La fuerza de las madres que persiguen la justicia
El viernes se cumplieron 12 meses de la masacre de Pergamino, otro mes más desde aquel 2 de marzo en el que las madres empezaron a enterarse por mensajes, por comentarios, por dichos al pasar que había un incendio en la Comisaría 1ª, y que había muertos. En la puerta de la dependencia policial, vallada y custodiada, un funcionario con un megáfono gritó los nombres de los siete jóvenes muertos mientras las familias lloraban sin entender qué pasaba, qué hacer, cómo seguir. En las calles empezó a formarse una respuesta para todas esas preguntas: unidad, solidaridad y el grito de justicia por los 7. A un año de la masacre, y como desde el primer mes, la Comisión Provincial por la Memoria acompañó a los familiares.
ANDAR en Pergamino
(Agencia Andar) Cristina, Silvia, Flavia, Carmenza, Alejandra, Jorgelina y Alicia van detrás de la bandera que dice “Justicia” y tiene el nombre y la cara de sus siete hijos. En medio de ellas está Nora Cortiñas, como referente de los derechos humanos y, fundamentalmente, como madre que entiende el dolor y la lucha que ahora encabezan ellas, las 7. Detrás de la bandera, detrás de las madres, hay una multitud que acompaña la movilización a un año de la masacre de Pergamino. Habrá, claro, muchas otras marchas porque se sabe que la justicia, siempre esquiva cuando se trata de condenar delitos de agentes del Estado, se conquista en las calles.
“Nosotros vamos a seguir acá, vamos a estar acá hasta llegar a una justicia justa, hasta que todos en Pergamino conozcan la verdad, hasta encontrar a Donza y hasta lograr que los asesinos estén presos, porque vamos a lograrlo y ellos van a ir presos”, señaló Nora Cortiñas frente a la Comisaría 1ª, ya desafectada, y en camino a convertirse en un sitio de memoria.
Fue una marcha especial, los aniversarios redondos encierran una sensibilidad particular. Fue especial para Carmenza que viajó más de 4.600 kilómetros, desde Colombia hasta Ezeiza y de ahí a Pergamino, para estar por primera vez en una movilización. Para gritar con las otras madres el nombre de Jhon, su hijo, y de los otros seis hijos que murieron masacrados el 2 de marzo de 2017.
“Para mí fue muy fuerte estar ahí, frente a ese lugar donde le quitaron la vida a mi hijo, le quitaron su arte. En todo este tiempo esperé una respuesta, le mandé una carta al presidente Macri que todavía no me respondió. Me toca volver a Colombia y seguir desde allí con esta fuerza que me llevo de aquí”, dice Carmenza.
Carmenza es una de las cuatro madres que patrocina la Comisión Provincial por la Memoria en la causa por la muerte de los siete jóvenes. Si aquel primer día había dudas sobre lo que ocurrió en la comisaría, las pruebas que constan en el expediente judicial comprueban que fue una masacre, que los policías desoyeron los gritos de auxilio escuchados, incluso, por los vecinos, que no intentaron apagar el fuego cuando estaba a su alcance, que demoraron el aviso a los bomberos y que, cuando llegaron, obstaculizaron las tareas de rescate.
Que hoy, a un año de la masacre de Pergamino, se hable precisamente de masacre no es sólo una verdad que se desprende de la causa, es una verdad que se fue construyendo en las calles. “No existe la pena de muerte y se la dieron acá adentro, pero no son sólo ellos, la represión del Estado se sigue llevando a nuestros hijos”, dijo Cristina, la mamá de Sergio Filiberto. “Después de un año de tanto dolor y desigualdad, estamos acá porque decidimos transformar todo eso en lucha”, agrega.
Al lado suyo, ahora es Silvia, mamá de Fernando Latorre, la que toma el micrófono: “Estuvimos marchando desde hace un año a pesar de ser maltratados en las redes, a pesar de las amenazas, de que nos sigan diciendo que nuestros hijos no eran nadie, pero para nosotros siguen siento todo”.
Fue una marcha especial también por la solidaridad de más de 150 miembros de la red familiares víctimas de violencia institucional de la CPM. Muchos y muchas atravesados por un mismo dolor, por una misma injusticia y que, sin embargo, siguen luchando por la verdad y contra la impunidad. Allí estaba Sandra Gómez que el 9 de febrero escuchó como el Tribunal de casación penal bonaerense confirmó el fallo que absuelve al Diego Walter Flores, el policía que mató a su hijo Omar Cigarán el 15 de febrero de 2013. También estaba María Viera, la mamá de Fernando Gorosito, que el próximo 7 de mayo volverá a estar en un juicio frente a los asesinos de su hijo. A Fabián lo asesinaron en agosto de 2010, los policías acusados de su muerte salieron absueltos tres años después en un juicio plagado de irregularidades pero Casación anuló la sentencia. Una madre es todas las madres.
Fue una marcha especial también porque por primera vez no hubo una valla que separase la movilización de la comisaría. Por primera vez desde aquel 2 de marzo, cuando rodearon la departamental mientras un funcionario gritaba por altavoz los nombres de las siete víctimas, volvieron a estar en las puertas de la comisaría para descubrir una placa con el nombre y las edades de sus siete hijos: Sergio Filiberto, 27 años; Federico Perrota, 22 años; Alan Córdoba, 18 años; Franco Pizarro, 27 años; Jhon Claros, 25 años; Juan José Cabrera, 23 años y Fernando Latorre, 24 años. Todos jóvenes como el 70 % de los detenidos en las cárceles y comisarías de la provincia de Buenos Aires.
La placa con las siete víctimas de la masacre de Pergamino está colocada ahí nomás de la otra marca que tiene la Comisaría 1ª, la señalización como ex centro clandestino de detención. Ambas placas demuestran que, entre un tiempo y el otro, en ese mismo lugar se siguieron cometiendo los mismos delitos. “Vamos a tener acá un sitio de memoria, vamos a recuperarlo para la sociedad, para que esto no vuelva a pasar”, confía Cristina.