CARTA DE ADOLFO PÉREZ ESQUIVEL El día después de la pandemia es hoy
La pandemia evidenció las profundas desigualdades que atraviesan los pueblos del mundo. El premio Nobel de la Paz y presidente de la Comisión Provincial por la Memoria, Adolfo Pérez Esquivel, hace una reflexión de estos meses, de las consecuencias y desafíos de la pandemia, de la lucha por la construcción de un nuevo orden internacional más justo y humanitario. “La explotación y devastación de los bienes de la Madre Tierra, el agua, los bosques que son devastados y quemados por la especulación financiera y voracidad neoliberal, hay que enfrentarlas con proyectos alternativos y cambios sociales. No bastan los lamentos, es necesaria la resistencia social, política y espiritual de los pueblos”.
Compartimos a continuación la carta completa:
I.- El día después de la pandemia es hoy
El mundo está sufriendo las consecuencias de la pandemia del coronavirus, tenemos que hablar en tiempo presente y saber que esto no terminó, estamos en el comienzo de cambios profundos en las relaciones humanas, en lo social, económico, político y espiritual.
El día después es hoy y urge reflexionar sobre la grave situación mundial que provoca la pandemia y los conflictos entre los intereses económicos y políticos que buscan continuar su expoliación a los pueblos más pobres, imponiendo políticas que son parte del colonialismo y esclavitud, que generan dependencia y sometimiento, que afectan la vida de los pueblos. La deuda externa que genera más pobreza y el hambre en el mundo son ejemplos de estas políticas que debieran ser canceladas en su totalidad por ser ilegítimas.
La pandemia del coronavirus deja al descubierto la desigualdad social y económica, situación que ha llevado al estallido de otra pandemia: la pandemia del miedo y del hambre provocado por el alto índice de desempleo, incluso, en países ricos con recursos económicos y tecnológicos, como los Estados Unidos que en su política neoliberal deja más de 41 millones de desocupados. El abandono de la salud pública ha provocado hasta el momento más de 111.000 muertos por el coronavirus. La crisis económica y política golpea en los países ricos del norte y agudiza la pobreza en los países empobrecidos del Sur.
Hasta el momento no existe antídoto o vacuna para enfrentar la pandemia, sólo se pueden aplicar medidas sanitarias de prevención y de higiene para evitar que se expanda el contagio del virus silencioso y mortal.
El Covid-19 no tiene fronteras, no selecciona ideologías de naciones o clases sociales y continúa provocando miles de muertes y tensiones sociales dejando en la superficie la grave situación social de discriminación y pobreza. El miedo provoca la inseguridad y algunas personas sufren la acción sicológica de pánico por las condiciones de encierro impuestas debido a las restricciones a la circulación. Es necesario generar políticas de seguridad social y la solidaridad con las poblaciones más afectadas, las villas, asentamientos, favelas, callampas, tugurios. La pobreza cambia de nombre en cada país, pero en todos lados tiene el mismo rostro.
La resistencia social y la participación de la comunidad son necesarias para evitar que cunda el miedo y contrarrestar así la propaganda de medios de comunicación que buscan imponer el pensamiento único y condiciona los comportamientos sociológicos, sicológicos y políticos.
El miedo paraliza y del miedo a la cobardía hay un solo paso, lleva a la pérdida de la identidad y los valores. Vemos con preocupación la acción de sectores sociales que han desatado la violencia contra los médicos/as, enfermeras/os por miedo a contaminarse y rechazan y amenazan a los profesionales de la salud cuando regresan a sus hogares, olvidando que son ellos los que cuidan la salud de la población, incluso de quienes los atacan.
Sectores de la oposición al gobierno argentino y algunos medios de comunicación han iniciado acciones a fin de “romper la cuarentena”, acusando al Ejecutivo de imponer políticas totalitarias al impedir la libre circulación. Se movilizan en manifestación pública con cacerolazos sin medir los riesgos para su propia salud y para la población expuesta al Covid-19. El presidente Alberto Fernández, acompañado por gobernadores, técnicos, médicos, personal sanitario y dirigentes de la oposición, fue muy claro y contundente: “Lo más urgente es salvar vidas. La situación que estamos viviendo no terminó”. Es necesaria la colaboración y apoyo de toda la población, y ser solidarios con nuestro pueblo.
América Latina se encuentra en situación de fragilidad sanitaria, los hechos ponen al descubierto la grave situación que atraviesas países hermanos como Ecuador, Colombia y Chile. Chile, país donde además la respuesta del gobierno a los reclamos sociales es la represión.
