Juicio en Bahía Blanca. Audiencias del 6 y 7 de agosto
ANDAR en los juicios
(Hijos Bahía Blanca)
Miércoles 7 de agosto. En esta jornada la primera testigo fue Susana Beatriz Rosso, quien pertenecía al Servicio Penitenciario y fue secuestrada el 16 de Julio de 1976. En los interrogatorios durante su cautiverio le adjudicaron pertenecer a La Evita Montonera primero y luego al ERP y la acusaron de ser una infiltrada en el Servicio Penitenciario para matar al jefe de la unidad. Ella estaba afiliada al Partido Justicialista.
Explicó que cuando la liberaron la dejaron en una ruta con un sobre con dinero y las llaves de su casa, que se encontró devastada al regresar. Su secuestro duró 18 días.
[pullquote]Los tres testigos dieron detalles sobre sus secuestros y cautiverio. Recordaron a otros detenidos y algunos nombres y alias de sus captores [/pullquote]
Su testimonio siguió con el de Laura Ileana Fuxman, quien agradeció la oportunidad de declarar. Contó que en esa época tenía 20 años y participaba en actividades sociales como militante en los barrios, ayudaban a la gente a arreglar sus casas, en tareas escolares y participaba también de un grupo de revisionismo histórico de Argentina y Latinoamérica. El 20 de Julio de 1976 la secuestraron de la sucursal del Banco de Villa Mitre donde trabajaba. A pesar de que su relato fue confuso y mezclado, consignó las torturas padecidas en su detención. En su cautiverio reconoció por la voz a otros dos detenidos: José María Gutiérrez y Zulma Matzkin.
Finalmente le dijeron que la iban a soltar, porque no servía para nada Así la dejaron en la esquina de Dorrego y Belgrano. Recordó también que al volver al trabajo en el Banco le hicieron firmar algo que ella no había declarado por su ausencia. “Me obligaron a laburar, así como estaba, lastimada”, expresó.
Fuxman relató las duras consecuencias psicológicas y físicas que tuvo y tiene para ella lo padecido en ese momento. “Les pido justicia quiero volver a ser Laura de Verdad, yo vivo de casualidad. Tengo mil años de Psicoanálisis y sigo sintiendo la picana por las noches, mi cuerpo se pone rígido y transmito la electricidad”, solicitó al tribunal y agregó “quiero que se haga justicia justa, aún con los que nos destruyeron la vida, porque yo no quiero ser como ellos”.
[pullquote]“quiero que se haga justicia, yo no quiero ser como ellos”.[/pullquote]
El Tercer y último Testigo fue Domingo Menna, un militante de la Juventud Peronista que fue secuestrado en Agosto de 1976 en su domicilio. Estuvo secuestrado en la Escuelita, y declaró que cree que estaba cerca del V cuerpo porque se sentía practicar a una Banda. Pasó 92 días en cautiverio y recordó nombres de los otros detenidos, algunos alias de los represores, y cómo le preguntaban por nombres de estudiantes en los interrogatorios.
Martes 6 de agosto. Las audiencias comenzaron con la noticia del fallecimiento de uno de los imputados, Miguel Antonio Villegas, que había sido apartado por su estado de salud ya que padecía un cáncer en estado avanzado.
El primer testimonio por teleconferencia fue el de Anahí Medina Bustos, quien relató el secuestro de sus padres del que fue testigo cuando ella tenía 5 años. “A partir de ahí fue el comienzo de una incertidumbre, empezó la desesperación, la pobreza, la exclusión, fuimos discriminados, era mala palabra decir nuestro apellido”, describió en el marco de un relato doloroso de esos recuerdos. La testigo describió esos años y las terribles consecuencias que eso tuvo para su familia, pero también consideró el presente con esperanza: “Ahora que los juicios se han instalado en la Argentina, siento paz, nunca se nos educó con odio, ni rencor. No se salieron con la de ellos, pudimos salir adelante y esta generación le dice No al terror, a la violencia y decimos Nunca Más”, dijo.
Le siguieron Celina Estela Castro y Mirta Susana Esmoris testigos propuestas por la defensa del imputado Ricardo Gandolfo. Sus testimonios se centraron en la relación que tienen con el acusado desde hace 30 años, como amigas y socias en distintas actividades. Ambas dijeron desconocer sus actividades como militar.
[pullquote]No se salieron con la de ellos, pudimos salir adelante y esta generación le dice No al terror, a la violencia y decimos Nunca Más, declaró una testigo[/pullquote]
El cuarto testigo fue Mariano Barcia fue un fotógrafo que se desempeñó como profesional de la Policía desde el año 1974 al 1976, sin ser personal policial. Barcia explicó que cubrió fotográficamente muchas muertes en esa época, y que después de un caso en particular, el de la familia Solanas le allanaron la casa, y secuestraron de su domicilio todo su archivo de fotos y las máquinas y equipos fotográficos. Más tarde, en Abril de 1976, él también fue secuestrado, interrogado y torturado por las fotografías que había sacado. Identificó entre sus interrogadores al mayor Lenz, al Capitan Casusio y Adel Vilas, de quienes leyó los nombres en sus uniformes. En su testimonió identificó también a otros detenidos y varios lugares por los que pasó al ser trasladado en su cautiverio.
En la sala se vivió un clima de gran tensión alrededor de este testigo ya que desde el inicio de su relato el juez y la querella mantuvieron diferencias en torno al alcance que debía tener el testimonio. Al finalizar su declaración Barcia solicitó una copia de su declaración que derivó en una nueva discusión que terminó cuando el Juez Triputti llamó a Seguridad para que saque al testigo, quien se retiró protestando.
Luego Stella Maris Ramírez, declaró como encargada de la dirección del Hogar del Niño en la Municipalidad, en Villa Rosas, puesto que asume en el año 74 luego de la renuncia del interventor de esa dependencia. Ramírez y su Hijo de 14 años fueron detenidos y la acusaron de infiltración universitaria marxista en la UNS. “Pienso que fue una revancha por mi intervención en la Casa del Niño”, consideró. Fue derivada a la Cárcel de Villa Floresta y luego a Devoto.
El último testigo de la jornada, luego de un cuarto intermedio, también fue por teleconferencia desde Bariloche. Se trató de Eduardo Bagur, familiar de un matrimonio secuestrado y torturado en Bahía Blanca. Bagur relató su búsqueda en la que acudió al Arzobispo Mayer que los ayudó intercediendo con una carta, a partir de la cual pudieron reencontrarse con sus familiares.