ENTREVISTA «Si pasa algo tenemos que ir directamente a patear la reja, vivir llamando la atención»
Este viernes 17 de octubre se presentó el libro “Patear la reja. Género, encierro y acceso a la justicia» elaborado por el equipo de monitoreo de lugares de encierro de la Comisión Provincial por la Memoria. Una entrevista con sus autores donde cuentan el proceso de investigación.
ANDAR en las cárceles
(Agencia) La entrevista no pudo sino ser colectiva: Victoria Noielli, Fabián Bernal, Valentina Bolajuzón y Natalia Rocchetti son parte del equipo de redacción y sistematización del libro que avanza para iniciar líneas de análisis sobre lo que para el equipo del Comité Contra la Tortura (CCT) de la CPM es un trabajo cotidiano: el monitoreo de los lugares de encierro de la provincia. Ellos son abogada, politólogo, estudiante de sociología y trabajadora social respectivamente lo que también de cuenta de las múltiples disciplinas y saberes que se conjugan en el trabajo.
Después de 3 años de relevamiento e investigación, este viernes se presenta en el rectorado de la UNLP “Patear la reja. Género, encierro y acceso a la justicia”. El libro trabaja a partir de un análisis que va en dos sentidos simultáneos “el de quien vive la cárcel día a día y el de que define esa estadía en esos lugares”, explica Fabián Bernal. O sea que analiza la descripción que las mujeres detenidas hacen de cómo viven la cárcel todos los días por un lado; por el otro, de cómo ven los operadores judiciales las demandas que ellas exigen cotidianamente en el transcurso de esa vida carcelaria.
“Otra característica central del libro es también la mirada de género, la incorporación de esta perspectiva en el análisis” agrega Natalia Rocchetti. [pullquote]el libro incorpora la mirada de género como perspectiva en el análisis[/pullquote]
Como recorte se tomó la Unidad 33 de Los Hornos, ya que ahí se encuentra la mayor proporción de mujeres embarazadas o que viven con sus hijos en el encierro. “El trabajo de algunos capítulos es más bien descriptivo. Lo más interesante es que hacemos audibles las voces de las mujeres que de alguna manera silencia el sistema de sujeción punitivo que es la cárcel. Padecimientos hay en todos los espacios de encierro, lo que acá aparecen son las problemáticas que le surgen a esta población en particular y que se pueden ver en las palabras de ellas mismas, las podés escuchar en primera persona”, considera Valentina Bolajuzón.
Los redactores del libro explican que las habitan las cárceles en general son mujeres pobres. “Desde los ’90 hasta ahora la tasa de prisionización de las mujeres aumentó exponencialmente, se triplicó. Sobre todo a partir de la ley de estupefacientes (23.737) que apunta al último eslabón de la cadena que son ellas: las mujeres pobres que generan en sus casas lo que se llaman “kioscos” de ventas de droga. Y ahí apunta el estado desde esta política contra la droga, que luego impide que se generen medidas morigeratorias del tipo de la prisión domiciliaria porque el delito se cometió en el domicilio”, explican desde el CCT.
[pullquote]Lo más interesante es que hacemos audibles las voces de las mujeres que de alguna manera silencia el sistema de sujeción punitivo que es la cárcel.[/pullquote]
En la UP 33 particularmente, al momento del desarrollo de la investigación, había una población total de 285 mujeres, de las cuales 90 estaban embarazadas o con sus hijos; en total 67 niños, 18 embarazadas y 5 embarazadas y con hijos. De ese total el 74% estaba procesada, es decir, sin condena firme, y cerca del 40% estaba allí alojada a partir de la ley de estupefacientes. “Otro dato a tener en cuenta es que muchas de esas mujeres son víctimas de la vulneración de sus derechos y han fallado las todas instituciones previas al encierro. Y también que muchas están con sus hijos pero las que no los tienen tampoco tienen mucha información sobre dónde ni con quien están, lo que también es una cuestión para trabajar u observar. Porque esto implica pensar cómo las mujeres pueden participar en el proceso de decisión de tener con ellas a sus hijos o no”, detalla Natalia Rocchetti. Victoria Noielli añade que esta “es una de las situaciones más complejas porque es importante tener en cuenta de que cuando no hay una familia ni nadie que pueda hacerse cargo de ese hijo va a ser institucionalizado. Entonces esa decisión de ingresarlos a la institución carcelaria también tiene que ver con esto, con que la otra opción es que el chico esté institucionalizado solo en otro lado”.
