Lectura de alegatos “A Luciano le quebraron la vida”
A sala llena, se leyeron los alegatos contra el policía Julio Torales en el último día de audiencias del juicio por torturas a Luciano Arruga. La querella, que representa a Mónica Alegre, solicitó 16 años de prisión e inhabilitación absoluta y perpetua para Julio Torales; el Ministerio Público, 10 años por los delitos de torturas. La defensa pidió la absolución del imputado por entender que a Torales se lo está enjuiciando sólo por ser policía bonarense. A su vez, pidió al Tribunal que se declare como falsos los testimonios de Vanesa Orieta y Gabriel Apud, hermana y amigo de Luciano. El próximo viernes 15 de mayo a las 12 hs se leerá el veredicto en la Sala del Tribunal Oral en lo Criminal Nº 3, calle Mendoza 2417 (entre Almafuerte y Ariete), San Justo.
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(Agencia) El fiscal Longobardi aseguró que para el Ministerio Público durante el juicio se ha probado que Luciano Arruga fue agredido tanto física como psicológicamente. Longobardi expresó: “Luciano nos marcó el camino, un camino hacia la verdad. Él tuvo que vencer miedos, vencer tiempos, vencer hasta su propia muerte para llegar aquí. Pero Luciano se hizo escuchar, habló en este debate a través de su madre, de su hermana. Bajo juramento, y sin tener un vestigio de venganza ni odio, hablaron por él. Ellas pudieron describir lo que vivieron y lo que Luciano les contó con lucidez y claridad. La crueldad empleada por ellos y los dolores que tenía el chico, no sólo lo vieron ellas y Gabriel Apud, sino también lo corroboró el médico”, alegó el fiscal. “Luciano incluso nos habló a través de su cuerpo porque dejó la impronta del dolor. A él le dolió no sólo el cuerpo, sino el alma”, agregó. La fiscalía solicitó 10 años de prisión para el oficial principal Torales y la inhabilitación perpetua de sus funciones.
Tanto para la querella como para la fiscalía, Luciano estuvo sometido a un “verdugueo” por parte de Torales y otros policías cuya identidad no pudo revelarse en el debate. La querella puso de relieve que el procedimiento en el que fue detenido Luciano estuvo plagado de ilegalidades y el chico fue detenido clandestinamente en el Destacamento, sin la intervención de un juez de menores. Aquel 22 de septiembre de 2008, en el Destacamento de Lomas del Mirador Luciano fue agredido físicamente mediante una brutal golpiza y psicológicamente mediante amenazas, humillaciones y degradaciones estigmatizantes: “te vamos a mandar a un pabellón con los violines”, “sos un negro rastrero”, “sos un chorro”. Luciano estuvo solo, incomunicado, alojado en una dependencia que no podía albergar detenidos, en una cocina durante más de 9 horas. No le permitieron verlo a su familia, no apareció ningún juez de menores en el lugar. Luciano tenía tan sólo 16 años.
Para la Fiscalía, Luciano estuvo sometido por el poder que ostentaron contra él en el Destacamento, haciéndole sentir falto de humanidad. “Hasta le dieron de comer un sándwich que se lo escupieron entre los que ahí se encontraban con ‘gargajos’ y lo obligaron a comer”. Para el fiscal, las agresiones sufridas a Luciano quedaron acreditadas con el testimonio del médico que lo atendió en el Policlínico, quien confirmó los moretones que Luciano tenía en la cara.
Juan Manuel Combi, abogado integrante de la APDH la Matanza, relató durante la exposición de sus argumentos: “a Luciano lo entregaron a Torales, él estaba a cargo de la seguridad del chico. A Luciano lo maltrataron en una cocina, lo denigraron en una cocina, lo golpearon. Ahí estaba el Sr. Torales entre los que lo golpeaban. Luciano lo marcó a Torales: ‘¡vos me pegaste!’, contó su madre.”
“Los cambios en la conducta en Luciano fueron claros después de este hecho. Luciano tenía miedo de circular, dijeron los testigos. No quería ir a la plaza, no quería salir con el carro. En este juicio escuchamos algo más que importante: el testimonio de la situación de encierro a la que estuvo sometida Luciano y sus sensaciones. ¿Alguien puede imaginarse lo que es que un niño esté por más de 9 horas alojado en una comisaría, teniendo a su mamá y a su hermana que no lo pueden ver, que lo escuchan pero no lo pueden ver? ¿Se pueden imaginar su estado de indefensión?”, se preguntó Combi.
Maximiliano Media, abogado integrante del CELS y representante de la madre de Luciano, remarcó en su alegato: “En consonancia con los fallos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, por el Tribunal de Casación Provincial, por lo expresado por el Comité Contra la Tortura y por los precedentes nacionales y con el fin de dimensionar el sufrimiento padecido por Luciano Arruga, entendemos que deben tenerse en cuenta tres cuestiones: el contexto en el que sucedieron los hechos, las condiciones y circunstancias particulares de la víctima y los efectos concretos provocados por este hecho”. El abogado detalló que “Luciano fue detenido en un hecho de dudosa legitimidad. Fue trasladado a un destacamento, lugar no habilitado para albergar detenidos. En ese lugar permaneció detenido e incomunicado en forma ininterrumpida y fue aislado en la cocina de la dependencia. Es preciso representar la situación concreta, no sólo por las amenazas y los golpes acreditados. Luciano estuvo a merced del imputado que como jefe de servicio controlaba todo y tenía la decisión final de lo que pasaba ahí».
