REPRESIÓN EN LA GRÁFICA DE CLARÍN “Veíamos que algo iba a pasar, pero creíamos que iban a llegar cartas documento”
Los trabajadores de Artes Gráficas Rioplatenses (AGR) ocupaban la planta de la imprenta que pertenece al Grupo Clarín en el barrio de Nueva Pompeya (CABA). Defendían sus puestos de trabajo tras el anuncio del cierre de la fábrica con el consecuente despido de sus más de 300 empleados. Ayer, mientras se desarrollaba una reunión en el Ministerio de Trabajo en la fábrica un operativo policial impresionante terminó con una fuerte represión con gas pimienta y balas de goma contra los trabajadores y sus familias.
ANDAR en CABA
(Agencia) Hace meses que los trabajadores venían advirtiendo maniobras de achicamiento de la empresa. “En el proyecto 2017 que presentaron se veía que querían hacer el mismo volumen de trabajo pero con menos gente, implicaba 53 despidos, achicar la parte edilicia, querían hacer un negocio inmobiliario con la parte del depósito de bovinas. Se llevaron bovinas de papel a otro depósito que tienen que alquilar”, repasa Diego Miranda integrante de la Comisión interna de AGR Clarín. “Esto nos tenía preocupados, hicimos asambleas, hablamos con los compañeros. Veíamos que en algún momento algo iba a pasar, pero creíamos que algunos iban a recibir cartas documento”, cuenta el delegado.
Con una comisión interna movilizada, la empresa sabía que se mantendrían firmes si llegaban los despidos “íbamos a un paro”, dice Diego. Las cartas no llegaron aunque se empezaron a ver una serie serie de movimientos la semana pasada: “se llevaron CPU, adornos, que por ahí parece una tontera pero eso es algo de una persona, propio; iban y venían de recursos humanos continuamente. Entonces ya algo presentíamos y dijimos, bueno el viernes termina el turno noche y arrancamos una vigilia el fin de semana”.
Quedaron en la vigilia un puñado de trabajadores, el objetivo era que no se llevaran nada de la fábrica. El lunes a las 5 de la mañana, cuando ya tenía que entrar el turno, llegó el personal de seguridad con mucha gente nueva. Ingresaron alrededor de 15, 16 personas y sacaron un cartel que decía “AGR cierra sus puertas” y unos números a los que llamar para cobrar la liquidación. “Así se maneja el grupo Clarín”, sentencia Diego.
“Nunca pensamos que iba a cerrar por el volumen de trabajo que maneja la empresa, imaginate que estaba tercerizando cosas y seguíamos con trabajo de lunes a viernes. Y los carteles decían que cierra porque la industria gráfica no es rentable. Somos una de las gráficas más grandes del país, tenemos una máquina única en Sudamérica, personal capacitado, ingenieros gráficos con muchos años dentro del oficio. Acá se hacen la Revista Viva, Genios, Jardín, folletería de supermercado …”, enumera el trabajador todavía asombrado.
Junto con los carteles de cierre llegó la policía. Dos micros de la Federal se ubicaron frente a quienes estaban en la vigilia. “Y empezó a llegar más policía y cada vez más y cada vez más, hasta que hicimos una asamblea con los del turno mañana y decidimos ingresar hasta que haya una solución a esto. Somos alrededor de 100 personas”, cuenta Diego.
“Para la represión buscaron una excusa. Ellos dijeron necesitamos poner un vallado acá. Hay una reja de casi 4 metros de alto y a través de esa reja tenemos la comunicación con nuestros familiares, nuestros hijos y la mitad de nuestros compañeros que están afuera. Ellos se fueron a una audiencia con el Ministerio, en ese momento y ¿qué hace la policía? empiezan a reprimir a nuestros hijos, porque quedaban nuestros hijos y nuestras mujeres. Lo primero que hacen es tirar gas pimienta, cuando nosotros vemos eso desplegamos una manguera hidrante que tenemos acá para poder parar eso. Y ahí cuando estamos queriendo sacar la manguera nos empiezan a disparar con balas de goma. Es ahí que tenemos compañeros con hasta 5 impactos de bala: en la nuca, en la oreja, en la espalda”, describe el delegado.
“Anoche no pude dormir. Estas son las cosas que este gobierno hace, que el Grupo Clarín hace, esto es la flexibilización laboral y los trabajadores la sufrimos” dice Diego y rescata el apoyo “impresionante” que recibieron de organizaciones sociales, sindicales y políticas. “Porque acá no hay colores, no hay izquierda ni derecha, hay trabajadores”, concluye.