La situación del pueblo de Brasil merece un aparato. Es preocupante el comportamiento de sectores que apoyan al presidente Jair Bolsonaro, con su prédica violenta y desprecio a las mujeres, a los negros, a los favelados, apoyando la violencia social contra los indígenas y pobres; un gobierno que provoca los incendios de la floresta en la Amazonía y pone en peligro la biodiversidad, la fauna y la vida de las comunidades indígenas, y rechaza los cuidados frente a la pandemia del coronavirus provocando el aumento de infectados y muertes.
Leonardo Boff se manifiesta dolorido y preocupado por la grave situación que vive el pueblo de Brasil y expresa que “existe una dimensión sombría en los comportamientos de la población y que, en muchos casos, aún persisten las sombras del colonialismo y la esclavitud”.
A pesar de lo señalado hay que encontrar la fuerza de la esperanza, en la solidaridad entre las personas y los pueblos. Bien dice la canción de Fito Páez-“No todo está perdido…”. Está la resistencia y solidaridad de pueblos en el mundo y uno de los grandes ejemplos para la humanidad es la Brigada Médica Henry Reeve de Cuba que desde hace varias décadas están en los países más pobres y necesitados. Hoy la Brigada se encuentra enfrentando la pandemia del coronavirus en 21 países.
El coraje del pueblo cubano es admirable y alentador para la humanidad y una luz de esperanza.
II.- La Pandemia del Hambre
La pandemia del Covid-19 agudizó las situaciones económicas y políticas que se han vuelto incontrolables, como el hambre que sufren muchos pueblos en el mundo, las migraciones forzadas por los conflictos armados y la destrucción del medio ambiente: millones de refugiados que huyen de sus países, del terror y los miedos al desamparo y el hambre, buscando nuevos horizontes de vida con sus familias.
El coronavirus es resultado y consecuencia de los grandes intereses económicos impuestos por los países ricos, provocando la deforestación, la contaminación de ríos y mares, la destrucción del ambiente, la desertificación y el uso y abuso de los recursos y bienes naturales.
Josué de Castro —quien fuera Director de la FAO (Organización para la Alimentación y la Agricultura de Naciones Unidas)—, en su libro “La geografía del Hambre, publicado en 1968, dice: “El hambre es la manifestación biológica de una enfermedad sociológica”. Señala los peligros que acechan por la desigualdad y la discriminación: “Los pobres no duermen porque tienen hambre y los ricos no duermen porque tienen miedo a los que tienen hambre”.
El sistema mundial está en crisis y paralizado por la pandemia; a pesar de la grave situación, el neoliberalismo continúa con su política de concentración y explotación. De continuar este camino el mundo se dirige hacia nuevas catástrofes o a un suicidio colectivo. Los pueblos, cansados de ser sometidos y esclavizados por un sistema injusto que somete el presente e hipoteca el futuro, se levantan en rebeldía reclamando alternativas y cambios en sus países y en el orden internacional en total desorden.
Un científico nos llama a la reflexión, el paleontólogo Theilard de Chardin —quien realizó sus excavaciones y trabajos de investigación en China, donde publicó una de sus obras de mayor trascendencia, “El Fenómeno Humano”— señala que la evolución de la vida planetaria y el universo se sostiene en tres ejes fundamentales que se interrelacionan profundamente y es necesario tener presente por ser parte del Todo en la creación: “La biogénesis, la antropo-génesis y la cosmos-génesis”, en su permanente evolución “ascendente y convergente”, hacia la síntesis de la evolución humana y planetaria. Cuando se destruye la biodiversidad de la Madre Tierra se pone en peligro el equilibrio planetario y las necesidades del ser humano y la vida generando la violencia que está viviendo la humanidad.
En su libro “El punto crucial”, el científico Fritjof Capra, físico que encuentra una relación profunda entre la ciencia y la espiritualidad, señala que “vivimos en un mundo caracterizado por sus interconexiones a nivel global en que los fenómenos biológicos, psicológicos, sociales y ambientales, son todos recíprocamente independientes. Para describir este mundo de manera adecuada, necesitamos una perspectiva ecológica que la concepción cartesiana del mundo no nos puede ofrecer”.
Es necesario el pensamiento y mirada holística, integral de la vida. Necesitamos generar nuevos paradigmas, una nueva visión de la realidad, una transformación fundamental de nuestro pensamiento y de nuestra percepción y valores.
