MEGAJUICIO POZOS DE BANFIELD Y QUILMES Y BRIGADA DE LANÚS «Si hay algo que me queda pendiente en esta vida con mi viejo es llevarle una flor»
El 17 de agosto pasado, durante la trigésima sexta jornada del Juicio a las Brigadas, prestaron declaración familiares de desaparecidos. Los testimonios fueron de Jorge Barry, hermano de Enrique y de Juan Alejandro Barry; y Claudia Congett y Patricia Congett, hijas de Jorge “El abuelo” Congett.
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(Por Diario del Juicio) Los rostros comienzan a aparecer lentamente en la cuadrícula. El Juez del Tribunal Oral Federal N°1 de La Plata Ricardo Basílico aguarda la asistencia de todas las partes: jueces, fiscales, querellas y defensas. Una vez constatada su presencia da comienzo a una nueva jornada de debate oral y público.
El reloj marca las 9:07. Basílico inicia la lectura de la causa y los imputados en la misma. Al finalizar le cede la palabra a Jorge Barry, hermano de Juan Alejandro y Enrique Barry, ambos desaparecidos entre 1974 y 1976.
En septiembre de 1974 Juan Alejandro Barry es detenido y desaparecido mientras se encontraba en un bar junto a compañeros de la Juventud Peronista. Al día siguiente Jorge Barry se dirige hacia la Brigada de Banfield en búsqueda de noticias acerca del paradero de su hermano pero no obtiene respuestas. Luego de continuar indagando le confirman que estaba detenido allí y le dicen que se quede tranquilo porque “no lo tocaron”. Esto fue desmentido por Alejandro, quien fue trasladado tiempo después a la U. Nº 9 de La Plata, desde donde es liberado.
El 22 de octubre de 1976 Enrique Barry es detenido en una plaza de la localidad de Bernal. Al día siguiente de la desaparición allanan el domicilio de Jorge y su familia en la localidad de Adrogué. A las 23 horas golpean brutalmente la puerta e ingresan a la casa alrededor de diez personas que preguntan por sus hermanos y su adhesión a Montoneros. “Se escuchaba ruido de ametralladoras, vecinos que sacaban de sus casas, simulacros de fusilamiento”, detalla Jorge Barry.
El 24 de octubre sufre otro violento allanamiento y éstos se repiten durante un año. Las esposas de sus dos hermanos también sufren persecución y secuestro por parte de las fuerzas. Susana Papic, esposa de Enrique, está desaparecida. Su hijo Agustín apareció tirado en la escalinata de la Casa Cuna. Es criado por su abuela materna.
En junio de 1977, después de tiempo de no tener noticias de su paradero, se reúne en un bar con su hermano Juan Alejandro, quien le entrega los documentos de su esposa Susana Mata y su hija Alejandrina. En el encuentro le relata que un compañero que estaba detenido en un centro clandestino había visto a Enrique allí en muy malas condiciones, casi desmembrado y sin poder hablar correctamente.
El contacto con Nilda Eloy le brinda detalles sobre el paradero de Enrique luego de su desaparición. Ella le dice que había compartido la detención con él en “El Infierno”. “Me cuenta que le decían el pingüino, esa fue la última noticia que tuve”, relata.
El 20 de diciembre de 1977 Juan Alejandro junto a su esposa, Susana Mata son asesinados en Montevideo, Uruguay, por una patota de la ESMA como parte del Plan Cóndor. A los días, su padre recupera a Alejandrina, su hija de 3 años.
“Quiero terminar brindando un homenaje de parte de mis hermanos a los 30.000 desaparecidos de esta última dictadura militar”, finaliza Jorge Barry entre lágrimas.
“Estábamos muy solas y teníamos mucho miedo”
Claudia Congett empieza su relato dando detalles acerca de la militancia de su padre Jorge Congett quien formó parte de la Juventud Trabajadora Peronista y de la organización Montoneros durante la década de 1970.
En el año 1976 su padre trabajaba en la Municipalidad de La Matanza y había comenzado a desempeñarse en el área de Acción Social de la misma donde se involucró más en el sindicato y en el área gremial.
Es en dicho contexto que durante la madrugada del 20 de noviembre de 1976, mientras Jorge Congett dormía con su familia en su domicilio, escucha gritos de vecinos y autos que se acercan hacia la puerta de la casa. “Golpean y mi mamá le abre la puerta del fondo a mi papá diciéndole que se vaya, que se escape. Él se sube al techo y se queda ahí”, explica.
