RECLAMO JUVENIL EN OLAVARRIA Adolescentes sin noche, solos y en calle
ANDAR en Olavarría
Jóvenes entre 15 y 17 años piden por un lugar para salir. Se sienten grandes para la matiné y tienen el acceso prohibido en los espacios para mayores. Un tema con una postura legislativa concreta que es puesta en debate por cientos de jóvenes que se sienten excluidos.
“Ya casi no nos quedan cumpleaños de 15 y al Parque Mitre no vamos porque es inseguro e incomodo”, cuenta Alexis, de 16 años. Él, como tantos otros adolescentes de Olavarría, se siente excluido de la noche. Cada fin de semana cientos de jóvenes tienen motivos para reunirse y celebrar en compañía de amigos. Compartir momentos en un mismo espacio ha sido una tradición en el andar nocturno. Pero algo ha cambiado en la noche de Olavarría, un nuevo escenario los pone en jaque.
“Llega el viernes a la noche y no hay nada para salir con tus amigos. No nos queda otra que jugar a la Play en alguna casa”, confiesa Thiago, de 15 años. Los espacios para salir han quedado conformados para mayores y menores de edad, quienes se sienten perjudicados por el accionar de la ley y por los grandes cambios que se han producido. Muchos se animan a reclamar y hacer valer su voz, la mayoría acepta con descontento la normativa vigente, mientras que el Municipio es claro y directo. Encontrar un espacio donde sentirse cómodo durante la adolescencia resulta hoy demasiado complejo. Según el último Censo de 2010 de un total de 111.708 habitantes en el Municipio de Olavarría, 8.838 pertenecen a una población de 15 a 19 años, lo que representa un porcentaje de 7,9%.
Distintas alternativas que no convencen
El reclamo de los adolescentes no surgió como un capricho sino como problemática presente en los últimos tiempos. “Se han presentado dos cartas a la Municipalidad. La organizaron entre varios chicos de diferentes escuelas con el apoyo de los centros de estudiantes. Nunca se recibió respuesta” señala Tomás, de 15 años.
[pullquote]Encontrar un espacio donde sentirse cómodo durante la adolescencia resulta hoy demasiado complejo. [/pullquote]
Se ha producido un gran cambio en cada lugar de la noche y la edad para comenzar a salir se ha adelantado. La matiné, espacio clásico habilitado para adolescentes, ha contado con grandes transformaciones. “Ahí no vamos porque se llena de chicos de 11 o 12 años, entonces así ni ganas dan de salir”, se sincera Simón, de 16 años, quien reconoce estar incómodo en ese tipo de situación.
Sin la posibilidad de acceder al boliche y con la matiné habitada completamente por preadolescentes, las fiestas privadas en distintas quintas de la ciudad aparecieron como una solución para los chicos y chicas y como un problema para el mundo adulto, principalmente para el municipio.
Pero los problemas y prohibiciones continuaron acumulándose. “Las fiestas en quintas se fueron poniendo de moda. Había menores como nosotros o mayores de 18 que preferían ese lugar y no el boliche. Eran tranquilas y estaban organizadas por algún chico y sus padres. La gente mayor controlaba y cuidaba todo. Pero después las empezaron a prohibir”, cuenta Franco, de 15 años, obviando que no siempre todo está bajo la supervisión de un adulto. “Cuando empezaron a suspender las fiestas pretendían que vayamos al Parque. Nos dejaron en la calle, nos sentimos excluidos”, reflexiona Santiago, de 16 años. “Al cerrar las fiestas organizadas correctamente en quintas hacen que muchos salgan a otros lugares que son más inseguros y donde prácticamente no existe control”, admite Tomás, quien no consume alcohol y sólo espera que se encuentre una solución a la problemática planteada.
[pullquote] Al cerrar las fiestas organizadas muchos salen a otros lugares que son más inseguros y donde prácticamente no existe control[/pullquote]
“Que yo como adulto vaya y alquile una quinta para después dejar que los chicos hagan lo que quieran es una barbaridad. Cuando el adulto se transforma en cómplice del menor algo está mal”, sostiene Eva Cura, Asistente Social, responsable de la Unidad Coordinadora de Políticas Preventivas y encargada del programa Rayuela, proyecto principal del municipio para vincularse con los adolecentes desde la prevención y atención sanitaria. Refiriéndose a los adolescentes con el lenguaje de una legislación caducada (actualmente esta vigente la Ley Nacional Nº26.061 de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes), para Cura es primordial generar una concientización en la comunidad sobre las responsabilidades en hechos donde se ven involucrados adolescentes.
