CONFIRMAN DAÑO GENÉTICO POR AGROQUÍMICOS EN UNA FAMILIA DE PERGAMINO “No hay tratamiento para lo que sufren nuestros cuerpos”
Sabrina Ortiz tiene 35 años y 48 partículas de glifosato y ampa en sangre más de las que puede soportar el organismo; su hija de 18 años, 100 veces más, y su hijo de 6, 120 veces más. Los resultados de genotoxicidad, que realizó la Universidad Nacional de Río Cuarto, se incorporaron a una causa penal por contaminación por agroquímicos en tres barrios de Pergamino, que tramita en el Juzgado Federal de San Nicolás. Otros estudios complementarios también confirmaron la presencia de arsénico en la red de agua potable de la ciudad: “A pesar de las pruebas, el Estado sigue negando el problema”.
ANDAR en Pergamino
(Agencia Andar) Un informe del equipo de investigación de genotoxicidad de la Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC) confirmó que todos los integrantes de una familia de Pergamino presentan daños genéticos en las células por la presencia de agroquímicos en sangre. Las partículas de glifosato y ampa encontradas en los análisis superan los niveles que puede soportar un organismo. “Tenemos un tratamiento médico paliativo para las sintomatologías que van apareciendo, pero no hay un tratamiento para lo que sufren nuestros cuerpos”, dice Sabrina Ortiz.
El informe de la UNRC fue presentado recientemente ante el Juzgado Federal N 2 de San Nicolas, a cargo de Carlos Villafuerte Ruzo, donde tramita una causa penal por contaminación por agrotóxicos en tres barrios de Pergamino, Villa Alicia, La Guarida y Luar Kayad. La causa se inició por una denuncia de Sabrina, referente de la organización Madres de barrios fumigados. Por el momento, hay cuatro imputados, productores agrícolas de los campos linderos a estos barrios.
El expediente judicial tiene 13 cuerpos y, en base a la prueba recolectada, el juez Villafuerte Ruzo ordenó suspender las fumigaciones en los cuatro campos. Sin embargo, la medida no se respeta. “A uno de los imputados le secuestraron toda la maquinaria luego de que denunciamos nuevamente el uso de agrotóxicos; sin embargo, alquiló nueva maquinaria y volvió a fumigar. Todo esto en presencia de los agentes municipales que están obligados, por la misma resolución judicial, a controlar que estas prácticas no continúen. La complicidad es total”, dice Ortiz.
En ese sentido, Sabrina remarca que las autoridades municipales siguen negando el problema, incluso desestimando las pruebas como “análisis truchos”. Sin embargo, recientemente otro estudio —que también consta en el expediente judicial— confirmó la presencia de arsénico en la red de agua potable de Pergamino. “En las muestras, se encontraron 18 agrotóxicos distintos y presencia de arsénico en una cantidad hasta nueve veces mayor de la permitida por la Organización Mundial de la Salud”, precisa Ortíz. Y agrega: “Esta es una sustancia cancerígena, que combinada con el glifosato, potencia el efecto corrosivo sobre el organismo”.
En noviembre del año pasado, por iniciativa de Madres de barrios fumigados, el Concejo Deliberante votó por unanimidad una ordenanza municipal que garantizaba el acceso a los estudios médicos a todos los vecinos y vecinas de Villa Alicia, La Guarida y Luar Kayad; más de ocho meses después, la medida no se efectivizó.
“Es una zona humilde, yo tuve la posibilidad de realizar los estudios, de acceder a tratamientos paliativos para los estados de salud que se nos fueron presentando, pero muchas familias no pueden. Hay mujeres que son jefas de hogar, que trabajan en talleres o son empleadas domésticas, y no tienen obra social. No tienen los recursos para atenderse por fuera del sistema público de salud. E, incluso, para ir al hospital, tienen que tomarse dos colectivos, les cuesta 140 pesos, y quizá cuando llegan ya no hay más turno”, explica Sabrina.
