29 AÑOS DE LA MASACRE DE BUDGE A 29 años de la masacre de Budge: lucha y organización
La comisión de amigos y vecinos de Budge surgió como respuesta a la impunidad en la que vivían los barrios del conurbano, soportando las violencias de la denominada maldita policía bonaerense. Hoy, 29 años después, Pedro Álbarez, amigo de los pibes asesinados en la masacre de Budge, relata esa experiencia de organización territorial que se dio en el marco del pleno retorno a la democracia.
ANDAR en las memorias
(Agencia) En el acto por el día de lucha contra la violencia institucional que realizó la Comisión por la Memoria el jueves pasado en el pasaje Dardo Rocha, varios de los asistentes destacaron a la organización territorial como motor de fuerza de los barrios contra la violencia de la policía y el sistema penitenciario. Algunas experiencias de organización se están articulando actualmente en el territorio bonaerense, como es el caso del consejo de control ciudadano creado en Punta Indio con el impulso de Fernanda Nicora, la mamá de Sebastián, un pibe de 16 años que apareció muerto en el balneario El Pericón, y donde la investigación policial presenta serias irregularidades.
Ante esta propulsión organizativa, desde ANDAR nos preguntamos por aquella otra experiencia de la conformación de la Comisión de Amigos y Vecinos luego de la Masacre de Budge el 8 de mayo de 1987, en los primeros años de la democracia luego de la última dictadura cívico-militar en la Argentina.
29 años han pasado de aquel día en que la policía bonaerense acribilló a Agustín Olivera (26 años), Oscar Aredes (19) y Roberto Argañaraz (24), tres pibes del conurbano, frente al resto de los vecinos en plena luz del día, hecho fundacional de la Campaña contra la Violencia Institucional que mañana realizará un encuentro, como todos los años, en el Congreso de la Nación.
¿Qué llevó a los vecinos a la acción? ¿Cómo fue el proceso de organización territorial? ¿Qué logros han obtenido en el camino? ¿Cuáles han sido las dificultades a las que se enfrentaron? Son algunas de las preguntas que nos llevaron a entrevistar a Pedro Álbarez, uno de los amigos de los pibes masacrados que da testimonio de aquella temprana experiencia de organización popular contra la violencia policial en democracia.
Viernes, el día de la masacre
-La policía entró al barrio y los mató. ¿Qué hizo la gente?
-Los mataron un viernes cerca de las 7 de la tarde. Esto fue algo que favoreció que luego nos organicemos porque la gente vio todo lo que paso. Nosotros veníamos diciendo que la policía venía matando, apretando, torturando, que estaba cebada: había mucho abuso por parte de la policía. Favoreció la hora porque muchas veces nosotros hemos visto morir gente, mucho de mis amigos, a altas horas de la noche. Por estar en una esquina o por pelearse con la policía te mataban en ese momento, la calle era difícil. Pero ese día pasó que vieron lo que ocurrió, que vinieron y acribillaron a los muchachos. A partir de eso, la gente reaccionó. El momento y la hora fueron la gota que rebalsó el vaso, dijimos “basta, esto se tiene que terminar, hay que empezar a reclamar”, y ahí empezó el reclamo ese mismo día que la gente se había peleado con la policía.
-¿Los vecinos salieron a enfrentarlos?
-Mirá, entraron 32 patrulleros al barrio. Calculamos que eran como 200 policías. Cuando se fueron, había cuatro patrulleros dados vuelta, la gente les había empezado a tirar piedras. Pero antes de irse, estos tipos se llevaron todos, borraron las huellas, y llamaron al fotógrafo. Tenían todo estudiado, fueron a buscar a Foto Carlitos, que era un fotógrafo del barrio, una buena persona, pero que le habrán puesto un fierro en la cabeza y le dijeron “che, vamos allá que tenemos un caso y andá a sacar fotos y lo que hacia el fotógrafo era sacar fotos y le cambiaban las armas a cada rato, cambiaban los cuerpos de lugar, y eso la gente vio. Eso fue bueno que la gente vio y reclamó. En un momento tenían miedo pero en otro momento se daban cuenta de que tenían que hablar. Había fotos que salían en los diarios que vos veías Clarín por un lado, Crónica por otro, La Nación por otro, con distintas fotos de las armas cambiadas de lugar y los cuerpos también. Los acomodaron, a Aredes y a Olivera. Y a Willy, que supuestamente en la autopsia tenía un tiro en el codo que le salió por la mano, es el que después aparece con tres tiros en la cabeza. Preguntale a la sociedad como una persona puede llegar a levantarse con 3 tiros en la cabeza e irse en un patrullero. Es insólito.
