DECLARÓ LILIANA ZAMBANO, SECUESTRADA EN LA PLATA EN AGOSTO DEL 77 Brigada San Justo: “Así como te liberamos también podemos darte el acta de defunción”
Durante la audiencia del miércoles 31 de octubre testimonió la docente de historia Liliana Mabel Zambano, que fuera secuestrada de su departamento en 5 y 59 en la madrugada del 30 de agosto de 1977. “Permanecí dos meses en cautiverio. Cuando me liberaron, me dieron dinero para tomar un colectivo y me dijeron: ‘¿Vos no te das cuenta que hoy volviste a nacer?’”, relató ante los magistrados del TOF 1 de La Plata.
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(Agencia) “Cuando me secuestraron, yo era estudiante y vivía en un departamento con dos compañeros de la facultad. Era de noche y el grupo que ingresó estaban vestidos de civil. Nos llevaron, encapuchados, en distintos autos con destino a la Brigada de Investigaciones de La Plata, donde pasamos la noche para sacarnos temprano hacia el Pozo de Arana. Durante dos noches nos torturaron”, comenzó relatando Zambano, la última testigo de la jornada del miércoles 31 de octubre en el juicio en el que se ventilan los crímenes de lesa humanidad cometidos en el centro clandestino de detención que funcionó en la Brigada de San Justo.
“De Arana nos regresan al sitio de cautiverio inicial, donde permanecemos una semana. En mi caso, estuve alojada con una odontóloga, Lidia Fernández, que llevaba 3 meses allí. Finalmente, una mañana me trasladan sola a otro centro clandestino que, tiempo después, me enteraría que se trataba del Pozo de Banfield”, describió.
El 8 de septiembre Liliana llegó a Banfield. A través de la pared podía hablar con otra detenida en el calabozo contiguo, una profesora de historia que conocía de La Plata.
De ese sector de detención recuerda haberse comunicado con Rafael Perrota –quien fuera el director del Cronista Comercial-, Liliana Galletti, Laura Putulis y María del Carmen Percivati Franco, entre otras. Casi todas las personas que estaban en Banfield, según recordó Zambano a los magistrados, provenían de la Brigada de Investigaciones de San Justo donde habían sido “duramente torturados”.
“En Banfield conocí a Gustavo Lavalle, la pareja de Mónica Lemos que había dado a luz a una hija estando en cautiverio en ese centro clandestino. A Mónica la trasladan cuando yo ingreso al Pozo de Banfield. Recuerdo que con otras compañeras juntamos las pertenencias de ella y, entre otras cosas, había un pantalón”, señaló la testigo.
En la misma audiencia del juicio, pero horas antes de que lo hiciera Zambano, habían declarado familiares de Gustavo Lavalle y Mónica Lemos, dando precisiones sobre el secuestro de la pareja y el nacimiento de María en el sitio de cautiverio.
En efecto, Ariel Lavalle relató a los jueces la tragedia familiar y las consecuencias que hasta hoy padecen: “El entorno familiar quedó roto. Para mis padres, haber perdido a su hijo y a su nuera es algo que no tiene solución. Cuando murió mi padre, mamá dijo un día en el cementerio que ‘por lo menos ahora voy a tener un lugar donde llorar a mi hijo’. Nadie en mi familia supo cómo continuar con nuestras vidas, con esas faltas que son esenciales. Es desesperante y las consecuencias no terminan nunca”.
Ariel Lavalle también describió una anécdota de cuando ingresó al servicio militar, tiempo después de lo ocurrido con su hermano y su nuera: “Al segundo día, el jefe del escuadrón me dijo que sabía que yo tenía un hermano desaparecido, chupado, y que no debían saber de eso los demás suboficiales y oficiales del lugar porque yo sería boleta. Ya sabían toda mi historia”.
Con respecto a la declaración de Liliana Zambano, luego de relatar el día que se llevaron del Pozo de Banfield a Mónica Lemos, detalló que a ella y otras detenidas las cambiaron de pabellón alrededor del 20 de octubre de 1977, casi dos meses después de su secuestro.
“Ese día hubo un traslado masivo de detenidos. Les dijeron que no debían comer nada porque iban a viajar en avión. Yo estaba angustiada porque había esperado ser incluida en ese traslado, ya que todos pensaban que era el paso previo al ‘blanqueo’ mediante el pase a disposición del Poder Ejecutivo Nacional. Muchos años después, con las declaraciones de Adolfo Scilingo, podría yo imaginarme de qué se trataban esos traslados en avión (los llamados vuelos de la muerte)”, narró la testigo.
Finalmente, una noche de finales de octubre Zambano recibió la noticia, por parte de sus captores, de que sería liberada y que debía irse de la ciudad de La Plata a alguna provincia del interior del país.
“Me subieron a una camioneta junto a otra persona que no conocía y, luego de dar muchas vueltas en un largo trayecto, me dieron dinero y me dijeron: ‘¿Vos no te das cuenta que hoy volviste a nacer? Tomate un Costera Criolla y no hables nunca de lo que pasó. Así como hoy te liberamos, también podemos darte el acta de defunción”, concluyó.