La aplicación de la normativa versus el descontento de los jóvenes
“Si supuestamente a los 16 años tenés la capacidad para poder elegir un presidente, ¿cómo no vas a poder controlarte al tomar alcohol cuando salís? Hay unos pocos que no lo hacen pero la mayoría de nosotros nos controlamos y tenemos un pensamiento diferente al que se cree” admite Franco, quien no encuentra una explicación racional que fundamente las medidas expuestas. “Yo considero que todo el mundo tiene que tener libertad, ahora ésta tiene que tener un piso y un techo. Si hoy en un lugar hay mayores y menores, uno de los dos no está en el lugar adecuado. Y ese es el menor”, reflexiona Cura sobre los cuestionamientos recibidos a las medidas adoptadas a nivel nacional.
Por su parte, varios adolescentes siguen con su postura de reclamo y reflexión sobre la nueva configuración de los espacios nocturnos. Se comienza a salir a más temprana edad, algunas restricciones se omiten (como la venta de energizantes) y el Parque Mitre no se presenta como una alternativa concreta para el horario nocturno. Las fronteras entre la niñez, adolescencia y adultez parecen entremezclarse. Pero la normativa es quien manda.
A la compleja situación hay que agregarle la postura de tolerancia cero que proviene desde el municipio de Olavarría. ”Cero alcohol, cero tabaco y cero energizantes”, sentencia Cura. Aunque aclara, “estoy a favor de la diversión, de que los chicos se encuentren, pero siempre que el lugar esté dentro de los límites establecidos”.
[pullquote]Las fronteras entre la niñez, adolescencia y adultez parecen entremezclarse. Pero la normativa y la tolerancia cero del municipio mandan.[/pullquote]
Además de la necesidad de incorporarse a un espacio se suma la complejidad de la edad de transición en la que se encuentran estos chicos y chicas. “Desean tener las experiencias y la libertad de lo que consideran que se adecua a su edad. Pretenden arreglar sus cosas en el mundo que se piensan para ellos. Hoy el adolescente de 16 años no se siente identificado con el de 13”, explica Marcelo Babio, docente de la Facultad de Ciencias Sociales e investigador del grupo de investigación ECCO, quien está estudiando el uso de los espacios y el recorrido nocturno en Olavarría.
Las posturas son sostenidas firmemente por todas las partes. La realidad indica que hay un gran número de adolescentes que no salen de sus casas de noche y plantean un debate sobre el asunto. “A nosotros nos meten a todos dentro de una misma bolsa. Asocian a los adolescentes y la noche con el alcohol, las drogas, y no es así”, destaca Thiago. “El que quiere hacer algo lo hace a cualquier hora, no necesita hacerlo de noche”, complementa convencido Simón.
[pullquote]Desean tener las experiencias y libertad de lo que consideran se adecua a su edad. Hoy el adolescente de 16 años no se siente identificado con el de 13[/pullquote]
“El tema es que los chicos quieren ser adultos solamente de noche. Hoy el objetivo de reunión es uno solo: tomar. Los adolescentes se quejan porque el precio de las bebidas es caro pero toda la vida fueron más elevados los precios en el boliche. Los chicos pretenden que les regalen el alcohol por eso hay que generar una comunidad sana” sentencia Cura desde otra visión del asunto.
La problemática planteada por los chicos y chicas parece tener una única solución, que todo se mantenga como esta. “Hay que ser responsables y hacernos cargo de lo que nos corresponde. Nuestro mensaje no puede ser contradictorio, hay que estar firmes”, concluye Cura para quien la situación es clara y definitiva. Mientras, muchos adolescentes como Tomas, Franco, Thiago, Simón y Santiago desean disfrutar de ocupar un espacio rodeado de personas con sus mismos gustos, anhelos y ganas de convivir sin problemas.