VECINOS Y JÓVENES DENUNCIAN PERSECUCIÓN CONSTANTE Acoso policial en el barrio Lourdes
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Los jóvenes que viven en el barrio dicen que la Policía hace lo mismo que la sociedad: prejuzgarlos. Denuncian el acoso permanente de esa fuerza pública y reclaman la ausencia de su voz en los medios de comunicación
(AC- FACSO) Un incendio ocurrido el pasado 19 de julio en el barrio Lourdes —popularmente conocido como ‘el de la escuela seis’—desencadenó un enfrentamiento con la Policía que dejó ver el prejuicio y acoso que padecen los vecinos y especialmente los jóvenes de ese barrio. Esa noche, los chicos del barrio se preparaban para festejar el Día del Amigo, pero las sirenas de los bomberos irrumpieron en la atmósfera de festejo. Los vecinos intentaban apagar las llamas mientras aguardaban la llegada de los bomberos. Lucrecia Figueroa, de 30 años, había logrado sacar de su casa a dos de sus tres hijos pero al volver por el tercero el fuego bloqueó la puerta de su vivienda. Las rejas que colocó en las ventanas por seguridad le sirvieron de trampa: quedó atrapada y murió junto a su hijo.
[pullquote]la tragedia de un incendio puso en evidencia la violencia institucional cotidiana que padecen en el barrio[/pullquote]
En esa desesperación por intentar salvarla, los vecinos trabajaron codo a codo con los bomberos hasta que la Policía interrumpió con violencia, según la versión de los habitantes del barrio. «Empezaron a reprimir y correr a todos, incluso tiraron dos tiros al aire para que todos retrocediéramos», relata Marcelo, uno de los vecinos que intentó ayudar en el incendio. «Todos le pedíamos a los bomberos que se fijaran porque estaba la chica adentro pero la Policía se abocó a sacar a la gente del medio y a decir que adentro de la casa no había nadie, cuando en realidad para este momento Lucrecia y su hijo habían perdido la vida. Se excusaban diciendo que entorpecíamos la labor de los bomberos» recuerda con mucho dolor Marcelo.
En este caso, dos vidas se perdieron por el mal accionar de la Policía que se dedicó a reprimir y disuadir a los vecinos, según cuentan quienes vivieron esa situación en el barrio. Los testigos aseguran que, ante sus quejas, los uniformados gritaban: «yo soy la autoridad y no tengo por qué explicarte lo que pasa».
Los abusos policiales son frecuentes en el barrio Lourdes. En junio pasado, un grupo de niños de diez años practicaba fútbol en el patio de la Escuela Nº 6 mientras otros siete hacían un asado con el dinero que obtuvieron por un trabajo en el multiservicios que crearon para poner en práctica lo aprendido en los talleres de mantenimiento de edificios. Seis móviles policiales subieron al lugar y rodearon a los ‘pibes’. Se bajaron, «nos pegaron piñas y patadas, después nos esposaron y nos llevaron a la comisaría», relata Matías, una de las víctimas. Incluso una adolescente de 15 años fue agarrada de los pelos y también llevada a la seccional policial. La normativa —resolución Nº 3068 dictada en 2008 por el Ministerio de Seguridad de la Provincia— es clara al respecto; la Policía no puede siquiera tocar a los niños, niñas o adolescentes y debe limitarse a llamar a su familia y ceder la intervención al Fuero de Responsabilidad Penal Juvenil en caso de hallarlos en una situación delictiva ‘in fraganti’.
En la Comisaría Primera, las autoridades, ordenaron el vallado del lugar por miedo a ‘represalias’ por parte de ‘los de la seis’, como son estigmatizados los jóvenes del barrio Lourdes. Yanina Bravo, referente del Servicio Territorial Municipal Nº 1 que tiene su sede en ese barrio, expone el prejuicio vivido. «Desde la comisaría me llamaron a las nueve de la noche para saber si la gente se estaba armando para ir a hacer una pueblada y nada que ver. Los vecinos estaban cocinando o acostando a los hijos más chicos para el otro día ir a la escuela», relató.
Al otro día todos recuperaron su libertad y la versión policial fue la única que apareció en los medios de comunicación locales. Las fuerzas señalaron que los chicos tenían droga en su poder. Frente a esta desigualdad, Matías se siente en una situación de profunda desventaja. «Gente como nosotros no podemos defendernos o no nos dan la voz para hacerlo y decir la verdad, qué fue lo que realmente pasó». El joven considera que los medios que publican únicamente la versión policial los «ensucian» y eso los perjudica en su integración especialmente a la hora de buscar un trabajo.
Se trata de violencia institucional. Mariano López, abogado y miembro del Comité contra la Tortura en Olavarría, cuenta que algunos oficiales justifican sus abusos en el temor. «Dicen que prefieren pegar ellos primero antes de que les peguen». Esto ocurre, según López, porque no están capacitados y el maltrato hacia el vulnerable viene heredado de generación en generación. La educación que tiene el personal policial carga, en opinión del abogado, con un déficit importante: no tienen conocimientos sobre psicología para comprender mejor a su comunidad o para lograr una capacidad de disuasión ante un conflicto. «El ejemplo más claro es el programa de televisión Policías en Acción. Ahí se ve que la policía no tiene elementos de mediación o psicológicos», ejemplifica López.
[pullquote]Los policías dicen que prefieren pegar ellos primero antes de que les peguen[/pullquote]
Las personas que sufren este tipo de violencia muchas veces no saben cuáles son las herramientas con las que cuentan para denunciar el acoso policial. Para Juan Weisz, militante del Encuentro Nacional Antirrepresivo que forma parte de la Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI), la solución más rápida es la solidaridad y la unión vecinal. «La única herramienta que tienen los vecinos es la organización: ellos mismos tienen que armar redes donde rápidamente se pueda actuar cuando está sucediendo esto». Weisz advierte que no existe ninguna legislación vigente que permita a los uniformados aplicar violencia sobre las personas bajo ninguna circunstancia.
A 30 años de la recuperación de la democracia permanecen prácticas represivas y violentas por parte de organismos del Estado. Los ‘pibes’ del Barrio Lourdes aseguran padecerlo constantemente, aún cuando están en la vereda haciendo ‘nada’. Matías está a punto de terminar el secundario y lo ve muy claro. «Estamos en 2013, pero a veces, nosotros puntualmente parece que viviéramos entre 1976 y 1983».
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Qué hacer frente a la violencia policial
La Policía no puede detener a chicos, chicas o adolescentes ni siquiera por ‘averiguación de identidad’. Tampoco es obligación llevar documentos. En caso de ser detenidos, no se puede esposar a los niños o niñas, encerrarlas en un calabozo, tenerlos junto a mayores de edad o incomunicarlas.Es importante saber que ante cualquiera de estos casos lo primero que hay que conocer es si se dio parte al Fuero de Responsabilidad Penal Juvenil. Si no se hace esto, todo el tiempo durante el que esté detenido, será una detención ilegal y bajo esas circunstancias los abusos suelen intensificarse sumando golpizas o torturas.Es primordial que las víctimas hagan la denuncia en la fiscalía, y en caso de que no quieran hacerla, la puede efectuar cualquier familiar o vecino.
Un análisis del observatorio de medios: El rol de medios frente a la violencia policial