A la casa ingresan varias personas armadas y algunas otras vestidas de civil quienes apuntan con un arma a las hijas y esposa de Congett. Él se encontraba en el techo pero los hombres lo ven, lo bajan de la terraza y lo encierran en una habitación. “Rompieron todo, se robaron todo pero lo más importante que se robaron es a mi viejo y el silencio que vino después”, expresa.
Al día siguiente se dirigen hacia la comisaría de Luzuriaga y San Justo para realizar las denuncias pero los oficiales se niegan. En ese momento comienzan una recorrida por hospitales, morgues, cárceles e iglesias con el objetivo de poder recabar algún dato acerca del paradero de su padre.
“Tocamos cielo y tierra pero nunca pudimos saber nada. Juntábamos plata para sacar una solicitada en los diarios de la época con los nombres de los desaparecidos”, relata angustiada.
A partir de los testimonios proporcionados por Nilda Eloy creen que el 31 de diciembre de 1976 su padre es sacado de “El Infierno” de Avellaneda.
“Años después aparecen restos en una fosa común del cementerio de Villegas de algunos compañeros. Los restos de mi padre no aparecieron, los seguimos buscando en cada lugar donde creemos que existe una posibilidad. Si hay algo que me queda pendiente con mi viejo es llevarle una flor”, declara entre lágrimas.
En el año 2011 funda, junto a otros familiares de desaparecidos, HIJOS La Matanza con el objetivo de encontrar a aquellas personas que no tenían información sobre sus familiares. Se encargan de buscar y armar redes, homenajear a los desaparecidos, armar sus historias y crear un archivo municipal de la memoria.
“Le pido a los señores jueces que a mi viejo no lo desaparezcan de nuevo. Necesitamos justicia por él y por los 30.000”, concluye mientras muestra a cámara una foto de su padre.
“Sería una utopía pensar en mi padre vivo pero mientras no me digan lo contrario lo sigo buscando”
El último testimonio de la audiencia estuvo a cargo de Patricia Congett, hija del desaparecido Jorge Congett y hermana de Claudia, quien declarara minutos antes.
La exposición comienza con algunos desperfectos técnicos propios de la virtualidad. El Juez Ricardo Basílico brinda unos minutos a la testigo para que pueda solucionar los problemas de audio e imagen.
Al igual que su hermana Claudia da inicio al relato dando un marco acerca de la situación en la que se encontraba el país y cómo su padre se había introducido en la militancia y en la política. Explica que el apodo de “El abuelo” nace durante su militancia porque era uno de los hombres más grandes en edad; la mayoría de quienes integraban la organización eran jóvenes.
El 20 de noviembre de 1976 ingresa personal del Ejército a su domicilio, apuntan a ella y a su madre con un arma y toman en brazos a su hermana de seis años y le preguntan si se quería ir con ellos.
Patricia Congett agrega un dato relevante. Ella pudo ver en qué auto se llevaron a su padre aquella madrugada. “Era un Chevy negro y estoy casi segura que no tenía patente”, explica.
La madrugada del 24 de marzo de 1977, primer aniversario del golpe, tocaron violentamente la puerta de su casa. Su mamá desesperada gritaba: “¡Abrí, lo traen a papi!”. Pero Patricia no quiere abrir, abraza a su madre y espera a que los uniformados se vayan.
Recién en el año 2011 logra recabar información acerca de lo que vivió su padre en “El Infierno” de Avellaneda. Nilda Eloy y Horacio Matoso les acercaron la certeza de que Jorge Congett había estado allí. “Si salís y podés, andá a ver al cura de la Capilla Stella Maris de Villa Luzuriaga y decile que estoy bien”, le había dicho Jorge Congett a Horacio Matoso cuando se encontraban secuestrados.
“Para nosotras fue impactante. Cuando nos dijo eso no dudamos nunca que fue mi viejo”, cuenta Patricia emocionada.
“Llevamos más de dos perpetuas buscando a mi padre. Sigo pidiendo justicia porque ya es hora que nos den un poquito de tranquilidad a los familiares de desaparecidos”, concluye.
La próxima jornada del debate oral y público será el martes 24 de agosto a las 9 y se tomarán las declaraciones testimoniales de Florencia Chidichimo, Cristina Adriana Ríos y Rubén Horacio Ares.
*Cobertura realizada por Sofía Parcesepe
Cómo citar este texto: Diario del juicio. 17 de agosto de 2021. “SI HAY ALGO QUE ME QUEDA PENDIENTE EN ESTA VIDA CON MI VIEJO ES LLEVARLE UNA FLOR”. Recuperado de https://diariodeljuicioar.wordpress.com/2021/09/07/si-hay-algo-que-me-queda-pendiente-en-esta-vida-con-mi-viejo-es-llevarle-una-flor/