–Los vecinos reconocían a Balmaceda porque era temido en el barrio. ¿A los otros dos policías también los conocían?
-Digamos que en principio no eran tres policías nada más, eran más policías los que dispararon. Se acusó a estos tres porque eran los que más las personas conocían, los rostros de los tipos que eran habitué en el barrio, entonces se acusó a esas personas, pero los que dispararon fueron más. Eso no se pudo comprobar en el juicio pero se comprobó quienes eran los principales cabecillas de lo que era la mafia de la policía. A partir de eso comenzaron los reclamos. La cosa es que Balmaceda había matado muchos chicos en el barrio y alrededores, entonces la madres querían pedir justicia, a ver si había un abogado porque ya era muy resonante esto. No puede ser que Balmaceda te siga matando. Y como los delitos se hacían a altas horas de la noche, no estaba visualizado. Cuando se enteraron de lo que había pasado con los pibes el viernes, se acercaron para ver que podían hacer por sus hijos, también.
-¿Por qué los perseguían en los barrios?
– Porque teníamos una denuncia de que estamos en la esquina, por alguna bebida, no había ningún problema en esa esquina. Éramos todos trabajadores y tuvimos muy mala suerte en esa esquina. No andábamos robando, no éramos piratas del asfalto. Íbamos a la pileta, a bailar los viernes, al autódromo. Éramos libres y felices. Para nosotros era inexplicable. Lo que a nosotros nos dolió como personas es el haber quebrado nuestra juventud, porque nos criamos juntos en la infancia. No éramos tan terribles. Éramos normales: tomábamos vino, cerveza. Lo que pasó es que 15 días antes habían matado acá a un muchacho a 50 metros de la esquina en la que parábamos. Le pegaron un tiro en la nuca, lo dieron vuelta y le pusieron un arma de cada lado, y vos ves en el diario las noticias decían alto mafioso muerto en Budge por la policía de Buenos Aires. Habían listas que tenía la policía e iban bajando gente. Los policías estos te cazaban. En Bustos, Lamadrid, Amelia, Villa Corcho, Santa Marcha, Villa Albertina, había un montón de pibes que iban cayendo, tal vez alguno por reclamarle algo a la policía porque no se le podía decir nada. Estos tipos te tiraban un tiro en la cabeza así como si nada, o te hacían correr y te tiraban un tiro por la espalda. Era un abuso total.
Sábado, el día después
-¿Que pasó después de ese viernes?
-La gente no sabía qué hacer. Yo me levanté temprano, a las 6 de la mañana, me fui a la esquina sabiendo lo que había ocurrido la noche anterior, porque ese año yo iba turno noche acá en el Delfini. Me enteré el viernes a las 11 de la noche. Discutimos toda la noche, hablamos, y al otro día nos levantamos temprano y me fui enterando de que lo que había ocurrido. Ahí me enteré de lo de los 32 patrulleros, y de que apenas los mataron a los muchachos, cuando vieron que la gente empezó a reclamarle, a tirarle piedras de los techos, cortaron la luz. Fijate cómo manejaban todo, dan una orden y se corta la luz en un segundo. Todo bien manejado, hoy sigue igual. Juntamos todas las pruebas, los proyectiles. Pero pasó algo peor, tipo 4 de la tarde del sábado vino un abogado que sabíamos que trabajaba con la policía y le había sacado plata a las tres familias, y ahí pensamos que había un re abuso ya. Que del abuso que había la noche anterior, seguían los abusos porque querían poner abogados para defenderse a ellos. Entonces yo voy, me acerco y le pedí las credenciales, le dije quien era, que la gente lo conocía y salió corriendo.