El “Neue Zurcher Zeifung” de Suiza publicó el 25 de abril un artículo de un grupo de investigadores que utilizan bases de datos de genomas y mapas de distribución; virólogos, zoólogos, ecologistas y bio-informáticos, dirigidos por Kevin Olival de EcoHearlt Aliance, señalaron que debemos saber para qué tenemos que prepararnos. El cálculo del modelo se basa en los datos de 2085 especies de virus detectados en animales mamíferos. 584 de ellos son capaces de propagarse a los humanos, como el coronavirus. Se espera que la gran mayoría de los virus provengan de las selvas tropicales de América, Asia y África, es decir de regiones que los humanos están invadiendo, fragmentando y destruyendo cada vez más y completamente los ecosistemas originales. La quema de la Amazonía provocada por la especulación financiera nos pone frente a uno de los más graves desastres que vive la humanidad.
La responsabilidad de la devastación que sufre el mundo está en las corporaciones trasnacionales que privilegian el capital financiero sobre la vida de los pueblos, afectando el equilibrio de la biodiversidad y poniendo en peligro a la Madre Tierra y a todo el sistema planetario.
La alerta es detener inmediatamente la destrucción de las selvas si queremos salvar la vida planetaria y salvar a la humanidad. La quema, destrucción y desmontes de gran parte de los bosques dañan la vida, los territorios de los pueblos indígenas y su forma de vida y cultura, víctimas de esta violencia y también de la pandemia del coronavirus que han introducido en sus comunidades.
III.- El desafío es hoy, no el día después
Los grandes empresarios y gobiernos defienden sus intereses económicos y políticos y afirman que el mundo cuenta con grandes avances y tecnología para enfrentar el hambre, sin embargo, limitarse a introducir tecnología en un sistema corrompido por las desigualdades sociales nunca resolverá el problema del hambre, por el contrario lo empeorará, como lo señala F. Capra. A pesar que se produce más comida en el mundo, cada vez hay más personas con hambre. En los países pobres en general hay más comida y menos para comer.
Los pueblos están dejando de ser espectadores y se asumen como protagonistas y constructores de sus propias vidas e historia y luchan por su liberación; los mueve y da fuerza la indignación por las situaciones de injusticias que soportan, por las fuertes desigualdades de hambre y pobreza, y la búsqueda por construir sociedades comunitarias libres y soberanas. Existen experiencias en diversos países que asumieron sus luchas contra la desigualdad, el hambre y el derecho a la democracia e igualdad entre todos y todas, y la vigencia de los derechos humanos y de los pueblos.
Hay que hacer memoria, que nos ilumina el presente. Hace varios años en Argentina, con la CTA-Central de Trabajadores Argentinos– y junto a organizaciones y dirigentes sociales, como Alberto Morlachetti; el Padre Carlos Cajade y Víctor de Gennaro entre otros/as, se realizó en todo el país la “Marcha de los Chicos del Pueblo” levantando el derecho a la alimentación y a una vida digna, denunciando que: “El hambre es un crimen”.
Durante el gobierno de Ignacio Lula da Silva en Brasil, se lanzó la Campaña Hambre 0, implementando políticas productivas y sociales que lograron sacar de la situación de hambre y pobreza extrema a más de 40 millones de personas. Campaña reconocida por la FAO.
Una de las luchas más significativas es el MST —Movimiento de los sin Tierra— de Brasil: los/as campesinos/as tomaron tierras improductivas y fueron puestas en producción de alimentos, cpm la formación de cooperativas y desarrollo lograron construir escuelas y generaron políticas integrales y culturales de vida digna para el campesinado. La tierra es de quien la trabaja.
Otras experiencias de producción y comercialización de pequeños y medianos productores rurales con fuerte sentido cooperativo y comunitario, con escuelas bilingües, fueron las Ligas Agrarias en Argentina y en Paraguay. y muchas otras experiencias se desarrollaron en diversos países latinoamericanos y en continentes de África y Asia.
La lucha contra el hambre es lograr la soberanía alimentaria y tener presente que en cada región y cada comunidad saben de la cultura de su alimentación. Superar el hambre en el mundo no está en manos de las grandes corporaciones ni en los monocultivos y agro-tóxicos, que generan la dependencia y sometimiento de los productores agrarios. La soberanía alimentaria está en la producción y desarrollo integral de los pequeños y medianos productores rurales, su comunión con la Madre Tierra, los bancos de semillas orgánicas, la biodiversidad y producción comunitaria. Experiencias que los gobiernos deben ayudar, proteger y cuidar.
