LOS TESTIGOS SIGUEN ESCLARECIENDO LOS ROLES DEL PERSONAL EN EL CCD “Al capo de La Cacha le decían ‘el francés’”
ANDAR en los juicios
(Por Sebastián Pellegrino, Agencia) “Cuando me trajeron a La Cacha mi estado de salud era tan grave, producto de las torturas que había recibido antes en Mar del Plata, que creyeron que no sobreviviría y me dejaron ahí un buen tiempo. En mi caso, los interrogatorios fueron sin violencia ni torturas, y siempre estuvieron a cargo de uno al que le decían ‘el francés’, que era como el ‘capo’ del centro clandestino. Supongo que pertenecía al área de inteligencia del Ejército. Dirigía todo en La Cacha y hasta los guardias se ponían tensos en su presencia”, relató, el miércoles 12, la víctima-testigo Patricia Pérez Catán, sobreviviente del Centro Clandestino de Detención La Cacha, ante los magistrados del Tribunal Oral en lo Criminal Federal 1 de La Plata.
En 1977 Patricia era estudiante avanzada de la carrera de Medicina en la Universidad Nacional de Mar del Plata y militante, junto a su hermano, de la Juventud Universitaria Peronista (JUP). Fue secuestrada el 31 de enero de ese año y detenida, en primer lugar, en el CCD conocido como La Cueva, de Mar del Plata, a cargo de la Fuerza Aérea. Allí fue salvajemente torturada por los interrogadores hasta que sobrevino la orden de traslado a La Cacha, lugar al que también sería destinado, semanas después, su hermano Jorge Enrique.
La testigo explicó que, por su formación en medicina, los guardias de La Cacha le ordenaron desde el principio que atendiera las heridas superficiales de otros detenidos del CCD y que asistiera a las embarazadas: “En un momento me pidieron que cuidara de ‘Machocha’ (María Rosa Tolosa de Reggiardo) y vi sus rodillas deformadas por los golpes que había recibido. La golpearon en las rodillas para no afectar el embarazo. Cuando empezaron las contracciones un guardia me dio su reloj y me dijo ‘Quedáte acá y controlále las contracciones’”.
“Una hora después, se llevaron a Machocha del lugar. No la volvimos a ver y lo último que supimos de ella fue a través de uno de los guardias, al que le decían ‘Pablo’, que entró corriendo hacia donde estábamos los detenidos gritando: ‘Machocha tuvo mellizos, Machocha tuvo mellizos…”, detalló Pérez Catán.
Como la mayoría de los testigos, Patricia también distinguió las funciones de quienes “administraban” La Cacha: habló de “los carlitos” (personal de la Armada); los interrogadores de inteligencia del Ejército; y los guardias que actuaban exclusivamente en el control de los detenidos y que se limitaban a acompañarlos al baño, repartían las raciones de comida, casi siempre de manera distendida y sin uso de la violencia. En este último grupo, Pérez Catán ubicó al reconocido ‘Pablo’, “un hombre de cabello claro, casi rubio, ojos claros, delgado y con una voz particular, agradable. Tocaba la guitarra y cantaba”. Asimismo, recordó a varios compañeros de cautiverio en La Cacha: Betinni, Patricia Rolli y su padre, Laura Katz, entre otros.
[pullquote]Pérez Catán a Losino: «Sabe qué, señor: el miedo, el profundo miedo a decir cosas, recordar caras y nombres, fue lo que motivó mi primera declaración”[/pullquote]
Luego de permanecer casi 6 meses en La Cacha, Pérez Catán (junto a Rolli y otros detenidos) fue “legalizada” y trasladada a la Comisaría 8° de La Plata, donde aguardaría la sentencia del Consejo de Guerra, “esa parodia de juicio que armaron”.