¿Cómo surgió la investigación?
Fabián Bernal: la raíz de la investigación es parte de una intención del CCT de sistematizar su tarea cotidiana de monitoreo de los lugares de encierro, y tener como una especie de voz contra panóptica del funcionamiento de las unidades penitenciarias. Anteriormente diseñamos un conjunto de herramientas para que sirvieran a los fiscales para poder inspeccionar los lugares de detención y editamos un manual de monitoreo con perspectiva de género para el análisis de las condiciones de detención. Así, nosotros no hacemos una investigación que se aísla del campo que está analizando, sino que hacemos una investigación que nos exige estar todos los días monitoreando las condiciones de detención, para poder decir lo que estamos observando. El modo en que nosotros vemos y la manera que estamos registrando.
En el desarrollo del libro se retoman las voces de las mujeres, los discursos de los operadores judiciales y las estrategias de litigio. ¿Cómo fue el proceso de definir ese material?
Natalia Rocchetti: la información se recabó a partir del monitoreo sistemático que hacemos cotidianamente y después se realizaron 10 entrevistas en profundidad con mujeres alojadas en la Unidad. Esto permitió analizar ese material desde determinados ejes que tienen que ver con el acceso a la salud y a la atención, dónde las mujeres aparece esto de “no me importa mi vida, que atiendan a mi hijo” y se ubican en ese lugar donde como madres donde son las únicas responsables; y analizamos también las condiciones de detención: materiales, de alimentación, de higiene y, por otro lado las violencias penitenciarias y el acceso a la justicia.
[pullquote]Desde los ’90 hasta ahora la tasa de prisionización de las mujeres aumentó exponencialmente, se triplicó. Sobre todo a partir de la ley de estupefacientes[/pullquote]
Fabian B: en particular se hicieron varias inspecciones, y por lo tanto varias entrevistas a las mujeres que pasaron por los pabellones 8, 9 y 10 en los años 2011 y 2012.
Las entrevistas con operadores judiciales se definieron en principio a partir de los partes diarios de la población de la Unidad 33. Allí identificamos cuáles eran los órganos judiciales que intervenían en sus causas y se desprendió que los departamentos judiciales que tenían mayor cantidad de personas allí alojadas eran Lomas de Zamora, La Plata y San Martín. Trabajamos con los dos primeros porque de San Martín no tuvimos respuestas. Tampoco recibimos respuestas de los operadores de los tribunales orales criminales.
De todas formas enviamos notas a todos los departamentos judiciales; la mayoría no respondió, sin embargo no condenamos eso sino que celebramos los que sí nos abrieron las puertas para realizar las entrevistas. El acuerdo con ellos fue que no se identificara quiénes eran, decimos la pertenencia institucional nada más. También buscamos información a partir de las visitas institucionales que realizan los distintos jueces penales y miramos los informes hechos por jueces de garantías, y por cámaras de apelación.
Así teníamos un marco bien amplio: los juzgados de garantías, el correccional, el de ejecución, la cámara de apelaciones y la procuración, pudiendo abarcar un gran abanico de lo que atañe al poder judicial como decisor.
¿Y qué miraron para dar cuenta de las violencias, qué cosas son las más invisibles?
