A 40 AÑOS DE LA HISTÓRICA MARCHA DEL 30 DE MARZO DE 1982 De Gennaro: “Fue una bisagra en la lucha contra la dictadura porque en plena Plaza de Mayo el pueblo le gritó a los militares que se fueran”
El reconocido dirigente gremial, actual concejal de Lanús y vicepresidente de la Comisión Provincial por la Memoria, Víctor de Gennaro, relató a ANDAR una serie de anécdotas sobre aquella gesta popular, y reflexionó sobre los antecedentes de protestas, movilizaciones y acciones de fuerza que desde 1979 prepararon el terreno para la nacionalización del reclamo contra la dictadura y su máxima expresión con la marcha convocada por «Pan, Paz y Trabajo» el 30 de marzo de 1982: “La derrota en Malvinas es la consumación de la caída, la huida rápida, el deterioro total del régimen. Pero el verdadero quiebre fue cuando el pueblo se concentró frente a la propia casa del poder dictatorial, sin miedos y con voluntad de recuperar la democracia”.
ANDAR en la Memoria
(Agencia) Faltaban poco más de 48 horas para el desembarco de las tropas argentinas en territorio de las Islas Malvinas con el objeto de recuperar la soberanía usurpada por Reino Unido desde 1833.
La gran marcha convocada bajo el lema “Pan, Paz y Trabajo” (el mismo que un año antes había sido utilizado para la marcha a la iglesia de San Cayetano) comenzó desde temprano aquel 30 de marzo de 1982, con la particularidad de que todas las columnas participantes (gremios, organismos de derechos humanos, sectores religiosos, familiares y víctimas de la dictadura) se fueron acercando a la Plaza de Mayo por distintas avenidas y calles sin poder llegar a unificarse frente a la Casa Rosada debido a que, antes de que eso ocurriera, se desató una feroz represión.
Aun así, la marcha significó un cambio y quiebre profundo en cuanto a la aceleración del reclamo por el retorno de la democracia, el fin de la violencia estatal y la recuperación de un tejido social que, después de años de extremo liberalismo, había quedado seriamente golpeado.
“Fue la culminación de todas las movilizaciones contra los genocidas que se habían iniciado con un paro general nacional de 1979 –contexto del que emerge la Comisión de los 25-, había continuado con la conformación de la CGT Brasil en respuesta a los sectores colaboracionistas, la marcha de San Cayetano y la emergencia de decenas y decenas de regionales gremiales de todos los rincones del país enfrentadas también con la perspectiva de la CGT Azopardo”, describió a ANDAR el vicepresidente de la CPM e histórico dirigente gremial Víctor de Gennaro.
Hacia esa fecha estaba claro que los militares estaban en retirada y “por eso la importancia de aquel 30 de marzo en el que miles gritamos ‘Se va a acabar… se va acabar… la dictadura militar’ frente a la propia casa donde se concentraba el poder político en Argentina. Fue una marcha muy preparada, con muchísimas reuniones, viajes y coordinaciones por todo el país”, agregó de Gennaro.
Cuenta una anécdota que ilustra la tensión y las idas y vueltas que las organizaciones participantes tuvieron que sortear para acercarse a la Plaza de Mayo en virtud de las encerronas y cerrojos policiales que aparecían repentinamente en las esquinas de la Diagonal Sur. “Yo iba junto a Saúl Ubaldini, Ricardo Pérez y otros referentes de la CGT Brasil y transitábamos por la avenida Belgrano cuando se extendió la bandera Paz, Pan y Trabajo y empezó el cantito de ‘se va a acabar…’. A los pocos metros comenzó la represión brutal entre policía montada e infantería”, recordó.
“En un momento, se acerca hacia nosotros un grupo de caballería con el objeto de dispersarnos y obligarnos a salir de la avenida, y empezamos a correr. Fue cuando ocurrió algo maravilloso: un vecino vio la escena y abrió rápidamente su reja de metal para que entráramos nosotros al pasillo de su casa. Éramos como 15, que tuvimos que estar allí durante varias horas hasta que se retiraron los de la montada. Uno del los caballos llegó a chocar contra la reja pero resistió y no se abrió. Fue muy impactante”, continuó.
De Gennaro recuerda con mucha emoción la solidaridad y compromiso de los vecinos que desde los balcones les arrojaban macetas a los militares y fuerzas de seguridad que reprimían a las columnas de manifestantes: “Me acuerdo que en aquel momento me daba un poco de gracia porque pensaba para mis adentros que eso era como una versión de la respuesta ante las invasiones inglesas”.
Sólo en Capital Federal resultaron detenidas entre 3.000 y 7.000 personas que, con el devenir de las horas, particularmente desde la madrugada siguiente empezaron a ser liberados tanto por la intervención de abogados populares como por la incapacidad administrativa de las comisarías para realizar en tan poco tiempo la averiguación de antecedentes y otros trámites previos a dar la libertad. En Mendoza había sido asesinado Benedicto Ortiz, y en la mayor parte del país ocurrían situaciones similares con respecto a las detenciones.
De aquella gesta popular De Gennaro también rescata –aunque por relatos que escuchó después, no por testimonio propio- el ingreso de Nora Cortiñas a una comisaría de Capital para exigir la liberación de los y las detenidos. Fue la primera vez que la histórica madre de Plaza de Mayo ingresó a una dependencia policial en plena dictadura con su pañuelo en la cabeza. Quienes presenciaron la escena recuerdan el grito unánime, eufórico destinado a Norita: “Madres de la Plaza, el pueblo las abraza”.
“Aquel 30 de marzo y también el 10 de abril siguiente (cuando Galtieri pronuncia la trágicamente célebre frase contra el Reino Unido) fueron unos de los días más esclarecedores para mi comprensión del pueblo argentino: silbidos, gritos de rechazo al régimen, solidaridad y un cantito que comenzó a resonar mientras yo ingresaba al subte con mi hija por no soportar las palabras de Galtieri: ‘Borom bom bom, borom bom bom, esta Plaza es de Perón’”, concluyó de Gennaro.