TESTIMONIOS DE LA AUDIENCIA N° 111 “Me hicieron saber que con las mujeres, particularmente, eran muy duros”
La jornada de la fecha se realiza de forma virtual y presencial. Cuenta con tres declarantes: Susana Capobianco, sobreviviente, Silvia Cartasso y Pedro Luis Nadal García, nieto recuperado, por el caso de Hilda García.
ANDAR en los juicios
(Diario del juicio) Susana Capobianco fue la primera de la jornada en testimoniar. Comenzó indicando que fue secuestrada el 27 de enero de 1977, cuando su marido abrió la puerta de su casa en Bernal para ir a hacer las compras y entró gente que dijo ser del ejército, entonces los separaron y comenzaron a interrogarlos. “Me hicieron saber que con las mujeres, particularmente, eran muy duros”, declaró Susana. Declaró que por lo menos habían entrado 15 personas, todas de civil, y que había distintos niveles: “había serpicos, había mano de obra contratada para el efecto, y también seguramente había gente del ejército que tenía otro modo de dirigirse hacia nosotros”.
Al interrogarla, le preguntaron dónde operaba y si “Liri” era su nombre de guerra, “desde que nací me dicen Liri porque era el nombre que me iban a poner y que el registro no aceptó, pero yo siempre fui Liri, el nombre que me nombra es Liri, ellos decían que ese era mi nombre de guerra”, mencionó. Les indicó que era peronista, militante de la JP, pero que para ese entonces ya no militaba. También le preguntaron por “Rudy”, Rodolfo Federico Simon, compañero de la JP. A la casa, posteriormente, llevaron a Cristina, amiga de la universidad de Susana quien, en ese momento, estaba talcada, con las manos atadas en la espalda y una bolsa de zapatos en la cabeza, reconoció a Cristina por los pies. Luego, cuando Susana pudo sacarse la bolsa de la cabeza para vestirse, vio que Cristina había sido torturada. Más tarde llegó Rudy a la casa, que vivía cerca e iba a buscar un vestido de su esposa que tenía Susana, porque estaban por irse de vacaciones, allí lo hacen entrar, lo tiran al piso y comienzan a hacerle preguntas. Rudy mencionó que era de la JP y que militaba en el Centro Universitario de Quilmes.
Le dijeron a Susana que se despida de Hugo, su marido, porque se iban. “Por supuesto, toda la mañana tortura psicológica con que me iban a matar, me iban a poner una bandera en el pecho que dijera que era montonera y me iban a tirar en el río de Quilmes”, mencionó. Cuando están subiendo a un Peugeot Blanco a Rudy, Cristina y Susana llega la madre de Hugo. Ella preguntó a dónde los llevaban, pero siempre daban una respuesta diferente. Susana, más tarde, supo que había sido llevada al Pozo de Quilmes.
Al llegar al lugar, la cargan, la suben dos pisos y la meten en un calabozo. Desde allí escuchó que Cristina se había encontrado con su mamá. Cristina le decía, llorando, que se sentía culpable porque habían levantado gente a raíz de sus dichos en la tortura, “entonces las compañeras que estaban detenidas allí empezaron a hablar y a decirnos que nos quedaramos tranquilas, que con la tortura la gente hablaba, trataron de contener a Cristina diciendole que los héroes eran solamente en las revistas, que era muy difícil frente a la tortura”, declaró Susana.
Desde el calabozo escuchaba a una compañera uruguaya, que estaba embarazada y había pasado por seis simulacros de fusilamiento, ella era la que más las contenía. También se escuchaba a los varones de otro piso, que empezaron a preguntar quiénes y cómo eran, “y propusieron que cantáramos todos una canción, como en la película ‘La noche de los lápices’, y cantamos todos Puerto Montt”.
Susana indicó que un miembro del ejército ingresó a su calabozo y le realizó las mismas preguntas que le habían hecho antes: quién era, su nombre de guerra, cómo conocía a Rudy, dónde militaba; luego se fue. Más tarde entró otro miembro del ejército y le dijo que se iban, la bajo y, tabicada y atada, se encontró con su marido, allí les dijeron que los iban a llevar a casa, “nos dijeron que ojo lo que hacíamos, que no nos diéramos vuelta, dieron a entender que íbamos a estar vigilados”, agregó. Por la mañana temprano los militares ingresaron a su casa y, entre las 14 y las 15hs, Hugo y Susana fueron liberados. Desde la liberación hasta el mes de agosto vivieron en Mar del Plata.
