DÉCIMOCUARTA AUDIENCIA DEL JUICIO LA CACHA Declaró un testigo-víctima de La Noche de las Corbatas
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(Por Sebastián Pellegrino, Agencia) Entre el 6 y el 13 de julio de 1977, en Mar del Plata, el Ejército Argentino secuestró a once personas. Entre las víctimas, seis eran abogados y, el resto, familiares de varios de los abogados. De los 11 secuestrados, sólo cuatro sobrevivieron: el resto fue asesinado o desaparecido. El megaoperativo clandestino sería conocido como La noche de las Corbatas, del cual el abogado Carlos Bozzi fue uno de los sobrevivientes. Su declaración testimonial realizada el miércoles 19 de marzo en el juicio La Cacha, que lleva adelante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal 1 de La Plata, aportó valiosos datos acerca del asesinato de dos jóvenes estudiantes que habían estado detenidos en el centro clandestino de Olmos.
“Fui secuestrado en mi estudio en Mar del Plata el 8 de julio de 1977, junto al abogado Tomás Fresneda y su esposa, María de las Mercedes, que estaba embarazada de cuatro meses. Dos días antes habían secuestrado a otros dos abogados y esa misma noche secuestraron a tres más: Norberto Centeno, Salvador Manuel Arestín y Raúl Hugo Alaiz”, comenzó relatando Bozzi.
El abogado permaneció detenido en las instalaciones del viejo radar de la Base Aérea de Mar del Plata, hasta que una noche le avisaron que lo iban a liberar en la ciudad de La Plata porque “decían ser de Montoneros y que se habían equivocado conmigo. Me sacan encapuchado, me introducen en el baúl de un Falcon y me dicen: ‘Gritá Perón o Muerte’. Después otro dice: ‘Rápido, rápido… que vienen los militares’. Era parte de la historia burda que querían montar”.
“Desde el baúl escucho una voz de mujer y dos de hombre. En un momento, el auto da un salto, como que ingresa a una calle o ruta de asfalto, y uno dice: ‘La puta… ¿Qué mierda es esto?’. El auto se detiene, derrapa, y a lo lejos se oyen disparos. Treinta o cuarenta disparos, y después el silencio”, continuó el testigo.
[pullquote]Bozzi: «Después otro dice: ‘Rápido, rápido… que vienen los militares’. Era parte de la historia burda que querían montar”[/pullquote]
El episodio fue parte fundamental de la perversa acción de propaganda montada por las fuerzas represivas: Bozzi debía ser liberado, los jóvenes Stella Maris Giourgas y Carlos Weber (que habían estado secuestrados en La Cacha) debían ser acribillados y sus cuerpos dejados en el Falcon, y el presunto enfrentamiento tendría mayor verosimilitud porque ese Falcon era de uno de los abogados secuestrados durante la Noche de las Corbatas. Se quería presentar la historia como un enfrentamiento entre Montoneros y las fuerzas armadas.
“Cuando los militares abren el baúl, me sacan y me preguntan qué hacía allí. Miro alrededor y veo un cerco de camiones militares, como parte del montaje”, agregó el testigo.
La versión fraguada de los hechos salió publicada en el diario La Capital, de Mar del Plata, cuyo artículo de la época ofreció Bozzi al tribunal. En ese momento, el testigo dio un dato revelador acerca del vínculo entre medios de comunicación y dictadura: “El fotógrafo de La Capital era también fotógrafo de la Universidad y Jefe Civil del Servicio de Informaciones del Ejército. Tenía tres funciones”.
[pullquote]“El fotógrafo de La Capital era también fotógrafo de la Universidad y Jefe Civil del Servicio de Informaciones del Ejército. Tenía tres funciones”[/pullquote]
Después de ser liberado, Bozzi se fue de la ciudad y comenzó a investigar lo que había ocurrido. Halló un documento secreto de la Embajada de Estados Unidos en el que se explicaba que el operativo de propaganda había sido montado por el jefe del Primer Cuerpo del Ejército para molestar a Videla porque lo creían ‘blando’. Asimismo, pudo saber, a través de los registros de la exDIPPBA, que los jóvenes asesinados habían sido sacados de La Cacha exclusivamente para la realización del operativo.
Carlos Platz: “Tengo algo para la señora Dematti”
El primer testimonio de la decimocuarta audiencia fue el de Carlos León Platz, un abogado de Ensenada que fue testigo, el 5 de mayo de 1977, del secuestro de Carlos Esteban Alaye, hijo de la histórica luchadora de Madres de Plaza de Mayo, Adelina Dematti.
“Era de noche, aproximadamente las 19, hacía frío. Yo estaba en mi estudio jurídico, que estaba al lado de mi casa, en calle Bosinga al 400 de Ensenada. De repente se comenzó a oír un fuerte alboroto, ruidos de cortinas metálicas que se cerraban de golpe, personas que salían de los comercios hacia las esquinas intentando ocultarse y un griterío muy fuerte”, dijo Platz.
“Me acerco a la ventana y veo, sobre la calle, el cuerpo de un joven con sangre en su cabeza. El joven se movía. Dos personas se acercaron a él, lo maniataron y lo subieron a la caja de una camioneta. Todo ocurrió en dos minutos, y yo no supe quién era el joven hasta que, tiempo después, ya en democracia, alguien dejó en la puerta de mi casa un volante en el que se pedía información sobre lo ocurrido en esa cuadra el 5 de mayo. A partir de ese volante me contacté con Adelina Dematti, la madre del joven”, continuó. Mientras Platz declaraba ante el tribunal, entre el público se encontraba Adelina.
Minutos después, desde Secretaría del tribunal se leyó un fragmento de una declaración anterior de Platz acerca del secuestro de Carlos Alaye, y el testigo recordó y ratificó los dichos: antes de que el joven cruzara la calle en bicicleta, vio a un hombre que, a mitad de cuadra, simulaba estar arreglando algo en el motor del un auto. Ese hombre lo llamó a Carlos Alaye y le pidió fuego. Era parte de la emboscada. También recuerda, en base a las charlas con sus vecinos, que en varias casas de la cuadra se habían ocultado agentes del operativo.
Al finalizar su declaración, Carlos Platz preguntó a Rozanski dónde estaba ubicada la señora Dematti. El testigo la buscaba entre los que forman parte del juicio y el presidente del tribunal le aclaró que Adelina se hallaba en la sala pero sentada en el sector del público. Platz dijo que tenía algo para entregarle a la señora: “El otro día estuve ordenando mis papeles y hallé uno que se lo quiero dar a la madre de Carlos Alaye”.
Mientras el testigo se retiraba del escenario, Adelina Dematti de Alaye salía a su encuentro, emocionada. Se vieron en el ingreso al teatro de la exAMIA: un abrazo de varios segundos, dos sonrisas silenciosas y uno de los volantes realizado décadas atrás, y mediante el cual fue hallado un testigo importante, volvía a las manos de quien lo había elaborado.