MEGAJUICIO POZOS DE BANFIELD Y QUILMES Y BRIGADA DE LANÚS «La dictadura rompió lazos sociales y familiares, la vida de mucha gente y mi propia vida»
En la jornada 63 realizada el pasado 26 de abril prestaron declaración testimonial Soledad Rodríguez Futulis, cuyos padres fueron secuestrados y desaparecidos en Merlo en junio de 1977, y Marta Susana Ríos de Patiño, esposa de Alfredo Emilio Patiño que permanece desaparecido desde su secuestro y cautiverio en el Pozo de Quilmes en 1977. La tercera testigo prevista para este martes, Lidia Araceli Gutiérrez, no pudo asistir por problemas de salud por lo que su testimonio será reprogramado.
ANDAR en los juicios
(Agencia) “Señora, quédense acá, en el baño, porque están todos locos”, le advirtió un policía a la bisabuela de Soledad Rodríguez Futulis que estaba al cuidado de la niña, durante el operativo en el que se llevaron secuestrados a Laura Inés Futulis y Miguel Eduardo Rodríguez el 6 de junio de 1977. Los agentes que irrumpieron en la casa familiar de Merlo rompieron todo y se robaron el dinero que había cobrado recientemente Miguel de un trabajo de albañilería.
Los detalles de aquella noche trágica los recopiló durante años la sobreviviente y ahora testigo en el juicio, quien en aquel momento era apenas una niña y que hoy afirma haber pasado por muchos momentos de depresión, dificultades para formar una pareja y la imposibilidad de recuperarse plenamente por haber crecido y vivido la mayor parte de su vida sin sus padres.
“La dictadura rompió absolutamente todos los lazos familiares, la vida de la gente y mi propia vida. Es tremendo lo que han hecho. Mis padres eran muy jóvenes -22 ella y 27 él-, así como la mayoría de los 30000. Por eso espero que se haga justicia; lo mínimo que se merece esta gente es la cárcel común, perpetua y efectiva como venimos pidiendo desde hace tiempo”, dijo Soledad ante los magistrados del TOF 1 de La Plata.
Los padres de Soledad estuvieron detenidos en la Brigada de San Justo y luego en el Pozo de Banfield donde fueron vistos por Liliana Zambrano: “Yo me encontré con Liliana hace unos 15 o 20 años y me contó que compartió cautiverio con ellos”. Aquella niña que vio y escuchó los detalles del secuestro en su casa no volvió a ver a sus padres, y desde aquel momento pasó a vivir con su abuela materna y su pareja.
Lejos de una vida en un entorno familiar, padeció la violencia, la vigilancia, la falta de cariño y aún cree que la pareja de su abuela perteneció de alguna manera a la última dictadura. “Viví con ellos hasta los 22 años, cuando finalmente decidí irme de la casa para no volver. Padecí los gritos, golpes, peleas todo el tiempo, todo lo que se puedan imaginar de maltrato psicológico. Él me perseguía con el auto por el barrio, también en la escuela”, afirmó Soledad ante los magistrados.
El hombre es de apellido Bernato. En 2006, mientras Soledad cumplía su horario laboral en un local de computación en el barrio de Once, en Buenos Aires, apareció sorpresivamente Bernato con la notificación judicial para que la joven iniciara el trámite de indemnización por familiares desaparecidos. Hacía años que no se veían y nunca les había informado el lugar donde trabajaba ni donde vivía.
Antes de cerrar su testimonio, hizo mención a los hijos de desaparecidos y desaparecidas que aún hoy cargan con las heridas y los daños provocados por la dictadura.
“Creo importante mencionar a hijos que se han suicidado, como Virginia Ogando, Eugenio Talbot y un nieto recuperado del que ahora no recuerdo el nombre… esos chicos no se pudieron recuperar. De sus padecimientos también son responsables los represores y genocidas por lo que debían ser juzgados por la muerte de estos chicos”, concluyó Soledad.
“Por Rubén Schell supimos que estuvo en Quilmes”
El 24 de octubre de 1976 una mujer llegó a la casa de Marta Susana Ríos de Patiño para advertirle a ella y a su marido –Alfredo Patiño, quien no se encontraba en la vivienda en ese momento- respecto a la persecución y secuestro de obreros y delegados gremiales de Molinos Río de La Plata, fábrica en la que trabajaban tanto Alfredo como el marido de la mujer visitante.
A principios de aquel mismo año, Patiño había recibido la misma advertencia y había dejado su trabajo en otra fábrica además de su rol como delegado gremial. Por eso Marta Ríos la tomó de la mujer visitante con la premura que requería el caso: se fue a la casa de sus padres y le dejó una nota a su marido para que, cuando la leyera, también se dirigiera allí.
“Cuando él llegó tipo 11 de la noche, leyó la nota y se fue a lo de mis padres. Al día siguiente me dijo que volvería a casa para ver qué había pasado. A todo esto, luego supimos que durante la madrugada del 25 de octubre más de 60 militares habían realizado un allanamiento en nuestra casa y rodeado toda la manzana. Por eso cuando en la mañana del 26 Alfredo se dirige a nuestra casa, se asoma desde la esquina y encuentra a un camión del Ejército estacionado de culata hacia el garaje. Se estaban llevando todas nuestras cosas”, describió la testigo.
Al ver la escena, Alfredo decide irse a vivir temporalmente a lo de un compañero, y a partir de ese momento los encuentros con su mujer y sus hijos se volverán muy esporádicos y, en general, por teléfono, hasta el 11 de agosto de 1977, cuando Alfredo la llamó a Marta y al final de la comunicación le dijo: “Bueno… bueno… después te llamo, chau, chau…”. Fue la última ocasión en la que estuvieron en contacto.
Según la testigo, “se ve que en ese momento lo estaban levantando en Lanús. Es probable que haya sido frente a la esquina de la confitería El Clavel, en la esquina de la plaza de Lanús, donde mi marido y sus compañeros se reunían habitualmente”.
Muchas décadas después, y en ocasión de una visita a un organismo de derechos humanos que realizó Marta Susana Ríos, llegó a conocer el lugar donde había estado en cautiverio Alfredo Patiño, su primer marido. “Lo supimos a través de Rubén Schell, que lo había mencionado como el ‘flaco Tito’. Por eso le pedimos a Schell que reconociera una foto de Alfredo, y cuando él la miró dijo que era como si lo estuviera viendo. Habían compartido cautiverio en el Pozo de Quilmes desde agosto hasta diciembre del 77”, completó.
Antes de finalizar la jornada de juicio, el presidente del tribunal Ricardo Basílico anunció que las jornadas del 3 y 10 de mayo se realizarán de manera semipresencial. Serán desde las 8:45. Para el 3 está previsto el testimonio de Liliana Zambrano, María Lavalle Lemos y María José Lavalle Lemos.
* Cobertura realizada por Sebastián Pellegrino. Cómo citar este texto: Diario del Juicio. 26 de abril de 2022. RECUPERADO “LA DICTADURA ROMPIÓ LAZOS SOCIALES Y FAMILIARES, LA VIDA DE MUCHA GENTE Y MI PROPIA VIDA”. https://diariodeljuicioar.wordpress.com/?p=1191