Rudy y Cristina permanecen desaparecidos. Entre el ‘77 y el ‘78 se cruzó con la madre de Cristina en Bernal, “cuando le quise preguntar ella me dijo ‘no sé nada, no pares, seguí caminando’, desde entonces, pinto los pañuelos de Rudy, de Cristina y de todos los compañeros que desaparecieron”.
“Fuimos una generación politizada”
Silvia Cartasso inició su testimonio contando que en 1975, cuando estudiaba en la Facultad de Agronomía, vivía en Vicente López, y que en el mismo barrio vivían otros compañeros, por lo que se juntaban cotidianamente a estudiar, recrearse y discutir sobre política, : “Fuimos una generación muy politizada. Éramos la gente que crecimos en dictadura”, afirmó. Recuerda que esos encuentros los realizaban en la casa de Miguel Angel Riveros, donde funcionaba un punto de encuentro de los militantes del Partido Revolucionario de los Trabajadores. Allí conoció a Jorge Iriarte, con quien mantuvo un vínculo cercano. Al tiempo él se fue a vivir a Adrogué y ella lo visitaba los domingos.
Refiere que durante una de las visitas a Jorge, Eloisa Castellini (compañera de militancia) le consultó si podía alojar a otra compañera, con sus dos hijos. Silvia aceptó. Se trataba de Hilda García, y sus hijos Carlos y Pedro. Convivieron 10 días y en ese tiempo Hilda le contó su historia: habían secuestrado a su pareja, por lo que volvió a Chaco, donde dio a luz a su hijo menor. Al enterarse que su pareja, Luis Nadal, estaba preso en Sierra Chica decidió volver para que sus hijos lo conocieran. También deseaba reencontrarse con su grupo de militancia. Cuando Hilda se fue de su casa, no volvió a verla nunca más.
Hacia finales del año 1975 Silvia decidió alejarse del ámbito de la militancia política por diferencias en torno a las acciones que el grupo iba a tomar y viajó a Uruguay un tiempo. Cuando volvió a Buenos Aires, por exámenes universitarios, se enteró que sus compañeros de militancia habían sido detenidos en su gran mayoría. Algunos de ellos fueron vistos en los ex CCDTyE. De otros no se supo más nada y, además, otros fueron asesinados. “En diciembre del 76 allanaron la casa de Vicente López, se llevaron a Riveros, que está desaparecido. A Eloísa Castellini la fueron a buscar esos mismos días al jardín en el que trabajaba”, afirmó, y mencionó que tuvo a su beba en el Pozo de Banfield. Sobre Hilda recordó: “Lo último que se supo de Hilda es que la vieron corriendo, con un nene en brazos”.
Ya en democracia se puso en contacto con la hija de Eloísa, quien estaba buscando a su hermana. Durante esa búsqueda encontraron una partida de nacimiento a nombre de Luis Ferián, lo que les llamó la atención por tener el mismo nombre de un apropiador. Por lo que se presentó una denuncia ante el Juzgado Federal N° 3 y se ordenó realizar la pericia genética, el resultado fue que se trataba de Pedro Luis Nadal García, el hijo menor de Hilda.
Silvia terminó su testimonio afirmando: “Hablo en nombre de una generación. Hemos perdido mucho, mucha gente.
“Hoy estoy en representación de mi mamá.”
Pedro Luis Nadal García comienza su testimonio afirmando “Hoy estoy en representación de mi mamá. Ella no está presente. Se lo negaron”. Inicialmente su declaración se sitúa en el año 2004, cuando recuperó su identidad, convirtiéndose en el Nieto Nº 80 de la lista de casos resueltos de Abuelas de Plaza de Mayo. Había recibido una citación judicial que lo llevó a descubrir que era hijo de desaparecidos. El juez Arnaldo Corazza le informó que su padre, Luis Alberto Nadal, estaba vivo y que su madre, Hilda Magdalena García, continuaba desaparecida. Fue entonces cuando Pedro descubrió que había sido apropiado por un policía de la provincia de Buenos Aires, Luis Alberto Ferián, miembro de la Brigada de Investigaciones de Quilmes. Yolanda De Francesco, la apropiadora y ex pareja de Ferián, le reveló que lo habían abandonado y criado como hijo adoptivo: “Tu madre te abandonó, yo te crié”, fue uno de los relatos que le daba a Pedro. Sin embargo, poco a poco, se dio cuenta de las mentiras y manipulaciones a las que había sido sometido.
