LA OBRA FOTOGRÁFICA DE MOLLER SE EXPONE EN EL MAM Arte y memoria: historias de resistencias
La Comisión Provincial por la Memoria presenta la obra Nuestra cultura es nuestra resistencia del artista Jonathan Moller. La pieza está constituida por 60 fotografías que documentan las memorias del genocidio militar en las comunidades de Guatemala, Perú, El Salvador y Nicaragua. La muestra se inauguró el martes 22 de septiembre con la participación musical del grupo Turucuto.
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“Jonás intenta rescatar con su arte, tanto de artista como de hombre comprometido con su entorno, nuestra América Latina”, dice el texto curatorial que presenta la obra. La fotografía como evocación al recuerdo, como testimonio y denuncia de la represión y el dolor, y al mismo tiempo de la resistencia y la esperanza. El trabajo de Moller interpela a redescubrir los pueblos latinoamericanos arrasados por las dictaduras militares y las guerras civiles; recordar esa tragedia es reencontrarnos con nuestra propia historia.
“Estos ensayos han sido reconocidos internacionalmente por su valor fotográfico y también por su compromiso político como manifiesto de defensa de los derechos humanos”, comentó la directora del Museo de Arte y Memoria, Laura Ponisio. Y agregó sobre la pertinencia de exponer este material: “desde la CPM siempre pensamos que el MAM debe ser un espacio de encuentro entre los artistas, el público y ese compromiso con la memoria y con los derechos humanos”. La muestra se puede visitar hasta el 23 de octubre en el Museo de Arte y Memoria (calle 9 nº 984).
Las fotografías retratan, como dice el autor, “el testimonio y la voz de aquellos que han sobrevivido y resistido la represión y la muerte, a los que perdieron sus vidas, como también a quienes siguen luchando por la justicia, la paz, la dignidad y la memoria histórica”. La exposición está compuesta de cuatro módulos cada uno de los cuales representa los distintos países que Moller recorrió: Guatemala, Nicaragua, San Salvador y Perú.
Las comunidades de Población en Resistencia de Guatemala, los salvadoreños exiliados en Nicaragua, las rutinas cotidianas del trabajo, del convivio familiar y de la lucha por sobrevivir de los pueblos rurales nicaragüenses luego de la derrota sandinista, las comunidades de refugiados pobladas de ex combatientes del FMLN en San Salvador y el trabajo del equipo antropológico forense documentando exhumaciones de cementerios clandestinos en Perú y Guatemala. Si bien estas historias pueden ser leídas como una única historia, cada experiencia tiene sus particularidades, sus heridas, sus crímenes, sus búsquedas de justicias.
La cámara de Moller recorre la tragedia y las heridas de nuestra América Latina y encuentra en la nitidez de la fotografía a los huérfanos, a los desposeídos, a los que buscan a sus seres queridos. Existe en ese recorrido un profundo horizonte humanista en el que confluyen la visión del artista y la del activista social.
Doña Antonia Huallanca muestra una fotografía de su hija, Gloria Aucassi Huallana. Gloria fue una de las nueve personas de Colcabamba masacradas en Putaccasa en febrero de 1983. “Mi hija fue sepultada por su padre con sus mismas prendas con las que fue asesinada envuelta en una manta azul. Yo quiero que se exhumen los restos de mi hija, aunque sea los huesitos, los colgaría en mi techo o los tendría en mi casa para que cuide mis cosas”, pide Antonia.
Doña Antonia. Y doña Clara sosteniendo una foto de su esposo y dos hermanas que observan cómo exhuman los restos de su madre. Las imágenes virtuosas nos cuentan historias, nos miran a los ojos, nos dicen que hay esperanza y arte y poesía después de la tragedia. “Allí están los perversos. Los obedientes debidos. Pero los desobedientes. La poesía. La búsqueda de la luz. Nuestro testimonio sobre todo este tiempo. Tiempo de verdugos. Pero de la poesía y de la búsqueda”, escribió alguna vez Osvaldo Bayer, consultor académico de la CPM. Ese manifiesto permanece vigente y es, quizá, el mejor resumen para la obra de Moller.