“El deporte forma parte de la esencia de lo que soy”
Jessica Millaman, deportista trans y jugadora de hockey, tuvo que realizar una denuncia pública y judicial para obtener su fichaje en la liga amateur de hockey de Chubut. El 5 de septiembre la justicia de Chubut falló a su favor y consideró que Jessica sufrió un acto discriminatorio constitutivo de violencia institucional, y ordenó su incorporación inmediata bajo apercibimiento de multa para la comisión directiva de la asociación deportiva. El caso no es aislado. Hay otras deportistas trans en Salta, San Luis, Mendoza, San Juan y Bahía Blanca que sufrieron la misma discriminación.
ANDAR en los derechos
(Agencia) “Voy a luchar por mí y por las generaciones que vienen. Todas y todos tenemos los mismos derechos y mientras tenga un corazón igual a los demás habitantes de esta tierra voy a tener los mismos derechos”, dijo Jessica en un video que se viralizó en las redes sociales luego que la Asociación de hockey de césped y pista del Valle, en Chubut, se negara a aceptar el fichaje de la jugadora sin mediar argumentos. Inmediatamente, las organizaciones LGTBIQ y cientos de personas repudiaron la medida. La asociación deportiva se defendió argumentando la existencia de una «diferencia física» respecto de las demás jugadoras.
Las leyes y reglamentos de las organizaciones deportivas nacionales continúan evaluando a las y los deportistas desde una lógica biologicista que atrasa. Así lo demostró este año el Comité Olímpico Internacional que aplicó reformas en su reglamento acordes a la realidad de las atletas trans.
“He pasado muchas cosas en mi vida, en la infancia, la adolescencia y no quiero que sea lo que tengan que vivir otros chicos o chicas trans. En la mayoría de los casos a nosotras no se nos abren las puertas para nada. Para mí la discriminación comenzó en la escuela primaria. Jugué al hockey toda mi vida y cuando tenía 12 dejé porque ya no me sentía cómoda con los chicos. Pude retomar recién en 2013 y jugué un torneo desde el principio a su fin. Fui la primera chica trans en el país en poder competir y ahora soy la primera que logró que la justicia nos ampare”, dice Jessica Millaman que tiene 31 años, es peluquera, deportista y transexual. Desde que obtuvo su DNI en 2013 juega en la división intermedia de hockey femenino del Club Germinal de Rawson.
El juez Martín B. Alesi dictó el fallo que sienta un precedente judicial muy importante en materia de inclusión social, tanto para la comunidad trans como para futuros casos que prohíban el ejercicio profesional del deporte para cualquier persona. El fallo ordenó el fichaje inmediato de Jessica, bajo apercibimiento de multa para la comisión directiva de la asociación deportiva entendiendo que no cumplieron con su obligación de tratar a la señorita Millaman con respeto a su identidad de género autopercibida, y expresó de manea contundente que este tipo de hechos son violatorios tanto de la Constitución nacional como de reglamentaciones y tratados internacionales en derechos humanos.
“Había otros casos de chicas en el interior del país que estaban peleando por lo mismo -Salta, San Luis, San Juan y Mendoza- que no consiguieron que les dieran la importancia suficiente. Mi caso salió a la luz y eso ayudó a que más de una de las chicas ya hayan sido fichadas y puedan estar jugando de nuevo. El fallo es muy importante para toda la sociedad y para toda la comunidad trans”, expresó Millaman para ANDAR y agregó: “luego que todo esto saliera a la luz, fuimos al Congreso nacional y participé junto a los colectivos LGTBIQ y acompañados por diputadas y diputados nacionales en la presentación de un proyecto que reforme la ley nacional del deporte para que cualquiera pueda hacer deporte sin importar el género”.