“Estando en la 8°, un día vino a verme el ‘fiscal’ y me dijo que iba a pedir que yo sea juzgada por el delito menos gravoso, asociación ilícita. No lo volví a ver. Días después apareció un juez federal que me tomó declaración. Finalmente, una noche fui llevada a la oficina del comisario de la 8° y allí me informan que el juez había ordenado mi libertad definitiva. De ese proceso no quedó ningún registro oficial, pero yo sí pude conservar hasta hoy algunos documentos”, afirmó Catán, quien al finalizar la audiencia le entregó al tribunal copia de esos documentos.
Sobre el final de su declaración testimonial, el defensor del imputado Claudio Grande, Juan José Losino, solicitó al tribunal que se diera lectura a una declaración de la testigo realizada en sede judicial en 1998. El fragmento aludía a los recuerdos de Pérez Catán con respecto a los nombres o apodos de los interrogadores-torturadores de La Cacha. En aquella ocasión ella había identificado sólo a dos (‘el francés’ y ‘el oso’), y por eso Losino quiso saber si ahora, en 2014, a la testigo se le había “acrecentado la memoria” y, en ese caso, “cómo”.
[pullquote]Como la mayoría de los testigos, Patricia también distinguió las funciones de quienes “administraban” La Cacha: habló de “los carlitos” (personal de la Armada); los interrogadores de inteligencia del Ejército; y los guardias que actuaban exclusivamente en el control de los detenidos[/pullquote]
Patricia quiso responder inmediatamente pero fue interrumpida por el Presidente del tribunal, Carlos Rozanski: la pregunta resultaba impertinente. Losino insistió con su pregunta del acrecentamiento de memoria, Pérez Catán se inclinó como un resorte hacia el micrófono queriendo responder, y el Presidente volvió a rechazar la pregunta por improcedente.
En medio de la discusión, la testigo llegó a levantar su mano para decir: “¡Quiero responder! ¡Tengo derecho a responder una pregunta!”. Instantes después, mirando a Losino, respondió: “En 1995, tras una discusión muy fuerte con mi marido, decidimos regresar a la Argentina. En 1998 realizo mi primera declaración en sede judicial sobre lo que me había pasado. Sabe qué, señor: el miedo, el profundo miedo a decir cosas, recordar caras y nombres, fue lo que motivó mi primera declaración”. El aplauso sostenido interrumpió durante varios segundos la siguiente pregunta de Losino.
Molino: “Recuerdo los gritos de los interrogatorios”
Oscar Horacio Molino, un hombre mayor y con notorias dificultades de audición, fue otro de los testigo que declararon durante la decimosegunda audiencia del juicio La Cacha. En 1977, Molino trabajaba en la mutual del Banco Provincia. Lo detuvieron cuando regresaba desde el cine a su departamento de diagonal 80 entre 2 y 3. Lo metieron en el baúl de un auto y lo llevaron al CCD en un viaje que duró aproximadamente media hora.
“Fue el 17 de febrero de ese año. Me llevaban esposado y encapuchado. Recuerdo que, después de 8 o 9 días de estar allí, me sacaron de traslado a otro lugar porque en La Cacha se iban a realizar refacciones”, dijo el testigo, refiriéndose a la reorganización del centro referida por muchos otros testigos.
“Nunca me torturaron y durante los interrogatorios me preguntaban por los nombres de compañeros de Montoneros. Es decir, no me preguntaban por mis actividades sino por personas que yo conocía”, explicó Molino.
Recordó haber conocido a María Rosa Tolosa (quien trabajaba también en el Banco Provincia), “a un muchacho de apellido Moura (Jorge)”, a Betinni, a Alcides Chávez, entre otros compañeros de cautiverio. Sobre los guardias, narró la anécdota de cuando ‘Pablo’ entró corriendo y anunciando que ‘Machocha’ había tenido mellizos.