Posteriormente, Pedro se reunió con Estela de Carlotto y Claudia Carlotto, quienes le mostraron las publicaciones y noticias relacionadas con él y su madre. Descubrió que su padre había estado buscándolo desde la cárcel y luego desde el exilio. Las Abuelas habían comenzado a buscarlo en 1984, en ese momento Pedro recuerda: “me contaron que mi madre había sido secuestrada en Guernica, conmigo, llevada a Banfield, y nunca más apareció”. Agregó que Abuelas fue cambiando sistemáticamente de estrategia para dar con él, ya que las citaciones nunca llegaban a sus manos porque algunas no salían de la Policía Federal de Avellaneda y otras, que sí salían, fueron interceptadas por Yolanda. En una oportunidad, en donde pedían el ADN, Ferian llevó a su hijo biológico, Cristian Eduardo Ferian, hoy fallecido. Finalmente, una citación sin carátula para no alertar cómplices fue la que llegó a manos de Pedro.
Después de conocer los resultados de ADN, Pedro decidió contarle a Yolanda la verdad. Aunque ella inicialmente mostró conocimiento sobre su madre, le contó que Ferián tenía una foto de ella en la billetera “una detenida que tenía que agregar al álbum”, luego negó todo y se distanció. Pedro se dio cuenta de que tanto Ferián como De Francesco eran responsables de su apropiación y la desaparición de su madre.
En consecuencia inició una investigación exhaustiva, hablando con vecinos y amigos de sus apropiadores. Recopiló testimonios que lo situaban en el Pozo de Quilmes junto a su madre, lo que confirmaba su conexión con su pasado. En una entrevista que le realizó a Elba López, al preguntarle de dónde lo habían traído ella respondió que Yolanda le dijo que venía de una comisaría, que él estaba en el piso junto a su madre, que tenía los ojos vendados. “El ex comisario Polo le dijo a Ferian ‘¿por qué no te lo llevás para Yolanda y para vos?’”, menciona Pedro en referencia a las declaraciones de López. También descubrió la existencia de la “Brigada Fantasma», un grupo parapolicial del cual Ferián formaba parte, gracias a las publicaciones en el diario El Sol de Quilmes.
Pedro destacó el accionar de Juan Vera, quien a través de su suegro tenía cercanía a Ferian. En una reunión escuchó a Ferian narrar historias sobre matanzas y secuestros, entonces llegó a la hipótesis de que si Yolanda era su esposa, el hijo podía ser apropiado. Juan manejaba el colectivo escolar del colegio Santa Cecilia, al cual Pedro asistía. Decidió cambiar la ruta del colectivo para poder pasar por la casa donde el niño vivía. Juan era muy querido por los chicos, siempre lo saludaban. A los 9 años, Pedro empezó a repartir el diario, y Juan pidió que todos los días le llevara el Página 12, así es que comenzaron a hablar y Juan fue armando su investigación, a la cual le añadió fotos. Ese trabajo lo presentó en Abuelas como denuncia.
A medida que Pedro avanzaba con su investigación descubrió más detalles sobre su secuestro y las conexiones de Ferián con otros casos de desaparición forzada. También se reunió con familiares de su madre, quienes le brindaron información valiosa que lo ayudaron a reconstruir su identidad.
Pedro cuenta que recorrió los mismos pasos que su padre y su hermano habían recorrido sin éxito en busca de Hilda, hasta que tuvo que asumir que su madre era una desaparecida. Así enfermó de “dolor neuropático”, una dolencia en la columna vertebral que lo obligaba a mantenerse en la cama. “La dictadura la angeló a mi madre, es un mártir ya, producto del genocidio, que le pongan otro mote sería absurdo. Fue una víctima fatal de un Estado que, en vez de protegerla, la persiguió y la eliminó porque pensaba diferente”. Hilda tenía 19 años cuando fue detenida.
El juicio pasó a un cuarto intermedio hasta el 01 de agosto de 2023, desde las 8.30 am.
Por Facundo Galván y Sofía Sánchez Diario del juicio, 11 de julio de 2023. En https://diariodeljuicioar.wordpress.com/?p=1616