Actividades 10 años sin López A pegar por López
A días de cumplirse los 10 años de la segunda desaparición de Jorge Julio López, el fotógrafo Gerardo Dell Oro impulsa la iniciativa de intervención urbana A pegar por López una convocatoria abierta que intenta interpelar a la comunidad con una serie de fotografías para descargar en distintos formatos y colocar en las calles, los barrios, las escuelas y los lugares de trabajo. La CPM acompañará la iniciativa difundiendo fotografías y afiches con la consigna A diez años de la segunda desaparición de Julio López, seguimos buscando. Hoy Etchecolatz sabe dónde está.
ANDAR en la memoria
(Agencia) Desde hace 10 años Gerardo Dell Oro, de la mano de la fotografía, milita en contra del olvido de Jorge Julio López. Primero publicó un libro que posteriormente se transformó en un ensayo fotográfico llamado Imágenes de la memoria. Durante años, también fotografió las resistencias y las pintadas callejeras para registrar las luchas a través del tiempo. Así dio luz a Desaparecido en democracia, un libro de fotografías que reunió cinco años de intervenciones urbanas por López en la ciudad de La Plata.
Este año, al cumplirse los 10 años, Gerardo motorizó una iniciativa colectiva con formato de campaña gráfica, A pegar por López: cinco fotografías, propias y de otros colegas, a las que Dell Oro dio un diseño en distintos formatos, las guardó en un dropbox y compartió el link en redes sociales para ser descargadas por la comunidad. De manera muy simple, cualquier persona puede realizar un mural en su escuela, en su barrio, en la oficina y sumarse al pedido de verdad, justicia y memoria por López.
“Hay una necesidad personal siempre de poder hacer algo, no puedo estar con los brazos cruzados. Pensar en algo colectivo que tiene que ver con mi camino como fotógrafo. La fotografía es un laburo muy individual y solitario. Estoy intentando hacer otras cosas en este momento y la movida de ARGRA para el 24 de marzo fue muy positiva, estuvo buenísimo. Se difundieron unos archivos de fotografías emblemáticas para pegar y fue una muy buena iniciativa porque persiste, todavía quedan muchas que están sin tapar”, contó Dell Oro y agregó: “quería un formato sencillo y una consiga simple y llana, no una consigna partidista porque eso va a estar en la movilización, pero sí que deje claro qué pasó. Por eso me gustó mucho la consigna de la Comisión por la Memoria. Creo que era lo necesario y felicito que se haga desde un organismo del Estado, es algo que pensamos todos. Más en un momento donde todo se cuestiona y donde hay que explicar de nuevo. Tenemos que saber que, por más que el pobre viejito ahora quiera estar en la casa, sigue cometiendo un delito. En este momento delinque porque oculta información. No dice donde está Clara Anahí, no dice que pasó con los chicos de la Noche de los Lápices, qué paso con López”.
Gerardo Dell’Oro tenía diez años cuando su hermana Patricia fue secuestrada junto a su marido durante la última dictadura. Las fotos tomadas y guardadas por su padre, también fotógrafo, registraron la vida familiar hasta entonces, pero hubo una foto que nunca llegó a sacar: la de Patricia junto a su hija Mariana de Marco, que tenía 25 días cuando secuestraron a sus padres. Luego, comenzaron los Juicios por la Verdad en la ciudad de La Plata y “apareció un testigo”, le dijeron entonces. Su nombre era Jorge Julio López y había estado detenido junto a Patricia y Ambrosio en el centro clandestino de Arana.
Fue recién posterior a la anulación de las leyes de impunidad que llegó el día en que López habló ante el Tribunal Oral Federal 1 de La Plata, durante el juicio a Miguel O. Etchecolatz, ex director de inteligencia de la policía de Ramón Camps. “Fue revelador”, dice hoy Dell’Oro, “ése era el primer testimonio de lo que realmente había pasado con Patricia, cuándo la mataron, cómo.
“¿Vos sos López? Si vas a mi casa acordate de decirles a mi nena y a mis padres, avisales dónde estuve”, relató el testigo que le dijo Patricia. También recordó que mientras se la llevaban, imploró para que no le quitaran la posibilidad de ser madre. “Llévenme a una cárcel pero no me maten, quiero criar a mi hija”, contó López en el juicio. Dos días antes de la condena a Etchecolatz, Jorge Julio López desapareció otra vez.
“Lo que sería la consumación de una reparación, quedó marcado con la perversidad de la desaparición de López”, dice Gerardo. Luego vino la sentencia y el vacío del día después. Otra vez la falta de rastros, de culpas, otra vez el tufo rancio de la impotencia. Lo que pudo ser alivio, no lo fue. Falta López.
«A diez años seguimos buscando, hoy Etchecolatz sabe dónde está». Con esta consigna, la CPM se suma a la iniciativa de Gerardo Dell Oro para que todas y todos peguemos por López. El sitio para descargar los afiches y empapelar las ciudades, los barrios y las calles puede visitarse en esta dirección: www.blog.comisionporlamemoria.org
El próximo domingo 18 de septiembre a las 16.30 hs. se convoca a movilizar en Plaza Moreno, La Plata, para exigir #Cárcelefectivaalosgenocidas.
Desaparecido en democracia
Jorge Julio López, querellante y testigo en el juicio histórico que condenó a Miguel Etchecolatz por genocida, fue desaparecido por segunda vez en democracia el 18 de septiembre de 2006, dos días antes de que se conociera la sentencia. Diez años pasaron y aún no se sabe qué pasó con López. En la causa no existe imputación de responsabilidad alguna, ni una investigación seria y que esté a la altura de la gravedad del delito. La causa López está paralizada, plagada de encubrimientos e impunidad y silenciada por los medios.
Los organismos de derechos humanos hace muchos años que reclaman la apertura de los archivos del Estado y que la justicia cite a declarar e investigue al mismo Etchecolatz, principal sospecho de la segunda desaparición.
Hace unas pocas semanas, el tribunal que hace diez años condenó al ex director de inteligencia de la policía bonaerense por genocidio, con una nueva composición, le otorgó la prisión domiciliaria en varias causas, con el argumento de la avanzada edad y razones humanitarias. Estas resoluciones provocaron un amplio repudio por parte de las víctimas y los familiares querellantes, como así de los organismos de derechos humanos y de la comunidad.
Se realizaron movilizaciones y campañas en las redes sociales denunciando y exigiendo que los condenados por crímenes de lesa humanidad, imprescriptibles, cumplan su pena efectiva en cárceles comunes.
Nilda Eloy, compañera de López y testigo querellante en el histórico juicio, dijo en una entrevista: “a López lo desaparecieron 4 veces: en dictadura, en democracia, en la justicia y de los medios.” El dolor y la pena colectiva se convirtieron en denuncia, en lucha y en acciones. Como ya lo dijo Rodolfo Walsh, las paredes son las imprentas del pueblo.
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