La ONU, la FAO y la UNESCO, como otros organismos internacionales y nacionales, han logrado alcanzar objetivos en bien de la humanidad, a pesar de las fuertes presiones e intereses económicos y políticos que debieron y deben soportar. Aún falta la constitución de un organismo jurídico internacional que ponga límite y sanciones a quienes destruyen el ambiente y ponen en riesgo a la humanidad y a la Madre Tierra. Porque las grandes empresas continúan la devastación, quema y destrucción del ambiente contaminando tierra, ríos y mares.
La Academia de Ciencias del Ambiente de Venecia, con su Director el jurista Antonino Abrami, ex magistrado de la Corte de Venecia, ha iniciado la campaña llamando a la conciencia de gobiernos y organismos internacionales sobre la necesidad de la creación del “Tribunal Penal Internacional para juzgar los crímenes de lesa humanidad contra el ambiente”. Se necesita ampliar las facultades jurídicas de los Estatutos de Roma con los crímenes al ambiente e integrarlo en el Tribunal Penal Internacional para juzgarlos como crímenes de Lesa Humanidad.
En Roma en diciembre del 2019 se presentó la Constitución de la Tierra por Rainero La Valle, propuesta a la cual nos sumamos y apoyamos, para generar nuevos paradigmas de vida y relación del ser humano con la Madre Tierra. Es un llamado a la urgencia de convocar a científicos, intelectuales, campesinos y organizaciones sociales a fin de generar un Nuevo Contrato Social, donde el derecho e igualdad de grandes y pequeños permita alcanzar el equilibrio con la Madre Tierra.
Es necesario hacer realidad el preámbulo de las Naciones Unidas cuando proclama: “Nosotros los Pueblos del Mundo resueltos […] A reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres y de las naciones grandes y pequeñas. El Preámbulo de las Naciones Unidas es claro y contundente, es la voz de los pueblos que reclaman el Derecho a la Paz.
Es urgente este llamado ya que los responsables que provocan la destrucción y saqueo de los bienes y recursos naturales actúan con total impunidad jurídica sin recibir sanción alguna.
La pandemia del coronavirus afecta al mundo en todos los niveles y transforma la realidad, nos enfrenta con la necesidad de cambios estructurales en las relaciones entre las personas y los pueblos y nos señala que la humanidad debe cambiar su pensamiento y construir nuevos caminos.
El Papa Francisco en la Encíclica Laudato si, que diera a conocer hace 5 años, señala que se alza el clamor de la humanidad de poner la mente y el corazón en proteger la Casa Común que nos abarca a todos y todas, en respetar la Creación y en saber que el ser humano no es dueño de la Madre Tierra, es parte del todo.
La humanidad debe volver a generar el equilibrio en cada uno de nosotros/as y con el prójimo, con nuestro pueblo, con la Madre Tierra, con el Cosmos y con Dios. Tener la mirada de integración y unidad en la diversidad.
Cuando se quiebra el equilibrio de la biodiversidad, se genera la violencia con las graves consecuencias que provoca a la Tierra, víctima de los intereses y explotación de sus bienes y recursos. Los desafíos son enormes pero hay que asumirlos sumando voluntades, superando el “monocultivo de las mentes” que impone el pensamiento único con los tóxicos de la propaganda. La crisis hace temblar las reglas que habían sido normales hasta el momento.
El escritor Leopoldo Marechal decía que “del Laberinto se sale por arriba”. Uno de los pasos a dar es compaginar lo urgente con lo importante, sin sacrificar lo uno y lo otro.
Entre las alternativas y propuestas superadoras, que asume el desafío de los cambios hacia nuevos paradigmas, surge el proyecto de reforestación de la Argentina en varias etapas durante ocho años de árboles nativos. Proyecto presentado ante las autoridades argentinas por el señor Horacio Schenone y que en su desarrollo tiene la capacidad de generar fuentes de trabajo en cada región del país; recuperar tierras áridas, el medio ambiente, el agua y desarrollar el plan de reforestación tanto en zonas urbanas como en los campos.
Dicho plan propone que los gobernadores, intendentes y organizaciones sociales y ecológicas asuman el desafío y responsabilidad de recuperar el equilibrio con la Madre Tierra, frente a la devastación que se está realizando.
IV.- La rebeldía de los ríos subterráneos
En nuestra época existe la fatalidad de la técnica que no puede detenerse y está sometida a la aceleración del tiempo que ha desatado los acontecimientos que vive la humanidad. R. Panikkar dice: “Ya no es la máquina la que se adapta al hombre, sino que éste debe adaptarse al ritmo de la máquina. La expansión de la pandemia del Covid-19 en el mundo tiene que ver con las comunicaciones e interrelación de los viajes y deja al descubierto la situación de desigualdad e injusticias que viven los pueblos.
