Parió sola en el baño de su casa, se desmayó y la condenaron por la muerte de su hija
En 2005 Rosalía se desvaneció mientras paría sola en el baño de su casa; cuando recuperó la conciencia, la beba ya estaba muerta. La semana pasada, el Tribunal Oral Criminal 3 de Bahía Blanca condenó a Rosalía a 8 años de prisión efectiva por el homicidio de su hija. “Es una sentencia sin perspectiva de género, que desconoce el contexto de vulnerabilidad social y económica de la madre”, resumió su defensora oficial Fabiana Vanini.
ANDAR en Bahía Blanca
(Agencia Andar) Rosalía trabajaba precarizada más de 12 horas por día en el frigorífico de pollos Gleba en la localidad de Argerich, era jefa de hogar, vivía con sus hijos e hijas de 12, 7, 5 y un año, y ocultó su embarazo por temor a ser despedida. Entre la noche del 18 y la madrugada del 19 mayo de 2005, Rosalía parió sola en el baño de su casa, pero se desmayó. Cuando recuperó la conciencia, le pidió a su hija que le alcance un cuchillo para cortar el cordón umbilical, lo hizo con su ayuda y volvió a desmayarse; la beba murió desangrada.
El miércoles pasado el Tribunal Criminal 3 de Bahía Blanca, integrado por los jueces Daniela Castaño, Eduardo D’Empaire y Eugenio Casas, condenó a Rosalía a 8 años de prisión efectiva por “homicidio agravado por el vínculo mediando circunstancias extraordinarias de atenuación”.
Para la justicia, aun cuando reconoció que la mujer se desmayó durante el parto y que eso disminuyó su capacidad de acción, Rosalía no prestó la asistencia adecuada para preservar la vida de su bebe; en particular, le reprochan no haber anudado el cordón umbilical de la beba para evitar que se desangrara.
“La sentencia es mala, es una sentencia sin perspectiva de género y que, además, no tiene fundamentos jurídicos suficientes; dice que Rosalía actuó de manera intencional y a sabienda pero sin fundamento, como puede haber actuado de esa manera si estuvo inconsciente e, incluso, corrió riesgo su propia vida”, resume la defensora oficial, Fabiana Vanini.
En su acusación, el fiscal Jorge Viego sostuvo que Rosalía inventó el episodio de desvanecimiento para mejorar su situación y que en todo momento ocultó el embarazo porque ya tenía decidido matar a su hija. Sin embargo, también realizó una acusación subsidiaria por “circunstancias extraordinarias de atenuación”. En su fallo, el Tribunal retomó esa postura y señaló que hubo situaciones que “limitaron su capacidad de razonamiento”.
“La sentencia es un reproche moral, ético y clasista disfrazado de reproche penal”, resume la defensora y agrega sobre la falta de perspectiva de género en el fallo: “No hubo una real valoración del contexto de vulnerabilidad social y económica de la mujer”.
“En 2005, cuando ocurrió el hecho, Rosalía tenía cuatro hijos que habían sido abandonados por su padres, había sufrido violencia de género y había una denuncia por abuso sexual de uno de esos hombres contra su hija de 12. Estaba sola, precarizada laboralmente, trabajaba más de 12 horas en el frigorífico realizando desde tareas de faenamiento hasta administrativas. Peleaba día a día para darle de comer a sus hijos y si mantuvo oculto el embarazo fue por miedo a perder su trabajo”, describe Vanini.
Rosalía estaba contratada como monotributista en el frigorífico de pollos Gleba, perteneciente a la Universidad Nacional del Sur. No tenía acceso a licencias y durante su anterior embarazo sólo había tenido 15 días de licencia por maternidad antes de volver a su puesto de trabajo. Era jefa de hogar y ese ingreso era el único medio de subsistencia de la familia.
En la madrugada del 19 de mayo, luego del parto y de recobrar el conocimiento, Rosalía envolvió en una manta a la beba ya sin vida, anudó el cordón umbilical de su cuerpo y con la ayuda de sus hijos e hijas se acostó; tuvo una nueva contracción en la que expulsó la placenta. Al día siguiente, enterró el cuerpo en el patio. El hecho se conoció porque la psicóloga del servicio social, que atendía a la hija víctima de abuso sexual, tomó conocimiento del hecho.
En 2007, Rosalía enfrentó el juicio por la muerte de su hija; cerca del final del debate oral, y ante la posibilidad de una condena a perpetua, se escapó con sus cuatro hijos e hijas y el juicio se suspendió. Estuvo prófuga doce años, volvió a formar una familia y tuvo otra hija que actualmente tiene 9 años. El año pasado, una cámara identificó su rostro en la estación de Retiro y fue detenida.
La defensora oficial Fabiana Vanini ya trabaja en el recurso de apelación de la sentencia que se presentará ante el Tribunal de Casación Penal. “Hay varios ejes para trabajar en ese recurso, uno es indudablemente la falta de una perspectiva de género. Otro punto, más técnico, tiene que ver con la especificidades de los delitos de omisión, hay agravios e incidentes que nosotros planteamos durante el juicio y que no pudieron responder”, explica. E insiste con un argumento que mencionó anteriormente: “Cómo pudo actuar de otra manera si estuvo inconsciente, si su propia vida estuvo en riesgo”.
“Hay mucho para trabajar y enseñar en la justicia en problemática de género. Sólo así la justicia podrá ponerse en el lugar de esas mujeres y de fallar de acuerdo a la posibilidad efectiva de hacer que tuvo cada mujer, en el contexto de violencia y vulnerabilidad”, concluye Vanini.