Las violencias hacia las mujeres avanzan con el objeto de mantener la subordinación al género masculino
Desde ANDAR conversamos con las compañeras, referentes y luchadoras, que integran la CPM y compartimos sus voces en esta producción especial de la Agencia en el día de la NO violencia contra las mujeres. NI UNA MENOS. VIVAS NOS QUEREMOS!
ANDAR contra la violencia machista
Ana Barletta, vicepresidenta del área académica de la UNLP y pro tesorera de la CPM
“Este 25 de noviembre las mujeres volvemos a organizarnos en el trabajo, en las escuelas, en las universidades, en las calles, en los hogares para visibilizar y sensibilizar a la sociedad sobre la violencia que cotidianamente se ejerce contra nosotras. En este día recordamos a las hermanas Mirabal, quienes hace 46 años, eran brutalmente asesinadas por su lucha contra la tiránica dictadura de Rafael Trujillo en República Dominicana; y junto a ellas, recordamos a las miles y miles de mujeres víctimas de la violencia patriarcal.
En Argentina, esta fecha se suma a una serie de varias jornadas protagonizadas por mujeres contra los femicidios y contra toda forma de violencia sexista, como ocurrió el último 3 de junio – repetición ampliada del 3 de junio 2015 que difundió la Consigna Ni Una Menos-, así como también la espontánea reacción del 18 de octubre pasado frente al intolerable femicidio de una joven marplatense, cometido salvajemente por una banda de varones. Ese día, se organizó el paro de mujeres y un Ruidazo de una hora, seguido de marchas en distintos lugares del país en las que las mujeres salieron a las calles vestidas de negro para advertir sobre la violencia y el ajuste económico que golpea con más fuerza sobre ellas. Al Ni Una Menos, se sumó la consigna VIVAS Nos Queremos y fueron acompañadas por más de 50 agrupaciones sindicales y organizaciones de mujeres en contra de la violencia machista y de la precarización de la vida como reacción a los terribles femicidios sucedidos en las últimas semanas.
Sorprendió la forma en que las mujeres acompañaron espontáneamente estas convocatorias callejeras, que visibilizaron la preocupación y el compromiso de distintas clases sociales, variadas ocupaciones, distintas generaciones que pudimos apreciar en las calles y en las imágenes difundidas en todo el país. Esta protesta interpeló a la sociedad toda, al poder judicial, a los medios de comunicación, a las instituciones educativas, a los hombres y a las mismas mujeres que pararon y marcharon, hasta aquéllas, incluso, que no tenían el hábito de dejarse llevar por llamamientos a la acción.
En la Universidad Nacional de La Plata, el 18 de octubre paramos las mujeres y marchamos. Fue notable que saliéramos de nuestras oficinas a hacer ruido en las Facultades, Colegios, dependencias y, muy sorprendente, en el Edifico de la Presidencia que no suele ser un ámbito que acompaña protestas.
Las espeluznantes estadísticas de feminicidios a nivel nacional, los terribles casos de violencia que cotidianamente conocemos por los diarios, golpearon dura y fuertemente a nuestra comunidad universitaria especialmente tras el femicidio de Lucía Ríos Müller, estudiante del Liceo Víctor Mercante de la UNLP. “La muerte de una niña, una estudiante secundaria, en manos de un hombre” nos conmociona, nos impulsa a reflexionar acerca de la dimensión y gravedad de un problema estructural, que nos atraviesa a todas y a todos. Una serie de violencias que se dirigen hacia las mujeres con el objeto de mantener o incrementar su subordinación al género masculino, denota la falta de igualdad en las relaciones con los hombres en diferentes ámbitos. Entre las variadas formas de discriminación y violencia hacia las mujeres, la desaparición de mujeres víctimas de trata o las violencias perpetuadas contra las personas trans dan cuenta de la amplia heterogeneidad de problemáticas que se ven involucradas.
Es verdad que, últimamente también, la sociedad argentina está más atenta y, así, fue capaz de reaccionar fuertemente, gracias a la actuación de los colectivos de mujeres que tomaron en sus manos la organización de estas convocatorias para demandar la ampliación de derechos como la legalización del aborto, el desmantelamiento de la red de trata, exigir políticas que ayuden a terminar con los femicidios, o políticas que afiancen la Educación Sexual Integral a nivel nacional. Los Encuentros Nacionales de Mujeres, están mostrando, además, números crecientes de participantes; esas jornadas que, en Mar del Plata 2015 y Rosario 2016, fueron brutalmente reprimidas alcanzando, a la vez, gran repercusión mediática. En todos los casos son las mujeres las protagonistas; esto nos conmociona y nos brinda una esperanza significativa sobre la posibilidad de un cambio en la marcha hacia la igualdad y hacia el fin de las violencias de todo tipo: física, psicológica, sexual, económica y patrimonial, simbólica y en todas sus modalidades: doméstica, institucional, laboral, libertad reproductiva, obstétrica, mediática.
Cuántas dimensiones tenemos que poner en juego para comprender un fenómeno que, como decíamos, nos atraviesa. Hoy no sabemos si asistimos a una multiplicación de los crímenes o es que estamos captando fenómenos que antes no estaban categorizados. Pero la ampliación de conciencia que hoy poseemos aún no alcanza. Los tipos y modalidades descriptos en la Ley 26485 de Protección Integral a las Mujeres se pone hoy en tensión con lo que sucede en la vida cotidiana, en la que sigue inscribiéndose la persistente precariedad de los logros obtenidos con esa genial analítica que establece la Ley. Se trata de un fenómeno que no nos permite aún contestar las preguntas de Rita Segato: ¿Por qué algo tan simple como sustraer a la mujer de la desigualdad no puede hacerse? ¿Por qué no se cierran los burdeles de la trata? ¿Cómo entender esa trama? No es fácil entenderlo. Algo muy importante la sostiene y le impide salir de ese lugar de subordinación. ¿Cómo entender esa multiplicación? ¿Qué pasa con la subjetividad masculina? ¿Cómo intervienen en esta subjetividad las imágenes y relatos que nos trasmiten los medios? ¿Cuántos diagnósticos más necesitamos?!!!
Mientras transitamos caminos de comprensión teóricos e históricos para responder estas preguntas, apostemos a que nuestras Instituciones, la Universidad, la Comisión Provincial por la Memoria sean -cada vez más- ámbitos de construcción de nuevos significados socioculturales y nuevos sentidos. En ellas, como en todo microcosmos de nuestra sociedad, coexisten en tensión, representaciones de género diversas, estereotipos de género. Podemos pensar estos espacios institucionales como ámbitos de estudio e investigación, de lucha, resistencia y de creación de normativas, valores y prácticas que tiendan y promuevan la igualdad de género y donde se continúe trabajando para desnaturalizar los roles estereotipados que han estado históricamente instituidos.”