AUDIENCIAS DEL JUICIO AL V CUERPO DEL EJÉRCITO Martes 13 de agosto, el terror llega a Huanguelén
ANDAR en Bahía Blanca
(Hijos Bahía Blanca)
Martes 13 de agosto. Inició los testimonios Graciela Noemí Bolo, que en ese momento estudiaba en la ciudad. Vivía junto a otras dos estudiantes en un departamento en Fitz Roy 137 cuando una noche escucharon una explosión muy fuerte y luego tiros. En ese momento les golpean la puerta y le dicen “abran ejército argentino”, la mayor de las chicas abrió y entró un hombre de civil, lastimado en una pierna, les pidió vendas y como no tenían se puso un trapo en la herida. Les dijo que no salgan y que no le abran a nadie. “Estábamos aterradas, les pedimos a unos vecinos que nos abrieran la puerta que queríamos estar con alguien”, declaró Bolo. Por la ventana vio cómo sacaban del edificio a un hombre herido y una mujer aparentemente embarazada. Recordó también que en el operativo vieron alrededor de 30 camiones y muchísimos efectivos, que la cuadra estaba cercada. Al otro día alguien que recuerda como el teniente Zabala, les revisó el departamento.
En ese departamento de la Calle Fitz Roy 137, ya quedó comprobado el juicio anterior en Bahía Blanca, que fueron asesinados los jóvenes Daniel Hidalgo y su pareja Olga Souto Castillo, embarazada.
La segunda testigo fue Marta Mabel Bravo. Ella vivía en Huanguelén, y el día de la detención la buscó un policía de su pueblo en su casa. “Vino el ejército, con sus aparatosos camiones y me llevan a la comisaría”, describió, “era como si tuviesen sitiada la ciudad”. De ahí la trasladaron al Batallón de Pigüe y después a Bahía Blanca al Batallón 181. Allí permaneció secuestrada por unos 3 meses. Cuando preguntaba porque estaba ahí, le decían que era por averiguación de antecedentes. Recordó a algunas personas que vio durante su cautiverio y que la vendaban para sacarla a interrogar, ahí escuchaba que había más personas, pero no las vió. “Yo me imaginé que me tenían de rehén, por mi propia familia”, consideró ya que cree que se la llevaron hasta encontrar a sus hermanos. Un día la llamaron y le dijeron que llame a su familia que se iba a ir.
[pullquote]Los testigos recordaron a Huanguelén como un pueblo sitiado por los militares[/pullquote]
Mencionó también que el lugar era frecuentado por un sacerdote, un capellán del ejército, “era lo mismo que los otros personajes con uniforme”.
En tercer lugar declaró Eduardo Omar Ferreri. Él vivía también en Huanguelén y es hermano menor de Raul Ferreri, desaparecido en Bahía Blanca. Lo buscaron en su domicilio fuerzas policiales que lo detuvieron en la ciudad un par de días y luego lo trasladaron a la ciudad de Pigüe. Allí quedó encerrado en un calabozo junto a más gente y le tomaron declaración sistemáticamente todos los días, preguntándole datos del hermano. “Por suerte no podía informarles demasiado, porque estudiábamos en diferentes lugares, nos veíamos para las fiestas y por eso no registraba bien su domicilio, ni sus amigos, me decían que esas declaraciones no les servían, que lo piense bien y después volviera”, contó.
También recordó a Huanguelén como un pueblo sitiado por los militares. “Hubo chicos que fueron chupados y luego liberados y contaron cosas humanamente inaceptables, cosas horrorosas”, agregó. En su testimonio relató las dificultades por las que atravesó su familia “es difícil de explicar el terror que teníamos por cualquier cosa. El pueblo era chico y caben todos los dichos de una comunidad pequeña, fue muy duro, nos costó más que a otros, cuando te sentís señalado, tu hermano desapareció por que algo tenía que ver, por algo será”.