-Era demasiado evidente lo que la policía estaba haciendo en el barrio…
-Sí, era tremendo. Recuerdo yo que ese día a la tarde habían traído a la casa de Olivera a otro muchacho, no era Olivera, era otro cuerpo. Trajeron a otro. Un chiquito me dice «fijate Pedro que no es el Negro», como le decíamos a Olivera. Me acerqué al cuerpo y les dije “éste no es”, y ahí se empezó a correr la bolilla entre toda la gente y vino la policía y lo llevó. Hasta que tipo 9 de la noche, lo trajeron a olivera, al verdadero.
-¿Y qué hicieron, se acercaron a hablar con las familias?
-Nos arrimamos a los padres diciendo qué es lo que podíamos hacer mientras que las madres nos insultaban. Imaginate que te maten a un hijo, estaban bastante alteradas las señoras. Me decían “no ustedes no van a hacer nada, ustedes son vagos, son borrachos, están siempre en la esquina”. Yo por otro lado les decía: “doña, yo voy a la escuela, trabajo y estudio”. Que nos juntemos porque somos jóvenes no quiere decir que porque estemos en una esquina tampoco venga la policía y nos van a tener que matar. Cosa que pasaba, que era un libre albedrio de parte de la policía. Y ahí empezamos a imaginar porque si esto pasaba acá en Budge pasaba en Fiorito, en la Salada, esto está pasando en todos lados. Nosotros a veces pensábamos en época de democracia año 87 y los abusos seguían y teníamos la posibilidad de reclamar, eso era lo que pensábamos nosotros, porque nos juntábamos y hablábamos. Teníamos la oportunidad de reclamar que era importante, estábamos en democracia. Nosotros como pibes de una esquina de cualquier barrio, pensábamos pero no teníamos recursos, tanto recursos para reclamar, porque quién te iba a creer los abusos de la policía como ya te dije a las 2 o a las 3 de la mañana. La policía actuaba de 1 a 4 de la madrugada, te llevaba en cana, la famosa razia que teóricamente en democracia no tenía que existir las razias y seguían existiendo. El control que querían imponer, la ley de que yo soy el policía, cago a palos a todos y los mato a todos y me importa un pito. Un poco es así y un poco de costumbre del asesino, siendo una fuerza pública que el pueblo paga sus impuestos todo, en vez de cuidarte te asesinaba por simple gusto
-¿Cómo fue el armado de la Comisión de Amigos y Vecinos?
-Estábamos cansados de los abusos de la policía empezamos a armar la Comisión. Empezamos a juntarnos a tener reuniones y a decir vamos a empezar a reclamar y qué hacemos. Entonces hicimos la Comisión de Amigos y Vecinos del barrio, nos organizamos. Armamos grupos, cada uno tenía una tarea. Hubo mucho periodismo, le dieron mucha bolilla porque era imparable la gente, la forma como reclamaba. Darse cuenta de que hay que reclamar fue impresionante. Las personas tenían miedo y nadie quería declarar en primera instancia. Se empezó a convencer, a armar grupos para ver quién vio el caso, quién podía atestiguar y garantizamos que no tenga miedo, porque si lo van a hacer con uno, lo van a tener que hacer con cientos de personas. Y se empezó a armar, en favor de los padres que nos dieron el aval. En el estado de shock que ellos estaban no tenían ni conciencia de lo que iban a hacer y lo que iban a reclamar.
-¿Qué decían los familiares de esta organización?
-Yo me acuerdo que el sábado me voy a la casa de Aredes y le comento al padre que lo íbamos a llevar a juicio y el tipo me dijo “Pedro, es imposible eso, en este país es imposible llevar a la policía a juicio, estamos en Argentina, recién comienza la democracia”. Yo le decía “quédese tranquilo que vamos a seguir adelante, vamos a reclamar», como si uno supiera lo que iba a pasar pero uno no sabía nada. Así empezó la lucha.
El después y la justicia
-¿Luego de que decidieron organizarse, cómo siguieron?
