VEREDICTO UNÁNIME DE UN JURADO POPULAR Un agente del GAD condenado por matar por la espalda a Rodrigo Correa
La noche del 17 de julio de 2017, en el barrio Billinghurst, el subteniente de la Policía Bonaerense y agente del Grupo de Apoyo Departamental de San Martín Hugo Daniel Pos disparó 16 veces por la espalda contra Rodrigo Correa y sus amigos. Rodrigo tenía 14 años y murió en el acto. Otros dos jóvenes fueron internados. 15 meses después, un jurado popular condenó por unanimidad a Pos, que espero el juicio en prisión y desafectado de la fuerza policial. El Tribunal Oral Criminal Número 4 de San Martín cerró la condena con la pena de 16 años de prisión.
ANDAR en San Martín
(Agencia) “Esa gente del jurado, gente como nosotros, nos creyeron y eso reconforta”, dice Julio Correa, padre de Rodrigo. Y agrega: “Tendrá que pagar en la cárcel lo que le hizo a mi hijo”. 16 años fue la pena solicitada tanto por la fiscalía como la querella.
“Un vecino nos avisa lo que había pasado y salimos para el lugar. Cuando llegamos ya había policías. Mi hijo estaba tirado en el asfalto, me acerqué y lo rodeé, no dejé que nadie se acerque al cuerpo”, recuerda Julio Correa. Una hora y media después de su llegada, Rodrigo es retirado en un chapón y trasladado hasta la morgue. Julio y su familia se dirige a la comisaría 5ª de Billinghurst a realizar la denuncia. El policía que había disparado ya estaba detenido. Y la investigación del caso, a cargo del fiscal Marcelo Brocca, contó con la intervención de Gendarmería.
En diálogo con Andar, Julio reconstruye lo que pasó la noche del 17 de julio de 2017: “Rodrigo y otros amigos estaban en un cumpleaños y habían salido a buscar la play a la casa de otro chico. Iban caminando por la calle, el policía caminaba por la vereda varios metros delante de ellos, en un momento se da vuelta y comienza a disparar, los chicos salen corriendo para escapar. A Rodrigo un disparo le pega en la nuca, otro amigo tenía un disparo en el abdomen y otro en la pierna”, describe.
El policía es Hugo Daniel Pos, subteniente de la Policía Bonaerense y agente del Grupo de Apoyo Departamental de San Martín. Según su versión, los chicos estaban armados y quisieron robarle el celular. El testimonio de un vecino fue clave: estaba frente a la ventana y vio cómo Rodrigo caía al suelo, declaró que no había escuchado ningún grito ni pelea, que se asomó por la ventana cuando empezó la balacera.
El cuerpo de Gendarmería que actuó en la escena del crimen recogió 16 vainas 9 mm, todas del arma reglamentaria de Pos. Las pericias después dirán que el oficial de la Bonaerense disparó a 30 metros de sus víctimas, siempre por la espalda. Rodrigo cayó muerto en el lugar con un disparo en la nunca, los otros dos compañeros terminaron internados. “Les tiró a matar”, resume con absoluta simplicidad Julio.
“Hicimos marchas, fuimos a los tribunales. Fue duro pero juntamos fuerza para seguir; ahora, a la distancia, creo que sólo hicimos lo que teníamos que hacer”, agrega. Desde el primer momento, las pruebas fueron determinando la suerte de Pos; la investigación concluyó que los chicos no tenían armas y la causa por robo, que se había iniciado para encubrir el caso de gatillo, fue rápidamente cerrada por un juez de responsabilidad penal juvenil.
El agente del GAD fue detenido y desafectado de la fuerza, en esa condición llegó al juicio por jurado que se realizó la semana pasada en el Tribunal Oral Criminal N 4 de San Martín, a cargo del juez Julio Di Giorgio.
Junto a las pruebas recogidas en la escena del crimen y la pericia al arma de Pos, hubo varios testimonios que fueron determinantes para determinar la responsabilidad del policía bonaerense. Uno de ellos fue el vecino; los otros, las mismas víctimas. Los jóvenes a declararon a sala cerrada: todos coincidieron en la misma versión de los hechos, negaron que hayan intentado robar al policía y dijeron que, ante una simple sospecha sin ningún fundamento, Pos les disparó.
En un veredicto por unanimidad, los 12 miembros del jurado popular decidieron que el agente del GAD es culpable de los delitos de homicidio simple agravado por el empleo de arma de fuego y tentativa de homicidio agravada por el empleo de arma de fuego. “Esa gente del jurado, gente como nosotros, nos creyeron y eso reconforta”, dice Julio Correa. “Espero que esté en la cárcel todo lo que tenga que estar para pagar por lo que le hizo a mi hijo y a todos nosotros. Ya es importante que este hombre no esté en la calle para que no vuelva a pasarle lo mismo a otro pibe”, agrega Julio.
Julio y su familia todavía no logra entender por qué le pasó a Rodrigo. “Era bueno, sano, le gustaba andar en bici y jugar al fútbol en el barrio. Y ya no lo tengo más, sólo me queda su recuerdo”, cierra su papá.