#8M en números: mujeres y trabajo
Las jornadas del 8M movilizaron a millones de mujeres en el mundo. La propuesta de un paro de mujeres alcanzó una respuesta inédita en no menos de 70 países. Las/os trabajadoras/es de ATE INDEC elaboraron una síntesis que muestra las condiciones de la mujer trabajadora en Argentina
ANDAR entre mujeres
(RedEco/ ATE- INDEC) La desigualdad en la inserción laboral entre varones y mujeres se manifiesta muy claramente al observar los principales indicadores de la composición del Mercado de Trabajo: las tasas de actividad y empleo son menores para las mujeres que para los varones (las diferencias superan los 20 puntos), mientras que las tasas de desocupación y subocupación son más elevadas para la población femenina. A su vez, las ocupadas asalariadas están expuestas a una tasa de empleo no registrado (36.2 % de asalariadas a las cuales sus empleadores no inscriben en la seguridad social) mayor que la de los compañeros varones (31.8%); y las ocupadas tienen menos probabilidades de alcanzar cargos jerárquicos: mientras más del 8% de los ocupados varones tienen cargos de dirección o son jefes, menos del 5% de las mujeres ejercen trabajos de esas características.*
La inserción de las mujeres en el mercado laboral ha generado una considerable extensión del tiempo de trabajo, puesto que mientras las mujeres mantienen responsabilidades familiares, los varones no se han incorporado de la misma manera al trabajo no remunerado, sobrecargando a las mujeres y afectando su bienestar. A modo ilustrativo, se señala que: del total de jefas de hogar mujeres que son ocupadas, un 85% realiza la mayor parte de las tareas de la casa, mientras que para el total de jefes de hogar varones ocupados, esta tasa es del 27%.*
Según la Encuesta sobre Uso del Tiempo en la Ciudad de Buenos Aires 2016, las mujeres dedican en promedio casi el doble de tiempo para los trabajos domésticos y de cuidado no remunerados. Aún no se dispone de datos confiables sobre uso del tiempo a nivel nacional. En este contexto, es preocupante constatar que 1 de cada 5 trabajadoras está sobreocupada (trabaja más de 45 horas semanales), acentuando aún más la explotación que vivencian las mujeres.*
Las mujeres trabajadoras ganan en promedio un 27% menos que los varones ($10.382 vs. $14.190). Esta brecha se genera incluso a iguales niveles de calificación del puesto de trabajo. Por ejemplo, mientras los varones que trabajan en ocupaciones profesionales tienen un ingreso medio de $24.832, las mujeres ocupadas en ese mismo segmento perciben un ingreso medio de $18.740 (un 24,5% menos que los varones). En los puestos no calificados, los varones ganan $8.999 en promedio, al tiempo que las mujeres ganan alrededor de $5.793.*
Las mujeres en promedio están más formadas que los varones (hay una mayor proporción de mujeres con niveles educativos más altos). Sin embargo, a igual nivel educativo, los ingresos laborales de las mujeres trabajadoras son inferiores a los de los varones. Esta diferencia de ingresos oscila entre el 30.7% (para los que tienen el secundario completo), y el 48,9% (para los que no tienen instrucción). Las mujeres que poseen un nivel universitario completo cobran en promedio un 33.9% menos que los varones con este mismo nivel educativo.*
De la masa total de ingresos (incluyendo salarios, jubilaciones, etc.), los varones se llevan la mayor parte (57,3%). Mientras el promedio de los ingresos totales de las mujeres es de $12.366, en el caso de los varones asciende a $16.773. Es decir, los ingresos de los varones son en promedio un 35,6% más altos. Esta desigual distribución de los ingresos entre sexos se verifica también al observar que –considerando el ingreso total individual- las mujeres son mayoría en los estratos de bajos ingresos, mientras en los deciles de los ingresos más altos predominan los varones.**
Además del total de población sin ingresos, la mayoría somos mujeres (57%)** y un 28% de las mujeres vive en hogares pobres.*
Los hogares monoparentales con jefatura femenina al menos cuadruplican la cantidad de hogares monoparentales con jefatura masculina. Es decir, hay más hogares con jefas de hogar mujeres, a cargo de hijos y sin cónyuge. Estos hogares tienen una incidencia mayor de la pobreza que el promedio de los hogares (31% vs. 20%, respectivamente) y que el promedio de los hogares monoparentales con jefatura masculina (31% vs. 27%).*
* Elaboración propia en base a las bases usuarias publicadas de EPH-INDEC. 2do trimestre 2017.
Los datos de pobreza se estimaron para el 1er semestre 2017, utilizando las bases usuarias de 1er y 2do trimestre 2017.
** Informe Técnico Evolución de la distribución del ingreso EPH-INDEC, 3er trimestre 2017.