-Y ya después tuvimos conferencias en la UBA, en la Universidad de La Plata, en Adrogué, explicando lo que estaba pasando en el conurbano de Buenos Aires, que era producto del abuso que había de autoridad y también de gente acostumbrada a hacer estas cosas; gente que no piensa nada y que salía a la calle a matar a otra gente, porque se rebelaba o porque reclamaba sus derechos. Ahí hubo mucha gente que apoyó la causa: Martha Pelloni y el cura del barrio, el padre Tato, ayudaron mucho… Adolfo Pérez Esquivel, Pablo Díaz; hubo mucha gente que aportó a la causa.
-¿Y luego empezaron los juicios?
-Se logró juntar como a 50 testigos y nos enteramos en el 90 que íbamos a juicio. Eso fue muy importante no sólo para nosotros, sino para la sociedad misma. Éramos el inicio de un reclamo generalizado que se podía extender a todos casos y otros temas. Gracias al reclamos social que se hizo, a las marchas que hicimos. Vos fijate que le habíamos entregado una carta a Alfonsín, el presidente de la Nación, por el abuso de la violencia policial. Era un logro para nosotros llegar a ese punto y que vean el caso porque había infinidades de anomalías y abuso, de parte del gobierno provincial, los mismos jueces que te querían hacer falso testimonio. Un montón de gente metida que no quería que se reviera el caso. Tuvimos la oportunidad de hacer el reclamo.
-¿Cómo fue la relación con el Poder Judicial?
-El primer juicio tuvimos dos semanas de audiencia. Empezaban a las 8 de la mañana y terminaban a las 6 de la tarde. Había mucho para hablar. Te preguntaban y te repreguntaban, te hacían equivocar. Era un circo total. Lo que nosotros queríamos estaba muy lejos de lo que pasaba. Nos ponían mapas. Yo entiendo un mapa porque soy un técnico pero andá a preguntar a la gente del barrio donde queda tal o cual esquina. Te querían hacer confundir. Te acusaban de falso testimonio. La justicia es lenta siempre tarda. Funciona a beneficio de unos pocos, no del pueblo. Y después tenemos que pagar los impuestos.
Romper la organización
-¿Cómo reaccionaron las fuerzas de seguridad ante la organización que lograron?
-Así como hubo muchas agrupaciones que vinieron a ayudarnos, hubo muchas que nos vinieron a quebrar también. La intensión era rompernos por todos lados, fue una lucha no solamente por el reclamo de justicia. Te ponen infiltrados, gente para quebrar todo. Nos ponían inteligencia, parecías un gladiador en medio de una guerra. Acá tuvimos de todo un poco. El mismo periodismo te destruye; le dan diez mangos más y te destruyen. Llegaba un momento que pedíamos documentos a ver a quien le vamos a dar un reportaje. Si vos sabes cómo es la policía bonaerense, la Federal también. Y hoy pasa lo mismo, la policía empieza a requisar de vuelta y la vemos jodida por ese lado. Con nuestra lucha demostramos que de todas formas no puede quedar impune, que hay que denunciar y seguir reclamando.
-¿Y cómo repercutió esto en la organización?
-Como Comisión lo que nos pasó, en última instancia, es que eran muchos los reclamos y paramos de activar porque una vez que hubo justicia, el objetivo logrado, la gente no activó más. Además muchos de los amigos que teníamos ahí murieron. Murieron mal, deprimidos, se dejaron estar, lo que pasó fue muy chocante para nosotros en carne propia, a muchos se les fueron la fuerza de seguir reclamando. Nos pasó el sentido común de la gente, porque la gente sigue su ritmo. Nosotros no pensábamos en ser militantes, seguir trabajando con la violencia requiere una voluntad terrible. Nosotros decíamos siempre que éramos personas normales, que no estábamos metidos en política. Ahora se siguen haciendo entrevistas, trabajos, investigaciones pero no seguimos como organización.
-¿Cómo ven la situación actual?
-Después de todo esto que nos pasó a nosotros, vemos que un poco se frenó con la impunidad porque también la democracia va creciendo. Hoy, igual, pasa un poco lo mismo. Los reclamos se pueden hacer pero la policía está violenta, sigue violenta siempre. Es como que se repite la misma historia. Y hoy más que nunca al ver que ya te empiezan a pedir documentos, el apriete está de vuelta. Pero bueno, a la policía le va a ser más jodido porque hoy los pibes reclaman más, y tiene más vocabulario, más conocimiento. Hay una parte más despierta.