Vivir contaminados
Según el informe de genotoxicidad, Sabrina Ortiz tiene 48 veces más partículas de glifosato y ampa en sangre de las que puede soportar el organismo. También perdió un embarazo de cinco meses y tuvo dos ACV isquémico: “Podría haberme muerto ya”, resume. “No tengo enfermedad de base; sin embargo, tengo problemas de salud desde el 2011. La mayor parte del tiempo son movimientos espasmódicos, secuelas mínimas, sintomatología aislada. Pero nunca sé que está pasando en mi cuerpo y es tremendo porque tengo 35 años. Pensar esto es terrible, sobretodo porque mis hijos tienen lo mismo en el cuerpo y no puedo hacer nada para aliviar ese estado”.
El estudio realizado por la Universidad Nacional de Río Cuarto confirmó que la hija de Sabrina, de 18 años, tenía partículas de glifosato y ampa en sangre que superaban más de 100 veces la cantidad deseable; el hijo de 6 años, más de 120 veces. Sus historias clínicas forman parte de la causa judicial y describen en toda la gran cantidad de afecciones a la salud que les ha generado la exposición a los agroquímicos.
La hija de 18 años desarrolló una ostiomielitis crónica recurrente, una enfermedad autoinmune que afecta a los huesos. La joven empezó con este problema a los 13 años, pero recién se lo diagnosticaron en el último año después de realizarse tres biopsias, de someterse a medicamentos quimioterápicos. “La primera vez le sacaron el quiste pero al mes volvió a aparecer. Ella estuvo todo un año sin poder caminar, en sillas de rueda. Ahora tiene fibrosis en la tibia y el 20 de agosto tiene que operarse nuevamente”.
La situación de su hijo de 6 años es igual de preocupante: “De muy chiquito, advertimos que recurrentemente tenía ganglios de cuello inflamados, se enfermaba mucho. Llegó a tener dos neumonías en un mes, bronquitis. Cuando le realizaron una ecografía de partes blandas, se detectó presencia de ganglios en cadena alrededor de la aorta, el cuello e intestinos por la presencia de agroquímicos”, explica Sabrina.
Los agentes contaminantes genotóxicos en sus cuerpos produjeron una aberración cromosómica, esto es la modificación de la estructura de los cromosomas por el daño genético: “Hace que las células copien esa información genética”, aclara la referente de Madres de barrios fumigados de Pergamino. “Estamos en una situación que puede desencadenar cualquier problema oncológico», agrega.
El estudio de la UNRC señala con claridad que el daño genético “resulta de la exposición de las células a agentes contaminantes genotóxicos y puede asociarse al aumento en el riesgo de padecer efectos adversos en la salud”. Aun cuando estas afecciones ya limitaron enormemente la calidad de vida de la familia, el informe destaca que “el daño detectado puede ser reversible, si se elimina o disminuye el agente que lo causa, y por lo tanto descenderá el riesgo a desarrollar enfermedades”.
“El año pasado, justo antes de que inicie la época de fumigaciones, me advirtieron que me tenía que mudar”, recuerda Sabrina. Una vez más, desde el Municipio ni siquiera la atendieron. “Nosotros nos pudimos ir, pero el resto de la gente del barrio no puede, eso es todo lo que tiene”, se lamenta.
Madres de barrios fumigados de Pergamino está integrado hoy por unas 20 mamás; Sabrina dice que llegaron a ser muchas más, pero algunas no pudieron continuar por la necesidad de mantener sus hogares. También denuncian que el Municipio intenta desde el primer momento coartar la organización de vecinos y vecinas.
“En principio, espero que todas las personas de estos barrios tengan la atención digna que se merecen. Hay noches que no duermo, pensando en esto. Es necesario que el Estado municipal reconozca la problemática y se pongan a trabajar”, agrega Ortíz.
Mientras tanto, la causa judicial sigue su curso. “No siento bronca ni odio, sólo tengo sed de justicia, que quienes envenenan a nuestros hijos tengan que responder por sus actos y cumplir con su responsabilidad”, cierra Sabrina.
Foto: Natalia Tealdi