[pullquote]Molino: “Nunca me torturaron y durante los interrogatorios me preguntaban por los nombres de compañeros de Montoneros. Es decir, no me preguntaban por mis actividades sino por personas que yo conocía”[/pullquote]
“Los guardias eran jóvenes de entre 20 y 25 años y se turnaban en grupos de 4 o 5. Creo que hacían guardias de 24 horas de servicio por 48 de descanso, y estos guardias no participaban de los interrogatorios porque no salían del lugar en el que estábamos alojados los detenidos durante la mayor parte del tiempo. De hecho, los interrogatorios se realizaban en un lugar aparte. Recuerdo los gritos de dolor de quienes eran interrogados y torturados. Los gritos eran muy frecuentes”, relató el testigo.
Al promediar la declaración de Molino, el defensor oficial Adrogué pidió permiso al tribunal para realizar una pregunta al testigo acerca del día en que lo trasladan a otro lugar por las refacciones que se iban a realizar en La Cacha. Molino se adelantó y dijo que, como hacía pocos días que había sido detenido, había preferido no hablar con nadie, no escuchar nada ni ver ningún rostro.
[pullquote]“Los guardias eran jóvenes de entre 20 y 25 años y se turnaban en grupos de 4 o 5. Creo que hacían guardias de 24 horas de servicio por 48 de descanso, y estos guardias no participaban de los interrogatorios»[/pullquote]
El testigo se refería al miedo de hacer algo que molestara a los torturadores. En ese momento, el sesudo defensor, ejerciendo una especie de perversa empatía, dijo: “Muy bien, muy bien. Por su propia seguridad. Y sí, está perfecto… el hombre se adapta a todo… lamentablemente es así”.
Más adelante, el mismo “doctor” Adrogué –que compite con Losino por el título al mejor abogado provocador-, inició otra pregunta con las siguientes palabras: “Durante su estadía en La Cacha…”, como si la víctima del terrorismo de estado hubiese reservado una habitación de hotel.
Luego, Molino concluyó su relato: “Cuando me avisaron que sería liberado, me dieron ropas limpias, me dejaron bañar y afeitarme y, por la tarde, me llevaron hasta la esquina de 52 y 120 de La Plata, en el Bosque. Me dijeron que no me moviera durante unas horas. No los volví a ver nunca más”.
Losino pidió la nulidad de un reconocimiento fotográfico
Al comienzo de la audiencia, el defensor de Claudio Grande pidió al tribunal que declarara nulo y de nulidad absoluta un reconocimiento fotográfico realizado por la testigo Patricia Pérez Catán en 2010 durante la instrucción de la causa principal de La Cacha, que actualmente se ventila en el juicio oral y público del TOF 1.
La instrucción de la causa estuvo a cargo del Juzgado Federal 1 de La Plata, a cargo de Humberto Manuel Blanco. Según Losino (aparentemente sus dichos coinciden con los consignados en el expediente judicial), él mismo había estado presente en ese Juzgado el mismo día –incluso minutos antes- en que Catán se hizo presente para realizar un nuevo reconocimiento fotográfico en torno al imputado Claudio Grande, a quien defiende Losino. Por ese motivo, el defensor alegó que se vulneró el derecho de defensa de uno de los imputados y que el reconocimiento no podía ser tomado como válido.
Incluso pidió que Patricia Pérez Catán no hiciera un reconocimiento fotográfico durante el juicio porque “psicológicamente” ya estaría condicionada por aquél visado de las fotografías durante el cual no estuvo presente la defensa.
Luego de más de una hora de discusión, el tribunal resolvió (por voto mayoritario de Rozanski y Jantus, y voto en disidencia de Vega) que se postergara el pedido de declaración de nulidad realizado por Losino y que sí se realizara un nuevo reconocimiento fotográfico de Catán pero con todas las garantías de defensa en juicio y con la totalidad de las fotografías que constan actualmente en la causa La Cacha.
También los jueces señalaron que el pedido de Losino era extemporáneo y que procesalmente debía haber sido realizado durante la etapa de instrucción de la causa, y no durante el juicio que constituye una instancia distinta de la instrucción.