SE INAUGURÓ EN EL MUSEO DE ARTE Y MEMORIA DE LA CPM A 40 años del Nobel: muestra multimedial “Una vida por la Paz” sobre Adolfo Pérez Esquivel
Producida en conjunto entre el Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ), la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y la Comisión Provincial por la Memoria, la muestra recorre las múltiples dimensiones de una vida de lucha junto a los pueblos latinoamericanos y por la vigencia de los derechos humanos. Integrada por fotografías, pinturas, historias y recuerdos de tantas compañeras y compañeros de caminadas, con registros que van desde su infancia hasta la actualidad, la exhibición se constituye en testimonio de una biografía individual y, a la vez, colectiva. “Como decía Angelelli: ‘Hay que seguir andando, nomás…’ para construir el camino de la liberación y de un nuevo amanecer para la humanidad, siempre con el espíritu abierto”, agradeció Adolfo.
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El 13 de octubre de 1980 fue notificado de su premiación con el Nobel de la Paz por parte del Comité Noruego, que destacó su inquebrantable compromiso en la defensa y promoción de los derechos humanos. Semanas después recibiría la prestigiosa distinción y lo haría, desde ese momento y por siempre, a nombre de los pueblos latinoamericanos para seguir luchando por “una sociedad en la que el hombre pueda vivir dignamente”.
A 40 años de su distinción, Adolfo Pérez Esquivel invita a “seguir andando” mientras participa, con su compañera Amanda y sus tres hijos, de un merecido homenaje desplegado a través de la muestra multimedial “Una vida por la Paz”.
La jornada se realizó, mediante transmisión por Zoom y redes sociales, durante la tarde del 9 de diciembre en el Museo de Arte y Memoria de la CPM. Más de un centenar de fotografías, pinturas del propio Adolfo y registros documentales integran la exposición, como pinceladas representativas de las múltiples dimensiones de una vida de compromiso con las clases trabajadoras, movimientos campesinos, pueblos originarios y, en general, con sectores sociales latinoamericanos vulnerados en sus derechos y perseguidos durante regímenes de dictaduras.
Producida entre el Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ), del que Adolfo es cofundador y presidente honorario, la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, donde dicta la cátedra de Derechos Humanos para estudiantes de las 5 carreras de esa casa de estudios, y la Comisión Provincial por la Memoria, que preside junto a Dora Barrancos, la muestra “nos remite a la increíble labor de vida de Adolfo pero también a nuestra historia como argentinos, como latinoamericanos, y desde allí es que esta Facultad produce conocimiento crítico para acompañar estas grandes hazañas que realizan grandes hombres y mujeres como él”, enfatizó la decana Carolina Mera.
Ana Almada, del SERPAJ, señaló que “a Adolfo siempre lo vemos como este hombre fuerte, luchador, con sus ideas para mejorar cada una de las situaciones, y a veces nos olvidamos este perfil más familiar, cariñoso, amable, solidario y sus condiciones personales que también admiramos”.
Por su parte, el secretario y miembro de la CPM, Roberto Cipriano García, calificó al homenajeado como el “diferencial de esta institución en sus 20 años de existencia. Este momento es para vos, querido Adolfo, por todo lo que te queremos, por lo que te valoramos: tu lucha, tu trayectoria, tu coherencia, tu enorme sensibilidad por los sentimientos de los pueblos de América Latina. El homenaje va desde el alma y el corazón de la Comisión provincial por la Memoria que te reconoce y agradece por tanto”.
Como apertura de la muestra, un video con fragmentos de su vida comienza con un boletín informativo de Radio Colonia, emitido en 1980, que rescata las declaraciones del por entonces flamante Premio Nobel por la Paz: “En Argentina no se respetan los derechos humanos”. Desde allí regresa el relato a su infancia: nacido el 26 de noviembre de 1931, “se crió con su abuela Eugenia, mujer Guaraní, de quien aprendió la contemplación y a escuchar el silencio. Con su padre, pescador de aguas profundas , compartió el gusto por el mar. Vivió su infancia en un conventillo y trabajó como vendedor de diarios”.
Tanto en la producción audiovisual como en los diferentes testimonios de compañeras y compañeros de caminadas que tomaron la palabra en la inauguración de esta muestra multimedial, la vida de Adolfo se despliega siempre del lado de las causas justas y por la dignidad humana: su militancia cristiana, la fundación del SERPAJ en 1973, las denuncias de crímenes perpetrados por el Estado antes del último golpe cívico militar, y su detención y traslado a la Superintendencia de Seguridad Federal (que funcionó como centro clandestino y donde permaneció 34 días) se entrelazan y fusionan como pasos previos a la distinción con el Premio Nobel de la Paz.