El fallo judicial que obligó a reintegrarla de manera inmediata en la liga de hockey es una herramienta jurídica que sienta un precedente muy importante para todas las personas trans que realizan alguna disciplina deportiva en competencia. Para el Dr. Alesi la negativa de la asociación deportiva a autorizar el fichaje de Jessica estableció “un acto discriminatorio, constitutivo de violencia institucional en los términos de la ley 26.485 –Ley sobre Protección integral a las mujeres. Incorporó en sus fundamentos la caracterización que la ley hace sobre la violencia institucional contra las mujeres como “la violencia ejercida por funcionarias/os, profesionales y agentes pertenecientes a cualquier institución pública como la ejercida en partidos políticos, sindicatos, organizaciones empresariales, deportivas y de la sociedad civil”. El juez consideró que “la orientación sexual y la identidad de género de las personas son categorías protegidas por los tratados de derechos humanos incorporados en nuestra Constitución, quedando prohibida cualquier práctica discriminatoria basada en esa condición.
En consecuencia, ninguna norma, decisión o práctica de derecho interno, sea por parte de autoridades estatales, o por particulares, pueden disminuir o restringir, de modo alguno, los derechos de una persona a partir de su orientación sexual. En igual sentido el art. 13 de la ley 26.743 prescribe que “ninguna norma, reglamentación o procedimiento podrá limitar, restringir, excluir o suprimir el ejercicio del derecho a la identidad de género de las personas, debiendo interpretarse y aplicarse las normas siempre a favor del acceso al mismo.
“Hacer deporte para mí no fue nada fácil. Tengo una frase de cabecera que dice: ‘no hay que quedarse en el lamento’ y es por eso que hay que moverse continuamente para mejorar el momento, el futuro”, retruca Jessica.
Atletas trans en los Olímpicos
No hace tanto tiempo, una persona que decidía cambiar su identidad sexual y ser aceptada en el deporte competitivo, iniciaba un camino de tensión y desconfianza que empujaban a lo improbable sus chances de prosperar en eventos competitivos. La gran duda entre competidores y jueces del deporte era la ventaja o provecho en desmedro del resto cuya sexualidad biológica es indiscutible. Una cuestión de estricta justicia deportiva lo impedía.
Lo notable del tema es que buscando la igualdad de oportunidades, la vida en sociedad y el deporte encuentran soluciones diferentes al mismo problema. Luego de años de lucha por parte de los y las deportistas trans para que se les permita competir con sus identidades autopercibidas, este año el Comité Olímpico Internacional modificó su reglamento con respecto a la aceptación de mujeres trans en los juegos de Brasil 2016. La competencia deportiva más importante del mundo reconoció el derecho de las personas trans a participar con un requisito esencial: el nivel de testosterona en suero debe ser inferior a 10 nanogramos por litro durante al menos los 12 meses anteriores a la competición en que se desea competir. Antes la exigencia era aún mayor.
Hay ríos de tinta escritos en materia científica acerca de las diferencias fisiológicas y morfológicas entre un hombre y una mujer. La historia del deporte presenta antecedentes curiosos de identidad sexual como el de la atleta alemana Dora Ratjen, de quien después de competir como mujer en las olimpíadas de Berlín de 1936 se reveló que era un hombre llamado Hermann. Por análisis de cromosomas fue desenmascarada la velocista polaca Ewa Klobukowska, que ganó el oro en la carrera de 4 x 100 metros en las olimpíadas de Tokio de 1964. El Dr.Richard Raskind en la década del 70 se operó y se transformó en René Richards, una tenista que llegó a las finales de dobles del abierto de EE.UU. y que en 1977 consiguió que la Corte le reconociera su condición de mujer. Luego se instrumentaron con mayor insistencia las pruebas de género. Consciente de ello la pertiguista alemana Yvonne Buschbaum en el año 2007 decidió retirarse de la competición internacional para convertirse en hombre.
