Cuando la policía condena: un mes detenido por un delito que no pudo cometer
Matías esperaba el micro para ir al trabajo cuando lo detuvo la policía. Una agente lo señaló como una de las personas con quien había tenido un enfrentamiento armado después del asalto a un camión. Todas las pruebas que hay respaldan su inocencia y ese testimonio es lo único que lo mantiene detenido desde el 27 de diciembre. La Comisión por la Memoria interviene asesorando a la familia.
ANDAR en La Plata
(Agencia Andar) Dos días antes de fin de año, Mirna recibió una visita policial en su casa. Creyó que era parte de una causa por un accidente en moto que había tenido su hijo mayor sobre el que había declarado recientemente. “La policía me preguntaba cuántos éramos en la casa, cómo era mi familia, cosas sobre Matías. No preste atención hasta que miro el papel que me había dado, era un choclo pero lo primero que dije fue ‘mi hijo no hizo esto’”, cuenta la mujer. Matías, de 23 años, estaba detenido hacía dos días en la Comisaría 2ª de Olmos, acusado del asalto a un camión y un posterior tiroteo.
No le habían permitido comunicarse con nadie y lo que la policía hacía en la casa de Mirna era constatar el domicilio para que le llegaran notificaciones judiciales, o sea que el único dato que necesitaban era saber si vivía ahí. “Estaba desesperada, me dejó el teléfono de la comisaría y lo primero que hago ni bien se va es llamar. Me dicen que lo habían trasladado a la comisaría 4ª de Berisso, porque en Olmos no tienen calabozos. Empiezo a llamar y me confirman que estaba ahí”, continúa Mirna.
“A él lo arrestan en Abasto sin preguntar. Esa mañana había desayunado conmigo antes de declarar. Al salir de tribunales pasó por la casa del hermano, hace una cuadra hasta la parada, ahí se para un patrullero y lo tiran al piso. No le explicaron nada, lo cachearon le pusieron las esposas, una milica en un auto de civil pasó y dijo que era él el que se había cagado a tiros con ellos”, repasa Mirna que tuvo que escuchar a un instructor de la Defensoría diciendo que no le importaba quién era su hijo o si era culpable o inocente. Fue ella también la tuvo que ir a reclamar el certificado de la declaración de Matías en sede judicial convenientemente extraviado en la comisaría de Olmos. Es uno de los elementos que prueba que no da el tiempo ni el lugar para que él haya cometido el crimen.
Desde la CPM corroboraron las irregularidades en la causa y les preocupa que se mantenga la detención con el testimonio de una policía que participó en el procedimiento como única prueba.
“Un infierno”
Cuando a Mirna le dijeron que podía ir a ver a su hijo viajó desde Abasto una hora en micro y cruzó el bosque platense caminando, con el corazón en la boca. Cuando llegó al destacamento y vio el lugar en el que estaba Matías se descompuso. “Era un infierno, no sé cómo pueden tener gente ahí, tuve que salir. Pedirle perdón a Matías porque no aguanté. Había 16 personas en un espacio de 2 x 2, la gente comiendo sobre los inodoros, con el calor, no se podía estar”, describe Mirna. Antes de su traslado a Berisso su hijo permaneció los dos días que estuvo en la comisaría de Olmos colgado de un caño mediante las esposas. “Como no hay calabozo los cuelgan de un fierro y así los tienen. Él quería dormir y no lo dejaban, lo pateaban para que no descanse”. Con el cambio de comisaría el maltrato abarcó también a la familia. “En una semana tuve que mandar 2 kg de yerba, 3 kg de azúcar, me llegaron a pedir una canilla, yo vivo al día no puedo. Un policía me pasaba la lista de pedidos, me dice cigarrillos de tal marca y yo le dije’ ¿qué le pasa, está loco?’. Cuando pude hablar con Matías me explicó que ahí tenías que hacer lo que te dijeran porque te rompían todos los huesos”.
A pesar del maltrato Matías parecía estar tranquilo. “Mami, yo voy a salir porque no hice nada, no sé de qué me están acusando, van a ser un par de días”, le dijo a Mirna confiado. Esos días se fueron sumando y ya llegan al mes. Ahora Matías está detenido en una alcaidía. Mirna dice que está cansado, deprimido, angustiado porque perdió el trabajo y eso repercute en todo el grupo familiar. Le preocupa quedar con antecedentes.
“Hay pruebas a su favor y no hay manera de ubicarlo en tiempo y espacio en el lugar del hecho pero la defensoría hace oídos sordos y la policía hace lo que quiere, como siempre”, dice Mirna que ya conoció el destrato judicial. Ella no lo entiende “No puede ser que no le importe quién es Matías, que no quiera conocerlo. A mí me duele. Además, ¿por qué siempre tiene que ser el pibe laburante, humilde, pobre el que tiene que caer?”, se pregunta Mirna.