A 26 años de la Masacre de Budge, relatos de un símbolo
ANDAR en Lomas de Zamora
(AGENCIA) Jorge y Pedro son protagonistas de la historia, de un barrio, de un hecho que dejó marcas en la memoria de la represión en Argentina. Ellos son vecinos y amigos de los tres jóvenes acribillados por la policía en una esquina de Ingeniero Budge hace ya 26 años. Un 8 de mayo de 1987 la Bonaerense fusiló a Agustín Olivera (26 años), Oscar Aredes (19 años) y Roberto Argañaraz (24 años) y luego intentó simular un enfrentamiento. Los vecinos reaccionaron rápidamente para desenmascarar esa violencia que no era nueva en el barrio y reclamaron justicia. El caso fue uno de los primeros en ser reconocidos como “gatillo fácil” y después de dos juicios, uno en 1990 y otro en 1994, se condenó al suboficial Juan Ramón Balmaceda, el cabo Juan Alberto Miño y el sargento Isidro Rito Romero a 11 años de prisión.
Desde el año pasado, en conmemoración de este hecho, fue instituido por el Congreso Nacional, el 8 de mayo como el día contra la violencia institucional.
La masacre y la reacción del barrio
“¿Cómo vino el tema?…” inicia el relato Pedro, un amigo de la infancia de los chicos y hace una larga pausa… recuerda que siempre se juntaban en la esquina, sobre todo los viernes, al volver de estudiar o trabajar. Recuerda también que la relación con la policía ya era difícil “ellos siempre patrullaban la zona, había razzias, te levantaban en el colectivo a gente que venía de trabajar, gente común… te hacían averiguación de antecedentes, te tenían 24 horas, te largaban el sábado o el domingo, a la hora que ellos se les cantaba, porque era como que ellos eran los dueños y jefes del barrio”.
En ese clima de represión fue que ocurrió la masacre. “Nos teníamos que cuidar, ellos sabían dónde nos juntábamos dónde parábamos. Hubo una supuesta denuncia y esa tarde vino Balmaceda, vino Romero, vino Miño, eran muchos, como 6, 7 policías, bajaron con sus ametralladoras y le dijeron ¡al suelo señores al suelo! y tiraron”, relata Pedro.
“La gente estaba re enfurecida porque vio lo que hizo la policía, y de ahí en más se pelearon contra la policía, contra los palos largos que había. “¡Asesinos! ¿hasta dónde va a llegar esto?!” gritaban. Pero manejaban toda la situación ellos, a los minutos que los mataron mandaron una orden que hizo que cortaran la luz en el barrio y llegaron 32 patrulleros, carros de asalto, diciendo que había una convulsión, que era una levantada, una pueblada, que era incontenible”.
Esa noche el barrio no podía dormir. Los vecinos se trasladaron a reclamar a la comisaría. “Y estaba Balmaceda ahí con varios policías y decía que no sabía nada…y la gente le decía “vos mataste a los pibes” y los empezaban a insultar”. Jorge, uno de los vecinos que organizó al barrio para continuar con el reclamo, interrumpe el relato y pasa en limpio: “Habría que destacar dos cosas: ellos lo quisieron presentar como un enfrentamiento, esa es la versión oficial. Y uno de los chicos, Oscar Aredes, recién había llegado de trabajar, y lo acompañó al hermano a comprar al kiosco, que está justo a diez metros de la esquina, y cuando pasa, lo llaman y le dicen, “che vení gordo a tomar un poco de birra”, y entonces Oscar se queda ahí y el hermano va a comprar al kiosco. Y ahí es donde cae la patrulla y lo asesinan, o sea que se cae lo del enfrentamiento porque queda comprobado que él recién había llegado de trabajar. Y el otro caso es el de Willy, a él lo levantan herido, en una pierna y otro lugar, pero camina por sí solo. Lo levantan de los brazos y lo hacen subir a una camioneta y lo llevan, y después aparece con varios impactos en la cabeza. Queda claro que lo fusilaron en la camioneta”.
La organización y el reclamo de justicia
Jorge explica que él participaba de una asamblea barrial que venía llevando adelante algunos reclamos para mejorar el barrio. Ese grupo decidió hacer una reunión y formar una comisión para levantar un petitorio y pedir el enjuiciamiento y esclarecimiento de estos hechos. “Se formó la comisión con 170 vecinos integrantes, algo impresionante. Y salimos con el petitorio para hacerlo firmar y convocamos a la primera asamblea. Y, hubo como tres mil personas, increíble. Y cayeron todos los políticos caretones de la época, Mércuri, Alende, Zamora, Chacho Álvarez, una asamblea impresionante. Y de ahí hicimos la primera movilización a la comisaría del Puente La Noria, ahí fue donde la rodeamos”.
Esa comisión también se contactó con León Zimmerman y un equipo de abogados vinculado al movimiento de derechos humanos y salieron a buscar testigos para el juicio. “La gente tenía miedo y no quería salir de testigo, entonces los vecinos hicimos una campaña entre todos para buscar testigos y a convencer a la gente de que no tenga miedo, porque el ser humano es miedoso y parecería que el miedo te juega en contra”, dice Pedro.
Jorge considera que gran parte del éxito en el reclamo se debió a la constancia que pudieron sostener por años. “Porque a los tres años sale recién que se va a hacer el juicio oral y público, pero en esos tres años hubo continuidad. El tema de los testigos era terrible, la gente tenía tanto miedo, y había una serie de carpas en la esquina y se hacía una guardia permanente, entonces se decidió que a los vecinos que eran testigos como tenían miedo y el miedo era real, un grupo de gente de la comisión lo acompañaba a tomar el colectivo, hasta Puente de la Noria en ese momento”.
Las continuidades
Tanto Pedro como Jorge coinciden en que hubo un antes y un después de ese 8 de mayo para toda la sociedad argentina. “Esto despertó un poco el reclamo social en esto de la represión de la policía, porque en todos los barrios había maltrato y empezamos a reaccionar. Y a tomar conciencia de que ‘¡ah! La policía es la que nos mata, no es que mi hijo anda en cosas malas’ y esto fue algo resonante, el decir podemos reclamar”, considera Pedro.
Jorge agrega que “La metodología de asesinato tanto de la policía federal como de la bonaerense sigue, lo que pasa es que, claro, en muchos casos no van a hacer lo que hicieron en Budge que adelante de 100 vecinos les estaban tirando los fierros, lo harán un poco más sofisticado, pero es así”. Y Pedro continúa “Hoy no se nota tanto como en esa época, si eran las 2, 3 de la mañana y te mataban nadie lo creía. Por eso está el famoso ‘en algo andarán’. Pero igual ellos vienen y te reprimen, sin averiguar, sin denunciar, sin llevarte a la comisaría”.
La violencia policial es hoy un dispositivo de control y disciplinamiento que profundiza la exclusión social. Lamentablemente los golpes, el maltrato, la tortura y el gatillo fácil dan cuenta de una práctica sistemática que se ejerce sobre los sectores más vulnerables de la sociedad. Hay un antes y un después de la masacre de Budge, hay una nueva generación con un camino abierto para el reclamo de justicia ante casos muy similares, y todavía hay un largo camino por recorrer.
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