro grupo de militares.
Recordó haber sido testigo de un interrogatorio y tortura a Araceli Gutiérrez. También contó que fue atendido por un médico al que no pudo identificar, días después volvió a atender a Ricardo Cassano cuando su salud estaba delicada y también asistió a Osvaldo “Cacho” Fernández. Manifestó también que fue fotografiado por un fotógrafo perteneciente al Ejército y que solo se bañó una vez en una tina dispuesta en el exterior de la edificación.
Otra situación particular que vivió durante su detención en Monte Pelloni sucedió un día en el que lo cargaron en un vehículo de cuatro puertas junto a Carmelo Vinci: “nos dieron una gran vuelta y dijeron que nos trasladaban a otra ciudad, cuando ‘llegamos’ nos metieron en una carpa”. El objetivo de los militares fue desorientarlos y simular su traslado a otro lugar, aunque seguían detenidos en Monte Pelloni. Desde la carpa pudo ver una construcción con un escudo, que primero pensó que era el argentino. Fue ahí cuando les dieron de comer en vajilla que llevaba la inscripción EA (Ejército Argentino) y pudo atar cabos que eran los militares quienes lo tenían preso. Recuerda que el día que los alimentaron, la comida estaba demasiado caliente y apenas pudieron comerla. Ante esta situación narró que alguien de la guardia del “Pájaro” le dijo “¿Cómo, no tenían hambre ustedes?”. Otra particularidad que recuerda de su cautiverio fue un motor a explosión que se encendía cada vez que comenzaban los tormentos con la picana, para los cuales debían acceder puntualmente a una sala “bajando un escalón”.
“Un día se llevaron a Pasucci, Mario Méndez, Sampini, Oscar Fernández y Maccarini. No escuchamos más sus voces hasta unos días antes de irnos de Monte Pelloni, cuando regresaron Pasucci, Méndez y Sampini pero faltaban Fernández y Maccarini” indicó. También comentó que en un momento los trasladaron a la escuela del Regimiento de Caballería de Tanques II Lanceros General Paz, para firmar una declaración en contra de cada uno de ellos. Los esposaron a los pupitres y personal de la escuela los golpeó y obligó a firmar la declaración porque “sino podían volver a lo de antes” haciendo referencia a los tormentos en el CCD Monte Pelloni. “El director de la escuela era Octavio Fisner Oliva, un periodista del diario El Popular, un ex vecino de mi casa” sostuvo Genson.
Desde la escuela del Ejército fue llevado a la unidad penal N°7 de Azul junto a varios de sus compañeros. “Las guardias en Azul eran muy difíciles, yo no tuve contacto con ningún familiar, la pasamos bastante mal” recordó.
[pullquote]Las guardias en Azul eran muy difíciles, yo no tuve contacto con ningún familiar[/pullquote]
Tras su reclusión en Azul, Genson y sus compañeros fueron trasladados a la comisaría 1° de Tandil en donde les notificaron que les iban a hacer un Consejo de Guerra en el Comando de Brigada de dicha localidad, que pudo ubicarlo por su cercanía con la Piedra Movediza. Durante el Consejo de Guerra les ofrecen elegir un abogado defensor quien le indicó que se haga cargo de todo porque sino “volvía a Monte Pelloni”.
En el Consejo de Guerra lo condenan a diez años de prisión y lo llevan nuevamente al penal de Azul hasta febrero de 1978, fecha en que lo trasladan a la unidad penal N° 9 de La Plata hasta 1980, cuando por un mes fue llevado a la unidad penal N° 1 de Caseros. Por último fue trasladado a La Plata donde estuvo preso hasta el 24 de diciembre de 1982. Allí recordó los traumas sufridos por dos compañeros de prisión como Toledo, quien se suicidó, y Roberto Pasucci, quien tiene importantes consecuencias psicológicas que aún persisten.
Falcone consultó si algún familiar suyo tuvo algún encuentro con personal del Ejército y Genson afirmó que su padre mantuvo una entrevista con el General Ignacio Aníbal Verdura, jefe del área 1/12/124 y actual imputado en la causa. En ese momento Verdura dijo no saber nada y que era probable que lo hayan raptado “sus propios compañeros de militancia”. En un intento desesperado por saber algo de su vida, su hermano Marcos fue a ver al padre Masson que era el cura de la iglesia San José. La respuesta que obtuvo fue: “Mirá, tu hermano está en el Ejército, no sé qué le puede pasar y yo estoy muy controlado. A misa vienen cada vez más soldados. Yo no puedo hacer nada”. También fueron a ver abogados para que tomaran el caso pero recientemente había sucedido el secuestro de los abogados Carlos Moreno y José Pareja, entonces se negaron a tomar iniciativas debido al temor.
Al finalizar su declaración recordó un comentario de su hermano Marcos, asistente social que residía en Laprida ya que trabajaba en una escuela. El comentario fue que el 24 de marzo de 1976 su hermano fue a la intendencia de Laprida y se encontró con Horacio Rubén Leites deponiendo al intendente de esa ciudad, al mismo tiempo que mencionó que Walter Jorge Grosse fue interventor de Radio Olavarría en mayo de 1976. “Esta gente estaba implicada” sostuvo.
Por último, se quebró al relatar que era una pena que mucha gente que murió no pueda atestiguar sobre lo que sufrieron. “Por lo menos que este testimonio que hago sea una reivindicación para ellos”. Posteriormente comenzaron las preguntas de la fiscalía y la querella a cargo de Walter Romero y Manuel Marañón respectivamente, quienes puntualizaron en algunos aspectos.
Las preguntas por parte de los abogados de los imputados fueron un poco más profundas. Isabel Labattaglia, abogada de Verdura y Ferreyra, preguntó cómo sabía que en una guardia había alguien de apodo “Pajaro” a lo que Gensón respondió que entre ellos se llamaban con apodos, y el “Pájaro” era uno de ellos.
El Dr. Mercado, abogado de Leites, pidió que precisara la fecha en la que su hermano trabajó en Laprida, ciudad en la que vio a su defendido tomar la intendencia el día que el último golpe de Estado se instauró en Argentina.
Por último, el Dr. Castaño, también abogado de Leites, le consultó sobre el referente político en el Frente de Izquierda Popular y cómo se dio su paso a la Juventud Peronista. Genson indicó que Oscar “Bombita” Fernández era el referente y rápidamente Castaño preguntó por qué le decían “Bomba”, algo que Genson no supo responder. Castaño insistió hasta que el juez Falcone lo interrumpió.
Luego consultó sobre la visita a autoridades eclesiásticas, como el obispo Marengo, y le preguntó si nunca se interesó sobre el papel de la iglesia en la dictadura. Nuevamente intervino el presidente del tribunal, quien le indicó que la pregunta era confusa: “no es la iglesia la que está sentada como testigo”. No hubo más preguntas para Genson que se retiró del recinto para dar lugar a la llegada de los próximos testigos.