Otro escandaloso caso fue el de la sudafricana Caster Semenya, quien en el Mundial de Atletismo de Berlín 2009 ganó el oro en los 800 metros llanos con un tiempo récord. Las sospechas generadas debido a sus características físicas típicas de un hombre llevaron a una denuncia por parte de sus adversarias. Recién en julio del 2010 un equipo de ocho médicos formado por endocrinólogos, ginecólogos, un experto en género y un psicólogo llegó a la conclusión que Semenya podía competir como mujer sin limitación alguna. Para ello debió aguardar durante meses sin poder competir. El caso, si bien no es asimilable al del cambio de identidad sexual, demuestra claramente el enorme celo que las federaciones deportivas guardan sobre el tema.
El deporte como inclusión social
El deporte es sin lugar a dudas una herramienta fundamental para el desarrollo integral de una sociedad. Todo el mundo tiene derecho a hacer deporte, porque la práctica del mismo no supone sólo una actividad física, supone mucho más. El deporte permite obtener algunos valores, una disciplina y sobre todo un desarrollo personal y social que mejora al individuo en sí y sus relaciones sociales, independiente de la clase a la que pertenezca, el sexo que elija, la religión que practique y su raza.
Gracias a la práctica deportiva se establecen vínculos fuertes, colaborativos, solidarios y se pueden crear lazos entre los distintos miembros del grupo que permiten fortalecer la figura de la persona y del grupo en sí. De esta manera se crea una autonomía y una identidad de todos los miembros, también se produce un crecimiento personal y se fortalecen determinados valores como la responsabilidad, el compromiso, la solidaridad, el respeto. Aquellas personas que viven en situación de vulnerabilidad social pueden experimentar a través de cualquier práctica deportiva una red de contención social y una construcción vital transformadora.
“En mi provincia se hizo un revuelo muy importante. Yo no lo esperaba porque sé que cuanto más una espera de las personas es cuanto más nos desilusionamos pero, me equivoqué y me sorprendió todo el apoyo que me dieron mis compañeras alentándome a que siga y no me calle la boca. También recibí el apoyo de jugadoras contrincantes, pero, como en todos los órdenes de la vida, hubo clubs de la zona que les prohibieron a las chicas apoyarme públicamente. Para mí el deporte es inclusión y hay gente que por ser heterosexual se cree el parámetro de lo normal del mundo y se olvidan de que todos y todas somos seres humanos” explica Jessica y agrega: “estoy convencida de que un chico no nace discriminando. Si un niño de segundo grado insulta a un compañero porque este es amanerado, es porque lo están educando en su casa para que sea una persona que sea discriminadora. Los niños y niñas tienen un corazón enorme para dar y recibir amor, entonces hay que enseñarles a vivir una vida sin odios, libres para elegir, poder pensar y decir lo que sientan”.
“Volver a estar con las pibas en la cancha fue en realidad seguir con lo nuestro, como siempre. Durante este conflicto no dejé de entrenar, fui todos los días, todas las semanas. Luego del fallo, volver a jugar en la cancha la primera vez fue raro, había mucha prensa y sentí más presión por esas miradas que estaban sobre mi persona. Ya jugué dos partidos más y seguiré compitiendo. El deporte forma parte de la esencia de lo que soy”, concluye.
Una ley para fomentar el deporte
El 30 de octubre de 2015, el Congreso Nacional aprobó la actualización de la ley 20.655 creando la Asignación universal al deporte para familias que perciben la AUH y un ente descentralizado para fomentar la infraestructura para deportistas de alto rendimiento. Nada versa sobre identidades sexuales disidentes pero el fomento de la infraestructura es uno de los elementos claves para generar centros de alto rendimiento en cada una de las regiones del país. En la actualidad, los deportistas que llegan a un nivel de excelencia están obligados a mudarse a Buenos Aires para entrenar en el Cenard.
Según la Ley, el ENADED además tendrá a su cargo la formación de médicos, dirigentes, docentes y técnicos del deporte, el empoderamiento de la mujer en la actividad deportiva y el desarrollo de un programa de becas sociales deportivas. También que los deportistas, entrenadores y árbitros tengan voz y voto en las decisiones de sus federaciones, generando instituciones más democráticas y participativas.
A casi un año de su aprobación, la Ley continúa sin ser reglamentada.