MEGAJUICIO POZOS DE BANFIELD Y QUILMES Y BRIGADA DE LANÚS “He luchado más de 20 años para dejar de tenerle miedo al miedo”
La jornada de juicio del 12 de abril alterna voces diversas que padecieron la dictadura cívico militar eclesiástica desde trágicas experiencias: Lidia Papaleo, detenida desaparecida, luego presa y mucho más tarde liberada; Sara Agüero, hermana de un obrero metalúrgico y su esposa desaparecidos; Rafael Perrota, hijo de un empresario de los medios gráficos secuestrado y desaparecido; y Justo Horacio Blanco, obstetra que atendió el parto de la detenida desaparecida Silvia Mabel Isabella Valenzi y el nacimiento de su hija Rosita, beba apropiada por el médico Bergés.
ANDAR en los juicios
(Agencia) Lidia Papaleo, viuda de David Graiver, empresario víctima fatal de un atentado en un avión particular en que viajaba en agosto del 76, relata su secuestro y el de sus familiares y amigos. Estaban reunidos su suegro, su cuñada, amigos y miembros de la empresa familiar cuando los detienen y son llevados a Puesto Vasco, CCD ubicado en la localidad de Don Bosco, en el sur del conurbano bonaerense.
Allí fueron torturados/as “desde el día en que llegamos”. Por momentos estaban en los calabozos; en otros, en el piso de una cocina sufriendo torturas reiteradas por mucho tiempo. También los filmaban. La llamaban “la impura” por estar casada con un judío.
Después fueron trasladados a una comisaría que no pudo reconocer y de allí, al Departamento Policial de La Plata. Junto a su cuñado Isidoro Graiver, fue sometida a un careo en el que estaban Camps, un escribano y quienes les torturaban. Estaba también Jacobo Timermann tabicado y destruido físicamente. Todas las preguntas giraban en torno al diario La Opinión y a Papel Prensa (empresa propiedad de los Graiver).
Regresaron a Puesto Vasco, en el baúl de un Falcon. Los ruidos eran muy reconocibles: perros que ladraban todo el tiempo, entre otros. Allí la llevaron donde estaba su hermano Osvaldo Papaleo, con quien pudo abrazarse. Pasó a una comisaría donde había “muchísima gente” y en Semana Santa a otro lugar, al que ingresó tabicada, tal vez el Pozo de Banfield. Ella va a un calabozo en el que había muchas mujeres. Estaba “asustada y lastimada”.
A la madrugada la sacan al pasillo, donde otra detenida estaba teniendo su parto para que la ayudara. Lidia pidió un médico, no podía colaborar ya que estaba “toda quemada”. Nació una niña a la que “vinieron a buscar doce horas después”. Ella lamentó “muchísimo no poder acordarse del nombre de su mamá”. Recuerda que hubo varios nacimientos. Los/las detenidos/as se comunicaban con golpes en las paredes, les llevaban por turnos al baño.
Todo el grupo secuestrado fue trasladado al Departamento de Policía de Capital Federal, los hombres en la Alcaldía y ella sola mucho tiempo en un calabozo, pero pudo ver a su familia. Su siguiente destino fue Devoto, previo paso por una cárcel en San Telmo y por Ezeiza. Fueron 5 años y 8 meses de vejaciones y privación de su libertad.
“Fue muy difícil el secuestro, las secuelas que te deja”
Sara Agüero es una incansable luchadora en la búsqueda de la verdad por el secuestro y desaparición de su hermano Américo Ginés “Tito” Agüero y su cuñada Eva del Jesús Gómez de Agüero, embarazada, quienes eran militantes de la Juventud Trabajadora Peronista. Fueron a buscarlos a su casa de Remedios de Escalada y al no encontrarlos, llevaron de rehén a su papá, quedando militares en el lugar. “Astiz estuvo camuflado con peluca y Etchecolatz, seguro” afirma Sara. “Tenían la idea fija de matar, no hablaban de llevarlos presos”. También llevaron a su hermano que llegó más tarde al hogar. Al padre lo liberaron sin nada y logró regresar en colectivo.