Vuelvo una vez más a señalar que la rebelión de los pueblos nace de la indignación frente a las injusticias, indignación que va creciendo como los ríos subterráneos que emergen a la superficie con toda su fuerza contenida en momentos históricos y arrastra todo lo que encuentra en su camino.
En estos tiempos de pandemia, el detonante de la rebelión social fue el asesinato del joven afroamericano George Floyd por la policía de los EEUU que impuso la fuerza y el odio racial contra el joven negro y la negritud del pueblo norteamericano. Las revueltas se desataron en todo el territorio de los EEUU reclamando cambios y justicia a los responsables, denunciando al sistema injusto; la rebelión ha despertado la solidaridad y apoyo en otros países que sienten la misma exclusión social de sometimiento y esclavitud y alzan su voz y accionar contra el sistema de injusticia y discriminación racial. Los problemas y necesidades que plantean van más allá de la pandemia del coronavirus, es el rechazo a continuar sometidos a los grandes intereses económicos y políticos y a la corrupción de los mercados, al colonialismo y la esclavitud impuesto por el capitalismo y sus políticas neoliberales. Las manifestaciones de rebeldía de los pueblos no sólo estallaron en los países dominantes, lo vemos en Hong Kong contra el régimen chino y en otros pueblos del mundo que buscan cambios en sus vidas y luchan por la liberación.
Todos los ríos tienen cauce diversos, son de una riqueza infinita, pero todos se unen en la mar, entre los ríos subterráneos emergente en el mundo actual están los Movimientos de Mujeres que buscan se respeten sus derechos y reclaman cambios estructurales sociales y políticos. Su accionar no violento resiste frente a la dominación y el machismo que provoca la desigualdad y la violencia contra las mujeres.
Hay detonantes que marcan el límite, es la indignación y expresión de rebeldía de sociedades en diversas partes del mundo que gritan ¡BASTA! Manifestaciones que se expresan con violencia social y política; otras encontrando su cauce de luchas no-violenta, ejerciendo la no-cooperación con el sistema de injusticia. Henry Thoreau en su libro la Resistencia civil señala que “toda persona amante de la libertad debe ser respetuoso de la ley”, pero seguidamente dice que “no toda ley es justa; las leyes injustas deben ser resistidas hasta su total nulidad”. Así enfrenta a la ley injusta de los EEUU en la guerra contra México y se niega a pagar los impuestos, razón por lo cual termina preso.
Gandhi en la India en su lucha no violenta contra el Imperio Británico utilizó la desobediencia civil en la Marcha de la sal, los ayunos, el boicot a los productos británicos como los textiles; lo tomaron preso y llamó a las movilizaciones populares en todo el país, hasta lograr la expulsión de los británicos de la India.
Luther King asume la lucha por los Derechos Civiles de sus hermanos de color en los EEUU y utiliza los métodos no violentos para la resistencia civil y la no cooperación con las políticas del gobierno hasta lograr el derecho de igualdad y poner fin a la discriminación racial. Lamentablemente los hechos recientes con la muerte de George Floyd demuestran que, a pesar de los avances alcanzados, queda la dominación cultural en las fuerzas de seguridad, la policía y en sectores de la sociedad.
V.- Hay que desarmar la razón armada
La lucha por los derechos humanos en América latina y en particular en la Argentina durante las dictaduras militares impuestas, a través de la Doctrina de Seguridad Nacional, por los EEUU en el continente, con miles de muertos, torturados, desaparecidos y exiliados, marcan la época trágica y también la resistencia no-violenta de los pueblos en enfrentar las dictaduras.
La pandemia del Covid-19 deja al descubierto el sistema de injusticia y la dominación mundial, con mayor cantidad de hambrientos, pobreza y desigualdad social. La explotación y devastación de los bienes de la Madre Tierra, el agua, los bosques que son devastados y quemados por la especulación financiera y voracidad neoliberal, hay que enfrentarlos con proyectos alternativos y cambios sociales, no bastan los lamentos, es necesaria la resistencia social, política y espiritual de los pueblos. Quiero recordar la entereza y fuerza de las Madres de Plaza de Mayo en su lucha, fortalecida en el amor de sus hijas e hijos, cuando dicen: “A nosotras nos parieron nuestros hijos e hijas, nos enseñaron el camino de la resistencia y no dar ni un paso atrás”.
Adolfo Pérez Esquivel
9-6-2020