MEMORIAS Recordamos para el futuro
ANDAR en Punta Alta
Editorial N° 59 del programa Sembrando Memoria
En el año 2012 Punta Alta participaba por primera vez en el Programa Jóvenes y Memoria, de la Comisión Provincial por la Memoria. En esa oportunidad, Sandra Raggio, Directora del Programa, nos decía:
“Hay una disputa muy fuerte en la ciudad por este pasado. La memoria siempre está atravesada de intensos conflictos, por aquellos que siguen pensando que aquel pasado fue mejor, que hay razones para reivindicar lo que pasó. Y otros con otros valores, otras ideas para pensar el mundo sostienen, sostenemos que no, que es un pasado al que no queremos volver, que hay que repudiar, que fue la situación más grave sobre las violaciones a los derechos humanos que vivimos en nuestro país”.
Esta elaboración del pasado pone en marcha un doble movimiento que implica “recuperar la historicidad de lo que se recuerda, reconociendo el sentido que en su momento tuvo para sus protagonistas, a la vez que revisitar el pasado como algo cargado de sentido para el presente”. Es esta búsqueda de sentido el elemento fundante de cada una de las reconstrucciones de aquello que llamamos “memoria”, afirma Daniel Fereinstein.
Para Elizabeth Jelin “Poder recordar y rememorar algo del propio pasado es lo que sostiene la identidad. Las identidades y las memorias no son cosas sobre las que pensamos, sino cosas con las que pensamos. Como tales, no tienen existencia fuera de nuestra política, nuestras relaciones sociales y nuestras historias”. El núcleo de toda identidad individual o grupal está ligado a un sentido de permanencia, de ser uno mismo, a lo largo del tiempo y del espacio.
[pullquote]Reflexionar sobre los hechos que hemos compartido en nuestra ciudad en estos últimos días, nos lleva a replantearnos nuestra identidad como puntaltenses[/pullquote]
Reflexionar entonces sobre los hechos que hemos compartido en nuestra ciudad en estos últimos días, nos lleva a replantearnos nuestra identidad como puntaltenses, como rosaleños que, inmersos en la elaboración de este“pasado que no pasa” o “presente recordado” nos constituimos identitariamente, ya sea como sujetos o como pueblo, mediante la creación de un relato que otorgue continuidad al propio discurrir en el tiempo, que nos restituya aquello que nos fue desaparecido.
Esta disputa por la memoria nos posibilita asomarnos al pasado desde la sociedad que hoy queremos construir, en una vinculación ineludible entre pasado y presente, entre memoria y acción. “No creo en los mea culpa, sean catárticos o catastrofistas”, afirma Pilar Calveiro, “pero sí en la posibilidad de entender sinceramente el pasado para “abrir” el futuro”. Recordamos, no para revivir miedos y fantasmas del pasado, sino para comprender nuestro presente, en el cual la figura del detenido-desaparecido sigue actuando como metáfora para explicar las peculiares condiciones sociales de los desocupados, de los marginales, de los sin techo, de los locos, de los exiliados, todos los que con su sola presencia rompen el equilibrio deseado por aquellos que evocan el discurso del “orden”.
Retomando el planteo de Pilar Calveiro podemos sostener que “la repetición puntual de un mismo relato, sin variación, a lo largo de los años, puede representar no el triunfo de la memoria sino su derrota”. La memoria es un acto de creación de significados desde la realidad presente proyectada hacia el futuro. “Es desde las urgencias actuales que se interroga al pasado, rememorándolo. Y, sin embargo, al mismo tiempo, es desde las particularidades de ese pasado, respetando sus coordenadas específicas, que podemos construir una memoria fiel”.
[pullquote]el silencio se rompe y el relato emerge cuando hay oídos dispuestos a escuchar, a acompañar, a contener[/pullquote]
El discurso testimonial en el marco de los Juicios que en estos días se están sucediendo y la posibilidad de expresarnos a través de distintos canales, nos posibilita reconstruir los lazos solidarios que fueron quebrados,superar los desafíos del trauma, afrontar grietas y quiebres para reconstruir una historia. La participación de muchos puntaltenses en el acto de señalización el pasado 4 de septiembre es una prueba de ello: el silencio se rompe y el relato emerge cuando hay oídos dispuestos a escuchar, a acompañar, a contener. Y, sobre todo, cuando se logra poner en palabras el pasado, resignificando el sentido del mismo. A través de la emergencia del relato, nos narramos a nosotros mismos.
Hoy Punta Alta no es la misma ciudad que era quince días atrás. Soplan vientos nuevos, vientos de cambio y de esperanza, vientos que nos llevan a soñar con un futuro en el que juntos construyamos y reconstruyamos nuestra identidad.