Sara realizó innumerables denuncias: en la CONADEP, la ONU, la Cámara Federal, entre otras. Recorrieron “todo lo que hubo en la Justicia”, pero no hubo respuestas. Acudió a Monseñor Casanova de Escalada quien había sido compañero de colegio de Minicucci. Con una carta fueron a ver a este último y les dijeron que la pareja había estado en La Tablada 5 días y después los llevaron en un camión. Más tarde supieron que su destino había sido el Pozo de Banfield y el Pozo de Quilmes. La familia conocía que existían Centros clandestinos de detención. “El que decía que no sabía vivía en otro lugar o no se quería enterar”, señala Sara.
Por testimonios supo que Tito y Eva estuvieron en el Pozo de Quilmes y luego fueron vistos en Puente 12, donde Eva estuvo viva hasta que tuvo el bebé. La familia sabía del embarazo por parejas amigas, las de Alfredo Patiño y Carlos Robles, con quienes además compartían la militancia. Patiño fue secuestrado el 13/8/77, Tito y Eva, el 31/8 y Robles y su esposa, el 3/9. Todos eran obreros metalúrgicos.
A pesar de la búsqueda, Sara no tiene los restos de su hermano. Prometió a su mamá “hacer lo que hice y lo que hice fue buscarlo”. Ella finaliza remarcando: “es un triunfo mío poder estar declarando”, al haberse recuperado de difíciles situaciones de salud.
“Estamos 43 años después intentando encontrar los restos de mi padre”
Rafael María Perrota indica que su padre Rafael Andrés Perrota, ex dueño del diario El Cronista Comercial, fue secuestrado en junio de 1977, sin saber dónde. Iba al encuentro de un periodista para una entrevista y nunca supieron más de él. La familia transitó un agotador período de extorsiones, amenazas y falsas informaciones, en las que los secuestradores eran quienes supuestamente los defendían. El 13/7/77 entregó el dinero pedido, pero su padre no apareció.
En una dependencia militar lo interrogaron sobre su situación económica, los mensajes, el secuestro de su papá. Todos los diálogos después los reconoció en una reunión con un policía de la Federal, aunque después se lo negaron.
“Estamos 43 años después intentando encontrar los restos de mi padre para poder enterrarlo. ¡Que se haga justicia!” reafirmó.
“No la vi más”
Justo Horacio Blanco fue el médico que atendió en la maternidad del hospital de Quilmes Isidoro Iriarte, a Silvia Isabella Valenzi el 2/4/77. Ella es llevada allí por un grupo de policías encabezados por el médico policial Jorge Bergés (a quien él conocía por la práctica médica y por ser de la misma especialidad).
Blanco logra frenar el ingreso a la sala de partos de los policías y así pudo interrogar a Silvia sobre sus datos personales, la evolución del embarazo y otros ligados a su salud. Supo entonces que estaba detenida y que su embarazo era de 7 meses. El testigo informa que nació una beba prematura que dieron a los neonatólogos para su atención, que tenía buena vitalidad. Esto lo anotó en la historia clínica que luego desapareció y en el libro de partos donde consignó edad, nombre de la parturienta y sexo del recién nacido. Esta escritura de su puño y letra fue tachada del libro, Blanco estima por la dirección del hospital, pero él puede ver aún su caligrafía.
Silvia es trasladada a la pieza contigua de puerperio y Blanco logra ver por una ventana cómo luego se la llevan en una camioneta. Lo informó al Hospital. “No la vi más”. La Dra. Martínez, obstétrica de otra guardia, le comentó que se iba a comunicar con la familia para que conociera los hechos.
El Dr. Blanco declaró ante la CONADEP por este caso y el 24/4/87 le pusieron una bomba en su domicilio, dejando su casa virtualmente destruida. Aun así ha prestado su testimonio en varias ocasiones para aportar verdad a lo vivido por Silvia Isabella Valenzi y su hija Rosita, quien todavía no ha sido recuperada.
La audiencia finaliza y el Dr. Basílico indica que la próxima tendrá lugar el martes 26 de abril a las 8.30. Los testigos se conocerán el próximo 20 de abril.
* Cobertura realizada por Adriana Redondo
Cómo citar este texto: Diario del Juicio. 12 de abril de 2022. “He luchado más de 20 años para dejar de tenerle miedo al miedo”. RECUPERADO de https://diariodeljuicioar.wordpress.com/?p=1176