Vecinos sin genocidas: hacer ruido para cuidar el barrio
A un mes de la presencia de Etchecolatz en el barrio marplatense de los bosques de Peralta Ramos los vecinos organizaron un ruidazo y un festival para repudiar la presencia del represor en su comunidad. Murgas, artistas, organizaciones y la voz de las Abuelas en una jornada de rechazo que supo mostrar el descontento rescatando la alegría de la lucha. El documento que redactaron desde la organización.
ANDAR en Mar del Plata
(Agencia Andar) “Esto es una experiencia absolutamente inédita, porque el mismo barrio organizó esta jornada. El mismo barrio, que bien podrían hacerse los tontos, pero no quieren a un asesino entre ellos, con sus chicos jugando en la calle, yéndose al trabajo y sabiendo que ahí está ese perverso asesino”, dijo Ledda Barreiro al tomar el micrófono en el escenario donde se desarrolló la jornada cultural.
Ese espacio espacio verde donde se presentaron los músicos y artistas que acompañaron el rechazo a la prisión domiciliaria es el que los vecinos quieren renombrar de “ARA Bahía Thetis” a “Plaza de los lápices”. “Acá a pocas cuadras está Juan Miguel Wolk, que era el que comandaba el Pozo de Banfield. Ahí nacieron 22 nietos, hubo 22 embarazadas, entre ellas mi hija. Y los chicos de los lápices también en el pozo de Banfield. Por eso esto es una caricia, que este lugar se vaya a llamar la Plaza de los Lápices. Esta belleza que nos rodea con tanta vida en sus árboles, en sus pájaros es lo menos que se les podía dar a esos jóvenes”, les agradeció Ledda.
Etchecolatz estuvo a cargo de al menos 21 centros clandestinos de detención, tiene seis condenas por crímenes de lesa humanidad, incluidas cuatro cadenas perpetuas. “Nuestras hijas quedaron en manos de él, nuestros nietos nacieron en cautiverio, este sujeto sabe dónde está mi nieta, sabe dónde están los restos de mi hija, entonces que esto no lo haya organizado no un organismo de derechos humanos sino el barrio del bosque Peralta Ramos me llena de una ternura y un agradecimiento que no encuentro palabras para decir muchísimas gracias”, continuó .
La jornada finalizó cuando los vecinos se acercaron por única vez al vallado que rodea la casa en la que se aloja el genocida y colgaron las imágenes de sus 965 víctimas.