Pero ese reconocimiento global a sus luchas no sería un punto de llegada sino un nuevo empujón de fuerzas para continuar “igual, comprometido con los pueblos, los indígenas, los campesinos, los religiosos, los sindicatos: en definitiva, con los que sufren y luchan, en especial con los más pobres”.
En sus múltiples dimensiones y caminos de lucha, como lo describió la directora General de la CPM, Sandra Raggio -que junto a Roberto Cipriano coordinó la exhibición de la muestra-, Adolfo compartió experiencias con “Mamá” Angélica y la Asociación de Familiares de Secuestrados, Detenidos y Desaparecidos del Perú (ANFASEP), un movimiento campesino de derechos humanos fundado en 1983 que, dos años después, recibió en Ayacucho la visita y el apoyo de Adolfo frente a la violencia del terrorismo de Estado. En la inauguración de la muestra participó “Mamá” Adelina, actual referenta de ANFASEP, quien recordó aquél momento con cariño y admiración.
Según Patricia Funes, historiadora e investigadora del CONICET y consultora académica de la CPM, “la trastienda de estas fotos y registros de la muestra incluyen biografías individuales y colectivas. El premio Nobel es el resultante de esa larga caminata de Adolfo en un contexto de América Latina en el que todavía no era conocido pero con un enorme recorrido en el que sembró luces en momentos oscuros para los trabajadores, campesinos y pueblos originarios de la región”.
También tomó la palabra Norberto Liwski, titular del CODESEDH (Comité para la Defensa de la Salud, la Ética y los Derechos Humanos) y quien permaneció detenido en la Unidad 9 de La Plata junto a Adolfo.
Por su parte, el reconocido fotógrafo Eduardo Gil, autor de una imagen de Adolfo con un megáfono en una marcha de la resistencia del 15 de abril de 1983, rescató “la postura de Adolfo como artista: ha llevado la actitud artística a sus más altos niveles a través de sus capacidades como muralista, pintor y escultor, con lo que plasmó en imágenes esta visión latinoamericanista, humanista, que hoy encontramos en los principales museos del mundo”.
Las voces de compañeras y compañeros de caminadas se fueron sumando durante la jornada, al ritmo de las imágenes exhibidas en el MAM y que retratan el compromiso de Adolfo en todos los campos de la sociedad argentina y de los pueblos latinoamericanos.
Desde las luchas sindicales de los trabajadores judiciales de Neuquén a la visita histórica a las Islas Malvinas en reclamo por la identificación de los 123 cuerpos enterrados como NN y los crímenes de la dictadura sobre los soldados; desde el acompañamiento al reclamo de la familia Maliqueo, de Zapala, Neuquén, frente al INAI por el reconocimiento de sus derechos como pueblo originario, a la toma de posesión del edificio que sería sede de la CPM y en el que había funcionado la DIPPBA; desde su presencia en las marchas junto a familiares víctimas de la Masacre de Pergamino, a su acompañamiento en la búsqueda de justicia de Fernanda Nicora, madre de Sebastián -el joven asesinado por la Policía de Punta Indio-; entre tantos retratos que marcan sus caminos hasta hoy.
Esteban Pérez Esquivel, músico e hijo de Adolfo; Pablo Pimentel, presidente de APDH La Matanza; el pastor Arturo Latesky, integrante del Colectivo Quilmes por la Verdad, la Memoria y la Justicia; y los integrantes de la CPM Víctor Mendibil, Ernesto Alonso, Ana Barletta, María Sondereguer, Víctor de Gennaro y Nora Cortiñas, entre otras y otros presentes en la jornada, también compartieron anécdotas y detalles de los momentos retratados en la muestra.
Al cierre de la actividad, tomó la palabra la presidenta de la CPM, Dora Barrancos: “Querido Adolfo, espero que esta ola inmensa de amor la puedas surfear bien, porque es gigante. Quiero decirte que siempre me ha parecido algo descomunal tu lucha en materia de coherencia y de no haber abdicado de aquél niño que obtuvo tremenda sensibilidad para con los excluidos, los descartados, los desesperanzados de este mundo”.
“Ese sentido de paz que no es el de la cursilería, sino la que sólo se puede lograr si existe justicia. Tu justicia es una que todavía tiene muchísimo por hacer. Por eso celebramos estos 40 años con la misma vibración, por aquél sentimiento que nos hizo llorar en 1980 con tu distinción y que nos vuelve a emocionar. Por muchos años más, a conmemorar el más alto trofeo que ha recibido nuestro país”, agregó.