Fabián B: así como la institución penitenciaria la judicial también está cargada de violencia porque hay discursos que parecieran irónicos o hasta te pueden causar risa, pero otros son altamente agresivos en cómo miran a las mujeres, y eso imprime un grado de violencia en sus cuerpos y en sus hijos que se agrava aún más sabiendo que son estas personas las que deciden que permanezcan en esa institución. Yo entonces digo que no hay una naturalización por parte del poder judicial de las malas condiciones de detención, de la tortura, sino que lo que existe es un funcionamiento armónico en cómo opera el poder judicial, el servicio penitenciario y todo el conjunto de la administración punitiva para que estas mujeres continúen ahí en esas condiciones. No hay ninguna intención de mejorarlas, los discursos son claros en eso. Estos funcionarios hablaron de una manera tranquila de cómo funciona desde adentro el aparato judicial y cómo mira. Esto no es una mirada que este fallando, es la que tiene el aparato judicial, y es lo que hay que atacar, porque eso es lo que invisibiliza que la violencia viene desde arriba. Así las mujeres son doblemente condenadas, por el delito que se les imputa, después de pasar por toda una trayectoria de violencias y miserias y son condenadas por las violencias del discurso judicial a través de sus palabras y prácticas.
Natalia R: al poner en primer lugar el de la maternidad solamente y no a una mujer que está con su hijo hay cosas que no se ven. Tampoco se tiene en cuenta que el niño también está privado de su libertad porque “está con la madre”, entonces no intervienen los dispositivos de protección de la niñez para analizar las condiciones en que están y su impacto.
[pullquote]muchas de esas mujeres son víctimas de la vulneración de sus derechos y han fallado las todas instituciones previas al encierro. Esto implica pensar cómo las mujeres pueden participar en el proceso de decisión de tener con ellas a sus hijos o no[/pullquote]
Victoria N: es difícil pensar cómo uno va a plantear el impacto que puede tener el encierro en un chico de hasta 5 años, cuando nosotros en las presentaciones que realizamos les pedimos que se constituyan en la unidad penal, que vayan para verificar lo que estamos denunciando, y el operador ingresa a uno de los pabellones y lo que advierte es que hay un poco de pastito y un tobogán. Entonces realmente es muy complejo el planteo, porque evidentemente no estamos viendo lo mismo. Se trata de profundizar, indagar y ver un poco más allá de lo que está a primera vista, el pastito y el tobogán. Y no hemos encontrado prácticamente operadores que lo hagan.
También existe una mirada de las madres con sus hijos como “beneficiarias” de mejores condiciones o de la maternidad como estrategia para conseguirlas. La realidad es que toda esta población debe estar en arresto domiciliario.
Fabian B: ese es un discurso creado por los operadores judiciales, las detenidas tienen muy claro la manera en que viven en la cárcel, y esa convivencia con sus hijos en la unidad penitenciaria no es porque ellas conciban que es vivir mejor, sino porque en muchos de los casos no tienen otra persona que se los cuiden. Ellas no lo ven por el lado de que “es un beneficio para mí” sino que es la opción que les queda.
Los operadores judiciales sí construyen esta idea de que las mujeres se embarazan para conseguir algún tipo de prebenda judicial, cosa que es totalmente falsa y que ellos también entran en contradicción. Es más que nada una visión clasista del sistema penal que la genera.
Valentina: Entonces esa hipótesis formada claramente desde el sistema judicial, al escuchar las voces de las mujeres se caen. También está esa visión en que la madre es sólo la que tiene al niño dentro de la cárcel y en realidad madres son todas.
¿De qué forma se dan entonces las estrategias para incidir en ese sistema penal o para litigar?
Victoria N: La búsqueda de estrategias es contante porque la respuesta es prácticamente nula, ya sea por planteos individuales como colectivos. A veces los logros son pequeños o muy coyunturales, como cuestiones que se resuelven porque faltan alimentos o alguna medicación, pero nunca se llega a la cuestión de fondo. Incluso al conseguir sentencias favorables el Poder Ejecutivo no las cumple. Entonces nunca llegamos a una solución real de los problemas que atraviesan a la cárcel en general y en particular a esta población. Por ejemplo, lo que aparece como uno de los temas centrales de denuncia es el acceso a la salud. Sin embargo, al día de hoy -y después de muchas presentaciones que hemos realizado nosotros y otras organizaciones que trabajan el tema de las mujeres alojadas en la cárcel con sus hijos- no hay en la Unidad 33 una guardia pediátrica. Entonces para tratar de sortear esta desidia o desinterés la búsqueda de estrategias tiene que ser constante.