El activismo desde las palabras y la acción
Marta Dillon es una activista feminista que trabaja en el periodismo y que a través de la militancia en HIJOS pudo encontrar caminos de resistencia. El poder y la fuerza de la escritura al convivir con VIH.
ANDAR en diálogos
(AC/FACSO*) Marta Taboada fue una militante desaparecida en 1976 durante la última dictadura cívico-militar. En ese entonces, su pequeña hija Marta fue testigo de su secuestro. A partir de allí, y con sólo 10 años, aprendió a convivir con el dolor y la pérdida, con silencios y opresión. La desaparición de su madre marcó la vida de Marta Dillon pero la dotó de diversas cualidades que la llevaron a ser periodista, escritora, activista y militante.
A mediados de los 90 le diagnosticaron VIH y comprendió que su escritura debía tomar otro sentido: sus palabras se dotaron de poder y sus narraciones le permitieron vivir. A ese vivir le sumó la lucha y activismo por los derechos humanos en pleno menemismo, años cargados de impunidad. Su nivel de compromiso la involucró en la creación de la agrupación Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio (HIJOS). Hacer público el dolor privado a través de la militancia configuraron esos años: acción y palabras tuvieron el fin de dotar de vida las luchas emprendidas.
¿Cuándo empezás a percibir preguntas que interpelen al otro, dónde aparece el espíritu justiciero que se trasluce en tu recorrido?
Creo que tiene que ver un poco con mi historia y con la historia de mi mamá: una mujer que tuvo cuatro hijos, cinco embarazos, que a los 35 años fue secuestrada y más tarde asesinada. Esa voluntad que tenía tanto de criar como de cambiar el mundo… Por un lado, pensar en esa mujer tan valiente y generosa. Por otro lado, la necesidad de saber sobre ella. A su secuestro y desaparición siguieron años de silencio. El indagar y buscar otros relatos permitieron quebrar los muros de silencio. La pregunta también es una interpelación: mi familia y la sociedad estuvieron años detrás de ese muro de silencio.
¿Qué cosas te han significado y has podido capitalizar del trabajo en red y la organización colectiva?
Quienes trabajamos en los medios tenemos el deber de saber que estamos caminando sobre otros pasos: para dibujar otros caminos o seguir el mismo. Al trabajo colectivo lo pienso como algo que salva la vida: poner en común los saberes, los lazos de afecto, los deseos, genera una potencia que no se encuentra de ninguna otra manera. Participar en HIJOS, en los 90, me dejó una sensación de comunidad y de poner el amor en la política, de hacer el traspaso entre lo privado y lo público, de convertir un vínculo familiar en un hecho político pero con una impronta propia. Hoy siento una sensación muy similar, 20 años después, con la colectiva Lohana Berkins en el sentido de que hay muchas voluntades diversas y mucha transversalidad pero con una voluntad de conservar y ampliar un espacio propio, cuestionando el mundo entero si es necesario.
¿Qué es la colectiva Lohana Berkins?
Es un lugar de encuentro de muchas agrupaciones y personas: lesbianas, gays, travestis, transexuales, bisexuales, intersexs, queers, pansexuales. Trabajamos poniendo por delante el colectivo trans y travesti. Nos empezamos a juntar cuando murió Lohana quien era una dirigente travesti muy importante del país que estaba detrás de los principales cambios como la Ley de Identidad de Género y sobre todo en cambiar el paradigma de lo que es una persona travesti, reivindicándose como tal y como parte de una nación latinoamericana y de los pueblos originarios. Una mina del pueblo que estaba muy feliz de ser travesti y que tejió lazos amorosos con toda la militancia. Su pérdida fue una perdida muy importante para nuestra comunidad pero nos alentó a formar esta colectiva. En la marcha del 24 de marzo hubo alrededor de mil personas participando de la colectiva. Nuestra intención es intervenir en la vida política y social con las demandas de las personas lesbianas y trans pero también cambiando y abriendo el imaginario con todas las posibilidades que hay de ser y estar en el mundo, de irrumpir con estéticas distintas, de cuerpos que no están habituados a estar en la calle, en la lucha sindical o en luchas que parecen restringidas a varones y mujeres muy normados.
¿Crees que en la actualidad los jóvenes están perdiendo cierto temor al VIH?
Me parece bien que pierdan el miedo, lo que no me parece bueno es que haya tan poca conciencia del cuidado de los cuerpos. Es fácil evitar la transmisión y es fácil atenderse si algún accidente generó la infección pero hay que tener conciencia del cuidado. Si una pensara la educación sexual y la prevención viéndola desde una perspectiva del goce y de la celebración de los cuerpos, del encuentro con otros y con otras, de la experimentación que puede traer la sexualidad, seguramente meter en ese discurso “el cómo cuidarte” sería más efectivo que pensar en la sexualidad como algo oscuro, que hay que retrasarlo, que es para más grandes, que es peligroso y encima te podes morir… Y la verdad que nadie piensa que se quiere morir cuando va a tener relaciones, en realidad quiere pasarla bien. Mi trabajo en las columnas de NO de Página/12 tenían que ver con eso, con correr ese fantasma del miedo y habilitar otros discursos. Hay que prevenir desde el lado de la vida y no del lado de la amenaza y la muerte.
¿Por qué escribís?
Porque si no me muero. Me conecta con la vida, con las y los demás. Me permite narrar mi época y a veces eso es urgente. La posibilidad de expresarse, de poder compartir con otros, generar el eco de lo que sentiste en otra persona es como un latido renovado, como un latido extra que le dan a tu corazón. Siempre agradezco esa posibilidad de traducir en palabras lo que siento y lo que creo.
*Fragmentos de la entrevista realizada en FM Radio Universidad 90.1 para el programa Juguemos en el Bosque en el marco de la presentación de su libro Aparecida organizada por la Facultad de Ciencias Sociales (UNICEN), el grupo interdisciplinario CheSida, el Programa Permanente de Estudios de la Mujer (PPEM) y por Estudios en Comunicación, Cultura y Género (ECCyGE).