DECLARARON TRES SOBREVIVIENTES DE LA MASACRE DE PERGAMINO “Estuvieron a tiempo de todo y no hicieron nada, nos dejaron solos en la comisaría”
Esta mañana se retomaron las audiencias del juicio por la masacre de Pergamino con la declaración de tres sobrevivientes. Los tres sostuvieron que el fuego se inició como protesta por el engome, 5 horas antes de lo habitual y en un día de mucho calor. El primer foco ígneo empezó con un pedazo chico de un colchón que se podría haber apagado fácilmente; cuando el fuego creció un poco, los sobrevivientes aseguraron que ya no vieron a nadie, que desde todas las celdas gritaban pidiendo auxilio pero nunca nadie respondió. Cuando llegaron los bomberos ya era tarde.
ANDAR en Pergamino
(Agencia Andar) Uno estaba detenido desde enero, otro desde el 27 de febrero, tres días antes; los dos estaban alojados en la celda 2. El tercer sobreviviente que declaró hoy había sido detenido ese mismo 2 de marzo, a las 15 horas, por resistencia a la autoridad y alojado en el pasillo de contraventores. “Estuvieron a tiempo de todo y no hicieron nada, nos dejaron solos en la comisaría y arréglense como puedan”, dijo uno de los sobrevivientes. “Pedíamos auxilio y nunca nadie nos respondió”, agregó otro.
El 2 de marzo de 2017, los detenidos empezaron a protestar, porque no era la hora del engome, faltaban cinco horas y ese día hacía mucho calor. Los policías los habían encerrado después de una pelea entre Noni Cabrera y Alan Córdoba: “Terminaron y se abrazaron. Era una pelea de entrenamiento y después entraron juntos a la celda”, declaró F. Cuando le repreguntaron si eran habituales esas peleas, respondió que “sabía que pasaban. No era la primera vez”.
Los policías de servicio entraron a los detenidos a sus celdas con candados y cerraron también con candados las rejas que conectaban los calabozos con el sector del imaginaria y con el patio interno. Los sobrevivientes señalaron que la reja del imaginaria quedaba siempre abierta cuando estaban engomados, ese día no.
“Tiraron un pedazo de colchón en el medio del pasillo, un pedazo de 40 x 20 centímetros, para que le presten atención y nadie apareció. Desde el primer momento se pudo apagar el fuego, era muy menor y estábamos todos encerrados”, señaló J. frente al Tribunal.
“El imaginaria lo tenía a dos metros y era un pedazo chico, lo podría haber apagado tranquilamente”, precisó F. En lugar de atender ese primer foco ígneo, y desconociendo el deber de cuidado y posición de garantía, los policías imputados se retiraron del lugar. “Una vez que nos encerraron, no vi a nadie más. Gritábamos desde las celdas, pateábamos las rejas y no apareció nadie”, agregó J. Estaba alojado en el pasillo de contraventores; desde allí, podía ver hacia el fondo, todo el pasillo que conecta las celdas. También declaró no haber visto a nadie auxiliando. Cuando el fuego todavía no se había extendido, la oficial Guevara se acercó al pasillo de contraventores y le pasó dos botellas de agua; N. le preguntó por qué no le abría a los chicos, ella respondió “que no tenían autorización para abrir, porque no estaba el jefe”. Y agregó: “Después ya no quedó nadie, seguí gritando y no respondía nadie. El humo llegaba hasta donde estaba y pasaba a las oficinas de adelante”.
Cuando el fuego creció y tomó la cortina del primer calabozo, fueron los mismos detenidos alojados en la celda 2 quienes intentaron alguna maniobra de auxilio. “Quisimos apagar con un balde, pero no nos daba el ángulo”, dijo F. “Intentamos tirar agua hasta donde pudimos, después el humo lo impedía y por el calor en la celda era imposible acercarse a los barrotes”, sumó J. Sólo pudieron cargar agua de la canilla que había en la celda: la llave de agua de la ducha la abría desde afuera el imaginaria y esa tarde no estaba abierta.
“Escuchamos que explota el televisor en la celda, y después ya nos los escuchamos. Preguntábamos por la celda 1 y dejaron de responder. Después nos tiramos al piso, ya era difícil respirar; si gritábamos, inhalábamos monóxido de carbono, así que dejamos de gritar”. Y agregó: “Yo mojaba la remera para aplacar el calor. Era un acto de sobrevivencia”.
Hay otro punto sobre el que los tres sobrevivientes coincidieron el primer auxilio que reciben es de los bomberos y todos acuerdan que, entre el primer foco y la llegada de los bomberos, pasaron entre “más de 30 minutos” y “una hora”. “Todavía estábamos encerrados cuando escucho a los bomberos tirar agua. Había pasado mucho tiempo”, declaró F.
Detrás de los bomberos, entró un cuerpo del Grupo de Apoyo Departamental (GAD): “Vemos una luz y abren la reja. Eran efectivos con casco y escudo. Nos hacen tirar al piso que estaba lleno de vidrios, me estaban matando a palazos”, dijo F. “Cuando nos sacan al patio estaba oscureciendo. Ahí nos avisan de los muertos y vemos cómo los sacan. Y después escucho a Rodas [uno de los imputados] comentar ‘con esto pierdo el puesto’. Se había dado cuenta de la gravedad, que se les había escapado de la mano”, cerró.