“Este cuadro general construyó en Luciano una sensación de inseguridad e incertidumbre sobre lo que le podía pasar. En cualquier caso, la incomunicación produce una intensa angustia en la persona detenida. Hay que dimensionar lo que puede implicar para un joven de 16 años, el tiempo de espera en ser auxiliado o liberado cuando ha percibido su estado de indefensión. Esto nos permite decir que lo que Luciano a sentido en cada minuto experimentado de esa espera fue una agonía”, alegó Media.
El abogado argumentó que las agresiones físicas, al ser aplicadas hacia una persona indefensa y en situación de privación de la libertad, extreman y agravan la vulnerabilidad de esas personas produciendo pensamientos de fatalidad y destino final. “Es evidente que en Luciano se representó ese sentimiento mientras su vida corría cierto peligro. Este sufrimiento ha provocado un quiebre en la víctima. “Le quebraron la vida”, dijo Vanesa una y otra vez en este juicio. Lo que le pasó, en ese contexto de indefensión y desamparo, le quebró la vida”.
Al momento de solicitar la pena para Torales el Dr. Medina reafirmó los argumentos de la querella: “Para nosotros hubo pluralidad de intervinientes con lo cual aumento la peligrosidad. Aprovechamiento del cargo del que ostentó Torales a la hora minimizar las posibilidades de ser descubierto y obstaculizar la investigación de la justicia; absoluta desaprensión por la integridad de la víctima; ser el oficial a cargo con lo cual tenía la absoluta responsabilidad de lo que acontecía ahí y la extensión del daño causado y desaprensión por el dolor de la familia, impidiendo el contacto con el joven, aumentando el dolor en todos”. La querella solicitó para Torales 16 años de prisión e inhabilitación absoluta.
La estrategia defensiva.
El primero en hablar fue Gastón Jordanes, uno de los abogados defensores. Reconoció que fue demasiado tiempo el que estuvo Luciano detenido en el Destacamento pero culpó a su madre por eso “la señora no tenía en su poder ningún papel ni documentación del joven que acreditara vínculo para retirarlo del lugar. ¿El Sr. Torales tiene la culpa que Luciano Arruga no tenga DNI, que ande por la vida sin acreditación de identidad?. No es un simple papelito, las formalidades hay que cumplirlas”. Para Jordanes es sospechoso que Vanesa se haya ido de la comisaría a las tres de la tarde. “Si la vida de tu hermano está en peligro no te vas a trabajar”, dijo.
“Torales no tiene la culpa de que el amigo de Arruga mienta, de que la hermana mienta”, dijo con vehemencia el defensor en relación a los testimonios de Apud y Orieta por los dichos de ambos vinculados a los golpes, dolores y marcas que Luciano había sufrido. Negó que le hayan dado de comer un sándwich escupido porque era “un pibe con calle, con mundo y carácter” que se podía defender y evitar hacer lo que no quería.
Juan Grimberg en su alegato dijo: “A Torales lo están condenando por nada y él está en prisión hace dos años, por nada. Acá han mentido absolutamente todos”. Para el abogado defensor, Luciano se pudo haber hecho el moretón cuando salió del Destacamento, no hay elementos para probar nada de lo que se dijo durante las audiencias y la tortura que se está juzgando nunca existió. “No se interpreta el estigma o el sometimiento de Luciano Arruga”, dijo y le pareció «contradictorio que tuviera ánimo de robar una remera -como declaró Miguel Olmos- o un celular -según el relato del mismo Torales- si fue maltratado”.
“Todos los actos que están intentando promover en este juicio son groseramente falsos. El cambio de actitud que han mencionado en el niño tampoco se ha notado en los hechos. La madre de Vanesa se fue del Destacamento a buscar un papel y la otra optó por ir a trabajar cuando supuestamente lo estaban torturando”.
Según el abogado defensor, el relato vivido y expresado por Vanesa Orieta así como su conversación telefónica al otro día con Torales no son ciertas, tampoco lo es el testimonio de Gabriel Apud. “Mi cliente hace dos años que está preso sencillamente por ser policía” y aclaró “mi cliente no es Videla, no es Pinochet, no es Milani. El Sr. Torales es un trabajador y no hay elementos para considerar su participación en esto”.
Durante los alegatos de sus abogados, Torales se secaba las lágrimas. Cuando la presidenta del Tribunal le otorgó su derecho a decir la última palabra entre sollozos se escuchó: “Estoy hace dos años y cuatro meses preso injustamente. Mi familia y mis hijos me están esperando”.
El próximo viernes al mediodía se conocerá la sentencia de los jueces del TOC 3 de La Matanza.
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