CRITICÓ LA FRAGMENTACIÓN DE LAS CAUSAS DE LESA Victoria Moyano explicó el rol de la Brigada de San Justo en el esquema del Plan Cóndor
“Esta causa, como muchas otras, es un escándalo: aquí se investiga una mínima parte de la verdad porque no se consideran los crímenes cometidos desde el 74 entre la Brigada y las fuerzas armadas uruguayas, ni tampoco se evalúa la acción conjunta con el Pozo de Banfield y el de Quilmes durante la última dictadura en Argentina. Por eso mi padre no es víctima para este juicio, ni hay imputados por mi cautiverio y posterior apropiación”, manifestó ante los jueces del TOF 1 de La Plata la joven nacida en el Pozo de Banfield en agosto de 1978. Sus primeros 10 años los vivió con sus apropiadores, hasta que Abuelas restituyó su identidad.
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(Agencia) La audiencia del miércoles 26 comenzó, nuevamente, con casi dos horas de retraso, esta vez con la presencia, en la primera fila del público, de una de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo y miembro de la CPM, Nora Cortiñas, “a quien la adoro porque siempre ha estado y seguirá estando”, le agradeció la primera testigo de la jornada, María Victoria Moyano Artigas.
Su testimonio consistió en una minuciosa descripción de la permanente persecución clandestina que su familia sufrió desde 1974 hasta la desaparición de sus padres, articulando relatos de sobrevivientes que los conocieron en distintos centros clandestinos, documentos recientemente desclasificados del Estado uruguayo, y una minuciosa investigación que durante décadas María Victoria llevó adelante en su afán de reconstruir la verdad y alcanzar la justicia: “Todas estas pruebas documentales que hoy traigo deberían haber sido halladas y analizadas por el Estado”.
Su madre María Asunción Artigas y su padre Alfredo Moyano, ambos uruguayos, eran militantes políticos de la organización Resistencia Obrera Estudiantil. Particularmente la familia Artigas, en los años 70, era vigilada y perseguida por la dictadura de Bordaberry, y era frecuente que un jefe del Ejército uruguayo se presentara en la casa de la abuela materna de María Victoria y se llevara detenidos, con fines de interrogatorio, a integrantes de esa familia. En una de esas incursiones a la casa, el militar le confesó a la mujer: “El ‘submarino’ (un método de tortura) es la fuente de la verdad”.
En 1973, María Asunción y Alfredo se casaron y se mudaron al otro lado del Río de La Plata. Sin embargo el asilo político no funcionaría: dos años después serían secuestrados junto a más de una veintena de uruguayos en Argentina, y mantenidos en cautiverio en la sede de la Brigada de Investigaciones de San Justo en el marco de un operativo coordinado entre fuerzas de ambos países. Según explicó María Victoria, la información surge de documentos recientemente desclasificados del Estado uruguayo en el que figuran todos los detenidos, sus destinos, sus trayectorias militantes y la acción de fuerzas uruguayas y argentinas.
“De hecho, ya en 1977, cuando mis padres vuelven a ser secuestrados –vivían en Berazategui- ya estaban registrados en la Brigada de San Justo. Mi madre había empezado a estudiar Medicina. Mi padre estudiaba Psicología, además de ser pintor y delegado sindical. Mi investigación sobre esta segunda detención me lleva nuevamente a Uruguay, a partir del secuestro de De Gregorio, de Montoneros, en ese país. Las fuerzas militares de ambos países organizan más de 50 operativos en los que capturan a casi todos los integrantes del GAU (Grupo de Acción Unificadora), con el que articulaba De Gregorio hasta su detención”, narró María Victoria, quien agregó que sus padres, equivocadamente, fueron identificados como parte del GAU.
Los operativos se realizaron bajo el nombre “Montoneros” e intervinieron la ESMA y la Armada de Uruguay. María Asunción Artigas llevaba apenas dos meses de un embarazo, del cual solo ella y su compañero Alfredo sabían. Él sería desaparecido y nunca conocería a su hija nacida en cautiverio.
“El embarazo de mi madre fue certificado por una médica del Pozo de Banfield. Yo me contacté con sobrevivientes de ese centro clandestino, y me contaron sobre las terribles condiciones de detención que pasó mi madre. La torturaron, escaseaba la comida. Pero, más cerca del parto, empezaron a ocuparse del embarazo”, detalló.
En ese sentido, Victoria Moyano destacó el testimonio de Adriana Chamorro, sobreviviente del Pozo de Banfield, quien le contó que María Asunción, cuando comenzó a ser hostigada sexualmente, organizó al resto de las mujeres secuestradas en una acción común contra los abusos, lo que finalmente dio resultado: “Estoy llena de orgullo de que mi madre no haya permitido que las trataran menos que a personas”, dijo emocionada la testigo.
Cuando el parto se produjo, la niña recién nacida fue inscripta con el apellido de su apropiador, Pena, y en una dirección de Lomas del Mirador perteneciente a una agente que revistaba en la Brigada de San Justo: “Todo esto demuestra que, por más que haya nacido en el Pozo de Banfield, es imposible pensar mi cautiverio y apropiación por fuera de la Brigada”.
Antes de finalizar su declaración, Moyano enfatizó en la “re victimización que provoca la declaración reiterada en estos juicios pobrísimos, fragmentados, con causas sobre hechos puntuales que no llegan a indagar la organización profunda y articulada del plan genocida. En el caso de mis padres, hubo un gobierno constitucional en Argentina que colaboró con dictaduras vecinas, al punto que el propio estado uruguayo admitió la coordinación de fuerzas desde el año 73”.
“Será imposible que este tribunal llegue a un mínimo de verdad y justicia si ustedes, señores jueces, separan la Brigada de San Justo y el Pozo de Banfield”, concluyó.